Zarandeados por Mónica Naranjo
La soprano pop gerundense se acopló perfectamente a la BOS y la Coral de Bilbao en un variado y espectacular concierto que atrajo a tal masa humana que rebosó en Abandoibarra
El miércoles la ciudadanía lo tuvo claro con la triple propuesta municipal de conciertos nocturnos: ante el reggae de la Plaza Nueva con el jamaicano ... Linval Thompson y las habaneras con La Barca de Mitjana catalana en La Pérgola, unas 10.000 almas, entre ellas nosotros, acudimos a la gran cita de la jornada: la de la Sinfónica de Bilbao y la Sociedad Coral al servicio de la garganta poderosa, culta y diversa de la gerundense Mónica Naranjo en Abandoibarra. El éxito de congregación humana fue tal que no hubo sillas como suele ser norma cuando oficia la BOS en fiestas, se prohibió la entrada por las escaleras del perro Puppy, se llenó la zona de minusválidos hasta el punto de no permitir el acceso a personas con carnet reglamentario, y la explanada se congestionó hasta rebosar público hasta por la otra margen de la ría.
Se supone que gran parte de los espectadores acudieron atraídos por el popular perfil televisivo de la Naranjo, que pronto tendrá otro programa catódico de ocho entrevistas a otros tantos músicos con los que cantará ocho dúos. Para que luego digan que la televisión está perdiendo influencia social: músico que sale en un programa de la tele, músico que ve disparada su carrera (y pensamos en Melendi, en Orozco, en Rosariyo…).
Venga, al lío. El miércoles vivimos un gran concierto breve y fugaz de 79 minutos para 13 piezas rematado de triple mala manera: con un bis presuntamente no previsto a dúo con la guitarra eléctrica del director en un tema pop deslucido en comparación con el magno opus previo, luego con la fútil y sorpresiva –no había más que ver la cara extrañada de la Naranjo en la pantalla gigante lateral- entrega por parte del televisivo Joseba Solozabal de un sombrero de pregonera de las fiestas, y para más inri con el minuto pasado y postrero en el que orquesta y coros estuvieron en escena esperando un bis extra que no llegó.
Pero el resto del espectáculo, lo precedente, estuvo como quien dice genial: el sonido amplificado resultó diáfano y potente, estupenda la dirección del heavy vestido con chaqué Pepe Herrero («es el guitarra de Stravaganzza», identificó Azpiazu) y variada la aportación de la soprano e icono gay Mónica Naranjo Carrasco (Figueras, Gerona, 45 años, 1.68 metros), quien vistió tres suntuosos y ajustados vestidos (blanco, azul eléctrico y champán quizá rosé) y cantó desde ópera hasta pop a menudo asumiendo una aparatosidad metalera evidente.
'Desátame'
Sin ella en escena, durante el introito y cuando aprovechó para cambiar de atavío, la BOS y la Coral de Bilbao ejecutaron tres piezas cortas (en una nos trasladamos a cuando vimos a Morricone en mayo en el BEC). Y Mónica protagonizó otros tres bloques de bel canto, uno por cada vestido, ante un público atentísimo y de mayoría masculina y bastante joven a tenor de lo que reflejaba la pantalla cuando enfocaba a la masa milenaria.
En el primer bloque, con traje blanco, interpretó 'Europa' con la engolada solemnidad de la cabatera teutona Ute Lemper (quien el año pasado fue la invitada de este concierto de la BOS en Semana Grande). Tras la ovación tan enorme y sincera y emocionada como las que recibió el Dúo Dinámico el lunes en el mismo emplazamiento, saludó diciendo «gabon, Bilbao» y ejecutó una 'Inmensidad' en la que pasó del heavy del Hamlet al ambiente de copla suntuosa. Y después de capear la tormenta de piropos de los fans colocados en vanguardia («guapa», «te quiero», «venga, Moniiiii»…), le llegó al turno a su hit 'Desátame', un híbrido de Wagner y Tino Casal que también derivó hacia el metal de Hamlet y donde la gente coreó a modo, una gente jovencísima según la que se mostraba en pantalla en la primera fila de Abandoibarra.
Con traje azul y más cercanía al respetable, el segundo bloque lo abrió con 'Apocalíptica', su alma de metal y su beso final. Entonces habló dominando al gentío que rebosaba de la explanada: «Bueno, ahora necesito mucho silencio. Ya sé que cuesta, que a mí me gusta mucho hablar. Pero viene algo tan especial con un arreglo tan delicado que os va a enamorar». Y sonó una suerte de caja de música antes de imponerse el aire a lo Mecano en 'Empiezo a recordarte'. Terminó y permitió: «Ahora sí podéis gritar un poquito más», y le llegó el turno a 'Amor y lujo', con prólogo operístico a lo Puccini cual diva lírica pero cerrado con un comentario fuera de lugar y populista, pues dijo «qué coñazo», se contoneó como Gilda y entró en otro pasaje a lo la mentada Ute con la Coral de Bilbao poniéndose muy metalera y sin complejos.
La cita iba hacia arriba y quedaba la tercera parte, la del vestido champán dorado o quizá rosé, pues con los focos cambiaba de color. Naranjo reinició con 'Jamás', que fue puro metal épico femenino a lo Nightwish y demás (aparato en los arreglos, esquizofrenia en los cambios de voz que se rebajaban hasta Ana Torroja, texto con partes tipo «Voy a luchar hasta el final / Voy a caer con dignidad»), y a la siguiente dijo que ella era muy coqueta y coqueteaba con todas las mujeres, que había pedido matrimonio a una dama pero que por esa causa le rechazaba, y que esa dama era Ana Millán, que se supone estaba presente en la explanada, y le cantó el pop rollo Mecano 'Tú y yo y el loco amor', con el piano haciendo efectos de caja de música y la coda de la Naranjo diciendo «te amo, te amo, te amo». Hum... en la zona de minusválidos vimos a gente a quien no le gustó semejante efusividad amorosa.
Y, tras soltarnos la catalana el discursito sobre que «a veces la vida nos zarandea pero es para evolucionar y ser mejor persona. Hay que vivir y no sobrevivir, y yo os deseo que viváis y seáis felices», cerró el repertorio ensayado con 'Sobreviviré' y su intro coplera y su deje andalusí algo Malú. Acabó la pieza, la ovación brotó rotunda, se vio ondear una bandera mexicana en la explanada de Abandoibarra, alguien de las filas delanteras hizo explotar confeti, y saludó una feliz Mónica con el director Pepe.
Ahí debió acabar el fenomenal y satisfactorio encuentro. Sin embargo Pepe Herrero, el heavy director de orquesta, hizo mutis, volvió con una guitarra eléctrica y preguntó la simpática diva: «¿de dónde la has sacado? Esto no estaba previsto, ¿eh?». Y, tras agradecer a la sinfónica y coro «estos días de esfuerzo, cariño, generosidad y paciencia», para solaz del respetable más joven y cantarín entonó en dúo 'Tú y yo volvemos al amor', un pop muy Mecano que no resistía la comparación con lo catado previamente. Y la masa pidió beste bat, pero la Naranjo no lo contempló y nos emplazó a verla en Madrid. Agradeció en euskera («eskerrik asko 'maitias'»), lanzó un sonoro beso, hizo mutis a las 12.46 de la madrugada, pero…
… pero en el lateral del escenario estaba Solozabal, que la sacó de nuevo, la halagó mientra ella le miraba casi con pánico, y él le regaló el sombrero de pregonera. Claro, Mónica debía contar algo por cortesía e improvisó: «Tengo que confesar que estaba especialmente nerviosa porque llevaba cuatro años sin subirme al escenario… con una sinfónica». Y cuando se fueron los protagonistas del tablado la masa jaleó «Mónicaa, Mónicaaa», y pidió «beste bat», y los músicos no se movieron, o sea que parecía que habría otro bis, pero no. Al de un minuto largo, a las 12.51 se levantaron todos y acabó el memorable y notable concierto de pop sinfónico, de lo óptimo que se vivirá en esta Aste Nagusia.
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