Tres jugadores del Alavés, a Ámsterdam con la selección
Ninguno de ellos había debutado antes con España, por lo que su llamada fue acogida con gran ilusión en Vitoria, máxime teniendo en cuenta que apenas un año antes el equipo babazorro competía en la Serie B de Vizcaya
Para las Olimpiadas de Ámsterdam de 1928, el seleccionador español de fútbol convocó a tres jugadores del Deportivo Alavés: Antero, Quincoces y Ciriaco. Ninguno de ... ellos había debutado antes con España, por lo que su llamada fue acogida con gran ilusión en Vitoria, máxime teniendo en cuenta que apenas un año antes el equipo babazorro competía en la Serie B de Vizcaya.
El fútbol en esos Juegos fue precedido de una gran polémica ante la exigencia de que participaran solo jugadores amateurs. Ello hizo que algunas selecciones, la británica, renunciaran a participar. Otras convocaron a profesionales camuflados y España decidió dejar fuera a sus futbolistas más famosos y llevar solo amateurs o profesionales menos conocidos que podrían pasar el filtro olímpico.
De los tres albiazules, el caso más curioso fue el del defensa Ciriaco Errasti. Se trataba de un amateur real, puesto que, a la vez que jugaba con el Alavés, desde que tenía diecisiete años trabajaba en el Banco Guipuzcoano de Eibar, su ciudad natal. Tal y como recordaba años después, ingresó en la plantilla albiazul porque «al ir a hacer el servicio militar me destinaron a Vitoria y entonces surgió la posibilidad de un fichaje por el Alavés». Su idea era «disfrutar agradablemente de un domingo (…), por lo que jugábamos por pura y simple afición», declaró.
El problema surgió a la hora de compatibilizar su trabajo en el banco con las Olimpiadas. De hecho, el 23 de mayo Antero y Quincoces tomaron el tren en Vitoria para desplazarse a Irún. En la localidad fronteriza se iban a concentrar con el resto de los seleccionados en el Hotel Palace y, desde Hendaya, viajarían a Ámsterdam vía París. No sucedió lo mismo con Ciriaco, «para cuyo desplazamiento se tropieza con serios inconvenientes que ofrece la dirección del Banco Guipuzcoano, en cuya entidad presta sus servicios el mencionado defensa». Ante esta situación, se decía que «una alta personalidad de la política actual interviene en el asunto y que no sería difícil se consiguiera el permiso para que Ciriaco participara en la olimpiada».
Finalmente, Ciriaco consiguió el permiso ese mismo día y marchó desde Eibar a Irún para unirse al resto de sus compañeros del equipo nacional. El 26 de mayo, la prensa vitoriana anunció que la selección ya estaba en la capital francesa: «Ciriaco, Quincoces y Antero habrán aprovechado ayer el día para dar una vuelta por París. ¡Quién iba a decirlo el año pasado, cuando luchaban con el Elexalde y la Cultural de Durango!».
Pese a su esfuerzo para desplazarse a los Países Bajos, finalmente Ciriaco no debutó con la selección en las Olimpiadas, donde sí jugaron Antero y Quincoces. España fue eliminada por Italia en cuartos de final, tras un partido de desempate.
A su vuelta a Vitoria, el 7 de junio, los tres alavesistas contaron que les había gustado la organización y el ambiente olímpico, pero no la preparación del combinado español, mucho peor que la de los demás equipos. Y sobre todo, habían «pasado hambre, porque los alimentos de allí son completamente distintos y, claro está, después de haberse acostumbrado a los soberbios platos que por acá se devoran, resultan insuficientes los que por tierras 'flamencas' les han servido». Antero fue más explícito, comparando la comida neerlandesa con la francesa, que habían probado en la parada en París: «Allí ya fue otra cosa. Yo me comí una chuleta con patatas fritas que me supo a gloria. Y no como en Ámsterdam, que nos gastamos las dietas en los restaurantes para echar un remedio al estómago».
Para Ciriaco Errasti, tras haber superado las dificultades laborales para poder ir a las Olimpiadas, fue una pena no debutar con la selección. Lo hizo más adelante, en 1930, todavía como jugador alavesista, y siguió siendo convocado después de fichar por el Real Madrid en 1931. Al término de la Guerra Civil, se retiró del fútbol y siguió vinculado a la misma entidad bancaria en la que trabajaba en 1928. Antes de jubilarse, llegó a ser director de la sucursal del Banco Guipuzcoano en Eibar.
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