«Hay que estar loco para ser torero»
El extremeño reconoce carecer de «talento natural», agradece el apoyo de Francia y se felicita por superar una lesión que a punto estuvo de malograr su carrera
El extremeño Emilio de Justo lleva una carrera curiosa. Tomó la alternativa en 2007 y sufrió una particular travesía del desierto que se prolongó 11 ... años; se refugió en Colombia, Francia y su tierra, donde recibió el apoyo familiar. Ahora está de dulce.
- Solo le caen halagos.
- Siempre es bonito remontar cuando se viene de una situación tan difícil. El reconocimiento de los aficionados motiva mucho para seguir dando pasos.
- ¿Se le va la cabeza con tantas alabanzas?
- Me han cogido con una edad madura. Ya solo me pueden distraer. No soy un niño.
- No viene de familia taurina.
- Es una cosa personal que nació conmigo, desde pequeño me atrajo de una manera especial.
- ¿Los franceses le dieron el empujón definitivo?
- Francia ha sido una pieza clave en mi carrera. Debuté en 2016 en Orthez y en Mont-de-Marsan volví a triunfar con una corrida de victorinos. Se me abrieron muchísimas puertas.
- ¿Francia le sacó del olvido?
- Sí. Fue un trampolín. Hubiera sido imposible que los empresarios españoles me hubieran dado un oportunidad siendo un desconocido. Los triunfos de allí tuvieron peso. También tuve suerte y aproveché los momentos clave. Se arreglaron muchas cosas.
- ¿Nunca le han regalado nada?
- En el toreo no regalan nada a nadie. Es imposible.
- ¿El triunfo sabe mejor después de tan largo sacrificio?
- Pues sí. Hay que pasar muchas dificultades para llegar a la cima. Tienes una recompensa muy grande cuando escalas posiciones y te colocas en un lugar de privilegio.
- ¿Se considera una figura?
- Son los aficionados los que deben definirnos. Sin ellos no seríamos nadie.
- Es un diestro desconcertante. Ha reconocido que carece de talento natural para el toreo.
- A ver, sin talento es imposible alcanzar grandes metas, pero es verdad que hay personas que lo traen de nacimiento y otros que tenemos que trabajárnoslo. Yo creo que, aparte del talento que haya tenido o dejado de tener, el trabajo diario, la ilusión, la vocación y la afición han hecho que pueda crecer como torero.
- Lidia ganaderías duras, ¿las que los demás no quieren o no se atreven?
- Bueno, lidio de todo, no solo corridas duras. Si hay una ganadería especial con la que se me ha identificado por triunfar en plazas importantes ha sido la de Victorino Martín. También se me han dado bien Santa Coloma y La Quinta. Sin embargo, un diestro debe acoplarse a muchos tipos de embestidas y de toros, no solo a un encaste.
- ¿Su aspiración sigue siendo la de ser un torero que haga historia?
- Yo no me cambiaría por nadie, pero hay que estar dispuesto a pagar muchos peajes. He pasado momentos difíciles.
- ¿El peor?
- Un toro me cogió en 2022 en Madrid y me rompió el cuello de una forma muy grave. Me paró totalmente y me costó volver otra vez a... Fue duro volverme a poner otra vez delante del toro, a ser el mismo, a coger el nivel, a estar al cien por cien... Sentirme torero y seguir donde quiero estar es lo más grande.
- ¿Cuánto tiempo estuvo de recuperación?
- Reaparecí a los cinco meses cuando la lesión me tendría que haber llevado un año y pico. Mucha gente me criticó y dijo que estaba loco. Que no estaba bien. Los toreros muchas veces nos tenemos que salir de los guiones que están marcados con normalidad en la vida. Lo hice, lo conseguí y aquí estoy, orgulloso de ello.
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- ¿Estuvo a punto de morir?
- No lo sé. Dios me dio la oportunidad de seguir estando aquí y ejercer mi profesión, pero es verdad que fue una lesión muy grave. Me rompió una vértebra del cráneo por siete partes distintas y no me tocaron la médula de milagro, lo que hubiera sido trágico. Estuve totalmente inmovilizado cuatro meses. La rehabilitación fue muy dura, tremenda. Muchos dolores y mucha rigidez, pero tras superar este trance me enorgullecí de ser torero.
- No se lo tome a mal, pero ¿los toreros están locos?
- ¡Sin ese punto de locura no se podría ser torero! No sé si es una locura sana o una cuerda, pero no somos personas normales. Si lo fuésemos, no nos pondríamos delante del animal.
- ¿Cuándo descubrió lo que le gusta hacer en la vida?
- Quería ser torero desde niño. Soñaba viendo lo que eran capaces de conseguir los toreros que veía en las corridas que echaban en la televisión. Soñar con ello era gratis, pero tan lejano a la vez... ¡Y he llegado!
- ¿Necesita sentirse el número 1?
- A ver, yo creo que los toreros nos motivamos dando lo mejor de nosotros mismos. Yo admiro mucho a mis compañeros. Esa fascinación se convierte en una motivación, no para intentar ser mejor que ellos, sino para serlo yo cada día. Peleo conmigo mismo para crecer, no sé si para llegar a ser el mejor, pero sí uno de los mejores.
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