Una experiencia enriquecedora para la cuesta de enero del Athletic
Sobrevivir a una situación angustiosa como la de Las Gaunas debe servir de aprendizaje y fortalecer al equipo rojiblanco
No es que al Athletic, un equipo que sólo ha perdido un partido en los últimos cuatro meses y tuvo que ser fallando tres penaltis, ... le haga falta fortalecer su personalidad, pero lo cierto es que las experiencias vigorizantes nunca están de más en el fútbol. La del sábado en Las Gaunas, por ejemplo, puede ser útil y enriquecedora dentro del proceso de mentalización para este mes de enero tan exigente. El susto tremendo que se llevaron los rojiblancos ante el rival con diferencia más débil de los siete u ocho a los que se va a enfrentar en las próximas cuatro semanas tiene una parte didáctica indiscutible. Se quiera o no, uno aprende a no fiarse de nadie, a poner los cinco sentidos en cada partido, a afilar todas las armas. Y aprende también a sobrevivir en situaciones de máxima tensión.
Esto último es muy importante. Hay pocos equipos que saben manejarse en el alambre y el Athletic empieza a ser uno de ellos. De la pasada temporada podemos recordar la manera en que el equipo de Valverde manejó la prórroga en la Copa ante el Barcelona o la terrible tanda de penaltis en la final, un momento cumbre de tensión estratosférica. Lo de Logroño no fue para tanto, pero también puede hablarse de una de esas tandas absolutamente contraindicadas para los enfermos del corazón. Comenzar 2025 con el borrón de caer en la primera ronda de la Copa siendo el vigente campeón ante un rival de Segunda Federación hubiera sido un golpe durísimo de consecuencias inciertas.
No nos referimos a que el Athletic pudiera descoserse. Este equipo, como ya demostró tras las cuatro primeras jornadas de malos resultados, es lo suficientemente sólido como para no tambalearse por una mala racha o por lo que el sábado hubiera sido un doloroso accidente. Y es que las cosas como son: por muy meritoria que fuera la actuación del Logroñés delante de un público entregado, que batió el récord de asistencia en Las Gaunas, la superioridad de los rojiblancos fue absoluta y sólo acabaron complicándose la vida de mala manera con una estadística lamentable: 18 remates de los cuales sólo 5 fueron a puerta, y ningún gol.
Sea como fuere, librarse de lo que hubiera sido una gran decepción es un verdadero alivio ante lo que puede considerarse una cuesta de enero muy empinada. Veamos. Superado el Logroñés, ahora viene el Barcelona el próximo miércoles; quién sabe si el Real Madrid o el Mallorca el domingo; el próximo rival de la Copa el miércoles 15; el choque de Liga contra el Celta en Balaídos el sábado 18; el miércoles 22 contra el Besiktas en Estambul; el domingo 26 contra el Leganés en San Mamés y el jueves 30 contra el Viktoria Plzen en San Mamés. Casi nada.
Aunque la exigencia va a ser muy alta, y la imagen que dieron algunos jugadores importantes en Las Gaunas no fue buena –pensemos en los hermanos Williams o Guruzeta–, hay razones para el optimismo. La primera que conviene apuntar es el precedente de la pasada campaña, cuando los rojiblancos, tras acabar como un tiro el año 2023, arrancaron 2024 con una firmeza extraordinaria: 5 victorias (3 en la Copa y 2 en la Liga), un empate y una sola derrota en Mestalla que puso fin a una magnífica racha de 14 partidos sin perder. El sábado, por cierto, la tropa de Valverde superó esa cifra y llegó a los 15 encuentros consecutivos sin hincar la rodilla.
La segunda razón es la solidez de los rojiblancos, la famosa piel dura que venimos elogiando en los últimos cuatro meses. Los de Valverde están demostrando una fortaleza defensiva envidiable. Las rotaciones en la retaguardia, de hecho, están funcionando a pedir de boca. Es la línea que menos se está resintiendo con los cambios, un mérito que hay que focalizar en los dos laterales suplentes (Gorosabel y Adama) y en Yeray, que vuelve poco a poco por sus fueros. No es que tenga mucho mérito no encajar en Logroño, la verdad, pero el caso es que la media de goles recibidos sigue mejorando: sólo 19 en 26 partidos disputados entre Liga, Europa League y ahora Copa. Mantener este gran nivel defensivo, que el miércoles pasará una dura reválida ante el Barça, va a ser un factor clave en el devenir del Athletic en los próximos meses.
Lo dice la pura lógica. Un equipo como el de Valverde, voraz, valiente y con la mayor parte de su talento diferencial concentrado en el frente de ataque (Sancet, Berenguer, Guruzeta, los hermanos Williams y quién sabe si Djaló, que todavía no ha aparecido) va a marcar una cifra importante de goles de manera casi inevitable. Por la ley de la gravedad, vaya. La Liga anterior ya firmó 61 y nadie dice que no vaya a repetirla o incluso mejorarla.
Impacto de Nico
Lo contrario no se entendería. O mejor dicho: sólo podría entenderse si los jugadores antes citados no están a su nivel. Por ahora, el panorama entre ellos es desigual. Iñaki Williams, Sancet y Berenguer están rindiendo a un gran nivel. El exjugador del Torino, de hecho, está demostrando la importancia que tenía en la plantilla y la necesidad que existía de renovarle. Lleva cuatro goles y cuatro asistencias y es el quinto jugador en minutos de juego de la plantilla. Guruzeta empieza a arrancar y ya ha firmado cuatro goles, pero todavía no se le ve con la chispa y el olfato en el área de la campaña anterior. Y queda Nico Williams, del que hay que esperar mucho más de lo que ha dado hasta la fecha. Aparte de sumar tres asistencias, sólo lleva un gol en Liga y otro en Europa –el de la victoria ante el Slavia–, y aunque siempre tiene un impacto grande en el juego, lo cierto es que está muy poco acertado. Si acaba por despegar, el Athletic lo hará con él.
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