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El mejor Alavés llegó en el momento justo. Precisión quirúrgica. Ganar cuando había que ganar. Unocerismo. De 1-0 a 0-1. Reacción primaveral. El ... conjunto albiazul cumplirá su vigésima campaña en Primera División. Lo necesitaba el club, por la inyección económica que supone estar en la élite. Una diferencia de alrededor de 40 millones. De los 15,7 millones en la 2022-2023 (Segunda División) a los 58,6 tras el penalti de Villalibre.
Lo necesitaba la plantilla, abocada a sufrir lo indecible en muchos tramos y más de lo debido en función de su calidad. Y sobre todo lo precisaba la afición, que celebra el final feliz que por momentos llegó a ver lejano en un curso que tiene forma de valle. Con dos grandes picos, en el inicio y el final del ejercicio, y una larga vaguada de por medio en lo que se alteraba era el pulso de la fiel hinchada albiazul.
«Todo empezó en Alicante», recordaba sobre el césped Kike García. Un verano con bajas de calado en la plantilla. Las de Gorosabel, Rafa Marín, Javi López, Rioja y Samu Omorodion, a los que nadie echó de menos en el primer mes de competición, para luego dar paso a la añoranza. Era complicado imaginar que Luis García no se comería el turrón en Vitoria después del buen inicio de curso de sus pupilos. 7 puntos de 12 en las cuatro primeras jornadas. 10 de 18 en seis. Ritmo de puntuación de pelear por Europa.
El técnico quiso frenar la euforia. «Nos estamos viniendo un poco arriba», dijo el 13 de septiembre. Desde la semana siguiente, el día 20, hasta el 18 de enero (casi cuatro meses), el Alavés solo ganó un partido. El 1-0 al Mallorca dio un poco de aire al futuro del entrenador. «La semana que viene me juego el puesto», se le escapó a Luis García tras caer en el Metropolitano. Otra premonición. Dejaría una tercera. El posterior empate en casa ante el Leganés supuso un cambio de rumbo. Tanto para los pepineros, que dieron por bueno el punto pese a merecer la victoria, como para los albiazules. Llegó el Chacho Coudet.
El desenlace del curso evidencia que el criticado cambio de entrenador no fue un error. El técnico argentino mejoró con su pizarra a un equipo que en las 15 primeras jornadas se partía en exceso, que recibía goles con una facilidad exagerada y en el que los nuevos fichajes no daban rendimiento. Coudet juntó las líneas del equipo y del vestuario, y pese a la «indiferencia» de Mendizorroza, que llegó a pitarle, logró darle la vuelta a una racha de cuatro puntos de 27.
El primer triunfo del Chacho tardó mes y medio en llegar. Pero qué victoria. El 1-3 del Villamarín fue el partido más redondo de los albiazules. El Betis apenas inquietó a un escuadrón comandado por las manos salvadoras de Sivera y las buenas obras de Kike García. Hat-trick. El noveno en la historia del Alavés en Primera. Y fue perfecto. El primero desde Ibai Gómez en Montilivi, escenario meses más tarde de otra victoria vital.
Quedaba lo que en teoría era más fácil. Ganar en Mendizorroza. Fue doloroso el 0-1 del Getafe. Con gritos de «directiva, dimisión». O el 0-1 del Espanyol. «Entendería cualquier decisión», reconocía Coudet. 0-2 con el Rayo. «Ía, ía, Luis García». El momento más bajo. No llegaban los goles. Era mala suerte que el equipo que ya se mostraba mucho más sólido en defensa no lograra materializar más las ocasiones que sí generaba. Hasta que llegó el mes de abril.
Tenaglia empezó de devolver con su volea en el derbi ante la Real la deuda con el público y le puso el candado al estadio vitoriano. 7 puntos de 9. Otro 1-0 ante el Valencia, con la redención de Jordán desde el punto de penalti. Su 'panenka' fallido pasa ya a los anales de la comedia de la centenaria historia del Glorioso.
Queda la tercera premonición de Luis García. «Todas las jugadas grises caen en contra». Los arbitrajes y los criterios difusos han perjudicado al Alavés. El club realizó una protesta pública. La desdicha con los colegiados dio la vuelta en los últimos días. Dos penaltis discutidos en el momento justo. Codet cumple el objetivo que le encomendó la directiva. Una salvación que vale millones. Que sana un clima enturbiado. La nostalgia deja otra vez paso a la ilusión.
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