Los inescrutables atajos de las áreas
Un despiste defensivo final estropea la reacción del Alavés en una buena segunda mitad limitada por la falta de puntería
Otra derrota frustrante. Otro botín merecido que el Deportivo Alavés deja escapar entre los dedos. Retorno a la realidad de la incertidumbre clasificatoria por los inescrutables caminos del fútbol. Los detalles. Las áreas. Los atajos inexplicables que encuentra el balón para colarse entre las rendijas de los méritos. Un capítulo de dos partes con inesperado giro al final. Un tiempo para cada equipo: el albiazul fue mejor en su turno que el nazarí en el suyo. Los de Calleja se levantaron de una floja primera parte para merecer mucho más en la segunda, subida a una montaña rusa de matices y sensaciones que transportó el partido hasta ese desenlace infeliz, posiblemente injusto y seguramente insospechado en el momento.
Granada
Maximiano, Quini, Abram, Torrente, Neva, Milla (Monchu, 80'), Gonalons, Escudero (Eteki, 61'), Puertas (Arias, 80'), J. Molina (Soro, 71'), Luis Suárez.
2
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1
Alavés
Pacheco, Aguirregabiria, Laguardia, Lejeune, Javi López, Ndiaye (Pina, 71'), Pere Pons (Sylla, 78'), Toni Moya (Manu García, 57'), E. Méndez (Pellistri, 71'), Joselu, Rioj
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GOLES 1-0, M.14, Puertas. 1-1, M. 81, Abram (p.p). 2-1, M. 86, Arias.
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ÁRBITRO Alberola Rojas (castellano-manchego). T.A: Abram (40'), Laguardia (45'), Eteki (79'), Javi López (86').
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ESTADIO Nuevo Los Cármenes. 15.000 espectadores
Porque el conjunto vitoriano perdió cuando más se acercó a la victoria. Creó primero varias ocasiones para empatar. Todas las que no había sabido dibujar en la primera parte. Pero se estrelló contra su propia falta de puntería hasta que el franjirrojo Abram marcó el empate en su propia portería (m. 80). Un infortunio que hacía justicia. El debido premio a la reacción de un equipo albiazul que siguió porfiando por el triunfo ante un Granada noqueado. En esos momentos de duda entre nadar y guardar la ropa, que un punto, visto lo visto, era un tesoro.
Los nazaríes apenas daban brazadas y vigilaban mal sus vestimentas, pero se encontraron con un córner sin apenas buscarlo. Una jugada a balón parado que un Alavés poderoso en el juego aéreo suele defender bien. Esta vez no. La arbitrariedad del fútbol. Abram, el del autogol, para darle más lustre a la carambola final granadina, se elevó por encima de Javi López para cabecear con una comodidad que no se puede permitir en el minuto 86, su remate fue al poste y Arias fue más vivo que Laguardia para fusilar a un vencido Pacheco en el rechace. Un despiste defensivo cercenaba de raíz la brava reacción albiazul.
Al Alavés se le había escapado la primera parte sin darse cuenta. Sin apenas asomarse al partido. Pareció empezar más sereno que su rival en sus intenciones con el balón, pero fueron diez minutos iniciales insulsos. No pasó nada hasta que Puertas cazó un centro de Neva desde la izquierda que remató fuera (m. 11). Simbólico punto de inflexión que agitó a los nazaríes y achicó a los albiazules. Y fue el propio Puertas el que encontró la red poco después. En una buena acción individual de Luis Suárez, aderezada con la laxitud defensiva vitoriana. El colombiano se fue muy fácil de Loum y provocó un rebote entre Lejeune y Laguardia que el maño despejó flojo a los pies del centrocampista andaluz, que, solo en el borde del área, únicamente tuvo que colocar el balón lejos del alcance de Pacheco (m. 14).
El Granada se encontró el gol, pero hizo más méritos que un espeso Alavés para irse en ventaja al descanso. A los de Calleja les costaba muchísimo progresar con la pelota. Imprecisos, con las líneas desconectadas. Si no encuentra ni a Joselu ni a Rioja, los argumentos del conjunto vitoriano escasean. Y un disparo lejano de Toni Moya fue la única noticia ofensiva en toda la primera mitad (m. 24).
La escuadra andaluza tenía las ideas más nítidas. Robar y buscar la portería rival en busca de una finalización rápida. No hizo muchas ocasiones claras, pero sí llegaba con cierta frecuencia. Generaba mucho más que su rival sin necesidad de grandes alardes futbolísticos. Simplemente dominando las segundas jugadas ante un Alavés que, además de estéril en ataque, tampoco se encontraba en las tareas de contención, con los espacios peor repartidos que en anteriores citas.
Había mucho que mejorar para salir vivo de Los Cármenes. Y el Alavés supo hacerlo. Desde el principio, apostando por un fútbol más directo que buscara a Joselu. Encontró primero a Luis Rioja, que en apenas un minuto sirvió un gol en bandeja a Toni Moya, que, de manera incomprensible, a portería vacía, no acertó a rematar lo que era un gol cantado. Su presión alta era algo deslavazada, pero el equipo albiazul ya apretaba.
El Granada sufría y la entrada de Manu García dio más criterio al ataque alavesista. El asturiano filtró buenos balones y la ocasiones seguían sucediéndose. Joselu probó a Maximiano, que después hizo un paradón soberbio a Luis Rioja tras una buena jugada colectiva vitoriana. Falta directa alta de Lejeune, balón cruzado de Edgar... Solo faltaba el acierto. Que apareció de la manera más inesperada. Gol en propia puerta de Abram para una justicia futbolística a la que aún le quedaba una última voltereta.
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