El físico perfila el plan de Coudet
El Alavés estrena en Ibaia el césped híbrido que pidió el técnico en una primera sesión en la que sólo los porteros tocan balón
El Alavés del Chacho Coudet firmaría que su vida dependiera del físico. Fue su mayor fortaleza el curso pasado (113 kilómetros de media por partido) ... y el primer entrenamiento de la temporada pareció una declaración de intenciones. Que nadie les gane a correr. La plantilla albiazul completó este sábado en Ibaia su primera sesión de entrenamiento que comenzó a gestarse en el vestuario. Los porteros fueron los únicos que saltaron al césped con las botas puestas. El resto de la plantilla se calzó las zapatillas deportivas corrientes y comenzaron a sudar bajo el dron de los analistas, que grabó cada carrera de los futbolistas.
El conjunto babazorro se puso en marcha a las 9:32 de una «linda mañana» de sábado. El vaticinio, antes de que los jadeos hurtaran las ganas de bromear, era de Nahuel Tenaglia, que centró una de las pocas pero más evidentes novedades. Su pelo teñido de rubio platino atraía los rayos de sol. Una tendencia veraniega por la que también ha optado Tomás Conechny, de cuerpo presente en Vitoria mientras su futuro podría desembocar en una traspaso al Racing Club de Avellaneda. El extremo argentino que causó sensación en la preparación del 2024 sabe que deberá reconfigurar su camino en caso de continuar en el Alavés.





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Por el momento, el nuevo Alavés que comienza a poner a prueba los pulmones se compone de 23 integrantes del primer equipo. Aún sin Panichelli ni Víctor Parada, de vacaciones tras la larga temporada del Mirandés; pero con Pablo Ibáñez y Jonny, los nuevos fichajes, integrados en las risas grupales. Más tarde les llegarán las novatadas de iniciación albiazul, que suelen consistir en cantar delante de todos. De los entrenamientos toman parte también cuatro jóvenes. El mediocentro Lander Pinillos y el portero Greg Swiserski, del filial; el centrocampista Selu Diallo, que jugó cedido el año pasado en el Atlético de Madrid B y el atacante fichado para el segundo equipo Chema Aragüés. Pero hasta la foto final del 31 de agosto no estarán todos los que son, ni serán todos los que estén definitivamente a las órdenes de Coudet.
El desfile de los jugadores desde el vestuario solo estuvo acompañado del barullo de las conversaciones. El sonido de los tacos golpeando contra el empedrado, uno de esos ecos tan idiosincrásicos del fútbol que se adueña de la escena de los futbolistas saltando al campo, se escuchará en las jornadas venideras. Dejar las botas en el vestuario sería un preámbulo de lo que el técnico argentino tiene planificado para las próximas semanas. Disputarán un total de cinco amistosos, una cifra por debajo de lo habitual pero alineada con la idea futbolística del Chacho, que lo primero que dijo cuando llegó al Celta en 2020 fue que le gustaban «los equipos físicos».
Citados una hora antes, todos los jugadores chocaron la mano con el jardinero antes de comenzar la sesión. La ciudad deportiva vitoriana, que será subsede del Mundial del 2030, estrena alfombra verde. Se trata de un césped híbrido de última generación, instalado en los dos campos centrales de la ciudad deportiva, que mezcla la hierba natural con fibras sintéticas. Un terreno de juego más resistente y duradero y sobre el que traccionar mejor que predomina en la mayoría de estadios de Primera División, incluído Mendizorroza. Coudet pidió su inclusión al término de la temporada y, tras varias semanas de trabajo, ayer mostraba su satisfacción al comprobar la manta verde sobre la que pisaba.
Una nueva alfombra que mezcla la hierba natural con fibras sintéticas y es más resistente
El tono de piel del técnico argentino denota que en vacaciones ha pasado más tiempo pendiente del todo lo que rodea al balón que tumbado en la playa. «-1 de moreno», indicaba señalándose el blanquecino gemelo. «No desconecto nunca. Mi vida es el fútbol», aseguraba hace un mes en la entrevista con este periódico. Entonces no esperaba el calor con el que le ha recibido la capital alavesa a su vuelta, una vez consumada la renovación por una temporada más.
Pero Coudet no fue el protagonista de un primer entrenamiento en el que cedió por completo la batuta a los preparadores físicos que le acompañan desde 2017. Guido Cretari fue el primero en recibir sobre el césped a los jugadores, vestidos con una nueva indumentaria azul marino que estrenaba la publicidad de Kutxabank, hasta la fecha una de las grandes noticias del verano. «Hace un buen día, vamos a empezar, ¡va!». Acto seguido, les tumbó sobre esterillas estratégicamente colocadas en círculo y comandó 20 minutos de directrices y ejercicios de suelo, mientras los cuatro porteros, de azul celeste, comenzaban el trabajo aparte con Javi Barbero.
Tres vueltas al campo y a tocar el balón. Fueron los únicos en hacerlo. Se trató por tanto de una primera toma de contacto diseñada por Octavio Manera, la mano derecha de Coudet, que antes de las diez de la mañana tomó el mando de la sesión. Lo primero que hizo fue dividir a los jugadores en grupos en función de la posición antes de empezar a correr. Los centrocampistas llevaron la delantera, Pablo Ibáñez, Benavídez, Guevara y Blanco.
La posición de Diarra
Guridi sigue considerado como mediapunta y acompañó a Carlos Vicente, Abde y Conechny. Diarra, por su parte, corrió con los otros tres centrales, Garcés, Mouriño y un Maras a la espera de acontecimientos y aún con dos años más de contrato. Si el esquema clásico de cada plantilla es doblar cada puesto con dos jugadores, entre el trío de laterales se detecta un vacío. Tenaglia, Novoa y Jonny. Falta una pieza para completar el cuarteto habitual, bien sea Víctor Parada o el madridista Yusi Enríquez, cuyo futuro se definirá a su regreso del Mundial de Clubes.
Desde la banda, el presidente Alfonso Fernández de Trocóniz y el director deportivo Sergio Fernández, pendiente del móvil, supervisaron el primer día de trabajo igual que los dos aficionados albiazules que se personaron en la ladera de Ibaia. Apoyo incondicional desde un primer día de sudores para la plantilla albiazul. Pese a la fortaleza mostrada por algunos como Carlos Vicente, que celebraba llegar «sobrados» a cada posta, el esfuerzo físico terminó por hacerse notar.
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