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Anje tocando la primera, 'Euskara'. Óscar Cubillo

Anje Duhalde toca en la txosna Algara

Pionero del rock euskaldun en el grupo Errobi y héroe de verbenas en Akelarre, Anje expresó su mensaje nacionalista en canciones de escuela americana: Neil Young, John Hiatt…

Sábado, 24 de agosto 2019, 21:18

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El viernes contentos acudimos a la txosna Algara, la del Kafe Antzokia, sita en el muelle de Ripa haciendo esquina con el puente del Arenal, para ver en cuarteto eléctrico al histórico del rock euskaldun Anje Duhalde, ex Errobi y Akelarre, nacido en Arcangues (Arrangoitze), debajo de Biarritz, hace 68 años, en septiembre de 1950. Actualmente Anje oficia como cantautor de kantaldis y como líder del cuarteto de rock con el que se presentó en la Algara y con el que dio uno de los mejores conciertos del pasado Music Legends Festival de Sondika, el completado por Iñigo Telletxea (bajo, de Bera de Bidasoa, Navarra), Remy Gachis (guitarra, de Uztariz, cerca de Bayona) más su hijo Txomin Duhalde (batería, también de Iparralde).

Si en Sondika Anje cantó unas 11 canciones en 58 minutos redondos, en Bilbao cayeron unas 19 en 104 minutos menguantes en la segunda parte, a partir de la cima de la cita que fue la canción número 11, 'Bakezaleak', un rock directo y redondo a lo Neil Young hirviente y melódico que puso a bailar incluso a un espectador en silla de ruedas. A partir de entonces la intensidad se diluyó levemente, al concierto le invadió el ambiente festivo (cuando los comparseros del Antzoki, en connivencia con el hijo baterista y sin que lo supiera Anje, subieron a cantar 'Lantegiko hamar manamenduak / Los 10 mandamientos del trabajador', de Errobi, con afinaciones mejorables en numerosos casos) y también se sufrieron algunas imperfecciones técnicas y varias demoras.

En cuarteto fornido y rejuvenecido gracias a sus escuderos, Anje Duhalde alternó una guitarra acústica con una eléctrica y las canciones le salieron igual de contundentes, de cañeras. Siempre influido por el rock americano (había muchas piezas que parecían brotadas del Nuevo Rock Americano de los 80) e inspirado sobre todo por la patria chica ('herria' es la palabra que más se repitió en numerosas de sus letras), en una txosna con techo que se llenó hasta desbordarse por la calzada cerrada al tráfico, Anje Duhalde versionó dos veces a su admirado John Hiatt (a la cuarta 'Gitarra zahar honekin / Perfectly good guitar', revisada como si fueran Crazy Horse rompiendo el éter, depués el medio tiempo 'Gogoaren baitan / Back of my mind' casi en plan kantaldi) y también recuperó a Errobi ('Gure lekutotasuna' con furia eléctrica a lo The Del Fuegos y las guitarras dobladas, 'Nora goaz' que sonó a clásico de fiestas interpretado por la noche, más la de la pacífica invasión del tablado).

Durante esa primera parte emocionante se notó que además del solemne folk vasco y del amor a la tierra el rock también corre por las venas de Anje Duhalde: armónica springsteeniana sopló en 'Maitasun nortasun', crepuscular y sentimental le quedó el country rock con guitarras slide 'Hemengo', crepuscular ahora a lo Alejando Escovedo o Paul Kelly o 16 Horsepower el titulado 'Eman bizitzeari', e hirviente, rocanrolero y vinculable a Dan Baird 'Gezur bat, gezur bi', donde Duhalde destiló la esencia de su estilo: intenso sin poses, fácil por natural, canónico por respetuoso con la tradición, creíble porque solo hay que oírle para darse cuenta y por dentro porque se le nota que lo siente.

A continuación a lo Niko Etxart más americanista sonó Anje en un 'Espetxetik' que también resonó a clásico de fiestas vascas a ambos lados de la muga, marcó el reggae en 'Goizero', llegó al citado cénit que fue 'Bakezaleak', y en la segunda parte menos excitante fue prolongando la sesión entre los elogios del público («herria zurekin» le gritó una chica), pop-rock ('Ezin isildu'), la invasión escénica y festiva de los comparseros en 'Los 10 mandamientos del trabajador', y también entre lo más destacable otros recios trazos de Neil Young en 'Etxeko andre' y el bis triple con un 'Eperra' coreado por toda la txosna, el rock de escuela Luisiana 'Kantuz' que en tantas verbenas de Akelarre gozamos el pasado siglo, y el adiós con rollo Neil Young para 'Amnistiaren dema', con cadenetas entre el público. Qué bueno es Anje, oigan.

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