La amarga sensación de otro revés ilógico
El equipo vitoriano logró, tras el descanso, ajustar la presión al rival y acelerar sus posesiones, pero pagó cara su falta de consistencia
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Varias concesiones a un adversario que apenas necesitó generar peligro para marcar
En base a los números y sensaciones, el Deportivo Alavés no mereció perder este viernes en Granada. Generó, controló durante la segunda mitad el partido ... y funcionó con cierta continuidad. Pero dejó abierta una vía que el también necesitado equipo nazarí explotó con notable éxito. El Alavés realizó demasiadas concesiones defensivas a un adversario sin excesivo brillo a la hora de atacar y generar peligro. Le ofreció un escenario amable y lo aprovechó. En especial durante la primera parte, en la que estuvieron desaparecidos, los vitorianos permitieron una y otra vez al Granada generar segundas situaciones de peligro. Los de Robert Moreno, con un notable Luis Suárez, golpeaban a la primera y, si no arañaban, las réplicas eran suyas. Así anotó el primero. Antonio Puertas -marcó por segundo encuentro consecutivo ante un Alavés contra el que siempre ha dado un notable nivel- tuvo mucho tiempo para transformar un rechace que recibió solo. En el segundo gol, Abram se impuso a la defensa y, aliado con el palo, Arias remachó a gol una jugada a balón parado que el Alavés había demostrado hasta ahora domina con calidad. El Granada transformó sus dos disparos a puerta en un alarde de efectividad sobre una alfombra mullida.
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La clave está en la presión: cuando el equipo la ejecutó bien, sacó rédito
Como todos los equipos de la zona baja, el equipo local padece dolencias en casi todas las facetas. Pero durante mucho tiempo logró camuflarlas. Pudo, sobre todo, mover el balón con tranquilidad. Una y otra vez, superaba con calma la presión albiazul, que llegaba a ráfagas, sin orden y con una deficiente ocupación de los espacios. Pero el Alavés demostró que, cuando corrigió esos defectos, podía hacer daño al Granada. De esa forma llegaron buenos momentos de juego, en los que logró, al fin, entorpecer la salida de juego de la escuadra local. Le faltó continuidad en una faceta que ha demostrado saber aplicar con acierto.
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Regresan los problemas para convertir las escasas ocasiones
Se repitieron los problemas que el equipo de Calleja ya tuvo ante el Celta. Si entonces pudo haber marcado el segundo gol antes de que lo lograse el equipo gallego, este viernes gozó de notables opciones durante toda la segunda mitad para igualar el partido mucho antes y afrontar el tiempo restante de partido desde otro ángulo. Pero falló mucho y su gol llegó de la manera más inverosímil, en un error apenas forzado del central Abram. Antes, Moya pudo marcar en boca de gol; pero su disparo, de forma inexplicable y a puerta vacía, se marchó muy lejos. Joselu, Rioja... el equipo consiguió acercarse -la mejoría en el juego le permitió ganar metros y asentarse en el campo rival- pero tardó mucho en lograr una igualada que luego la fatalidad tornó en inútil.
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Rioja acelera el juego y logra que el Alavés pueda actuar de cara
Luis Rioja es uno de los grandes argumentos del Deportivo Alavés y este viernes lo volvió a demostrar. Se repuso del tono gris general de la primera mitad para mostrar, de nuevo, que su cabeza y sus piernas trabajan a una marcha más que el resto del equipo. Durante gran parte de la segunda mitad, cada balón que controlaba el sevillano se traducía en ocasiones de peligro. Ahí pudo trabar una buena asociación con Javi López, novedad en el lateral, y que encontró en el contexto más abierto del segundo acto un escenario más acorde a sus cualidades. Pero Rioja volvió a ser el recurso más afilado de un discurso albiazul al que le sobraron algunos titubeos.
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La entrada de Manu García otorga a Calleja la visión que necesitaba
La mejoría del Alavés en la segunda mitad llegó acompañada de la entrada de un nombre: Manu García, El asturiano encontró en el contexto de partido -con el equipo en campo contrario y mirando siempre hacia delante- el jardín más preciado donde pudo desplegar sus virtudes. Buscó el balón y encontró líneas de pase verticales que lograron rajar el posicionamiento del Granada. La suya fue una actuación convincente que le consolida como una herramienta imprescindible para esta clase de escenarios. Los que, por otro lado, el equipo no suele disfrutar.
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