Un Alavés reconocible entre las circunstancias
La ineficacia castiga a un equipo albiazul que, entre ideas claras y lagunas lógicas del estreno, fue superior durante más tiempo que su rival
Un partido resumido en un minuto. O poco más. El que pasó entre la clara ocasión que erró Asier Villalibre, lento ante Iván Villar, y ... el gol de Iago Aspas, letal ante Sivera. Al 'Búfalo' se le notó falta de chispa; al 'Príncipe de las Bateas' se le pueden achacar muchas cosas, como el manotazo que propinó a Antonio Blanco sin venir a cuento y que el VAR tiñó de amarillo cuando el árbitro había juzgado como roja (m. 6), pero su calidad es indiscutible. Un delantero que a sus 37 años, como había avisado Luis García en la previa, aún «decide partidos».
Ahí estuvo la diferencia. Porque, en el tramo final y con empate a uno en el marcador, eran los minutos de mayor peligro del conjunto babazorro, que, revitalizado en la segunda parte por la entrada de Rioja y Stoichkov, había reaccionado muy bien al golpe que supuso el empate. El caso es que el Alavés encadena ya cuatro estrenos en Primera con derrota, desde que un tanto de Joselu ante el Levante decidiera el duelo inaugural de la temporada 2019-20. Pero lo de Balaídos no tuvo nada que ver con lo de hace un año en Cádiz.
Porque el equipo albiazul tuvo una gran puesta en escena, generó más y mejores ocasiones que el Celta –antes de Villalibre se quedaron ante el portero Stoichkov y, en peor posición, Hugo Novoa– y fue mejor durante más minutos que el Celta. Al principio, protagonista en campo rival con la misma propuesta que el curso pasado; y al final, cuando los cambios dieron la vuelta a la tortilla hasta desembocar en ese escenario en el que, con la balanza desnivelada a favor de los visitantes, Iago Aspas decantó el partido a favor de los locales.
El jugador que bien podía haber sido expulsado en el arranque del partido –se podrá discutir la violencia del golpe, pero no su clara intencionalidad– resultó decisivo al final. Peor desenlace que sensaciones de un equipo «en construcción», después de todo, como había recalcado el propio entrenador antes de viajar hacia Vigo. Pero reconocible.
El nuevo viejo Alavés, se podría decir. Con solo tres fichajes en el once –Diarra, Luka Romero y Conechny– y tres más que partieron desde el banquillo –Hugo Novoa, Stoichkov y Villalibre–. Con Carlos Vicente como esperado parche en el lateral derecho para paliar las bajas defensivas. Y con la misma idea que tan bien le funcionó la temporada pasada, con la intención de ser protagonista en campo contrario, y un estilo reconocible desde el primer minuto.
Las variantes de los cambios
Antonio Blanco y Ander Guevara a los mandos, con el indiscutible Guridi por delante. Fue clave el centrocampista andaluz en el gol albiazul: espléndido centro convertido en el 0-1 por un perfecto desmarque y posterior cabezazo de Kike García. Las garantías de la vieja guardia, plasmada en la segunda parte por acciones providenciales en el área propia de Abqar y Sivera. Bien también Luis Rioja cuando apareció en la segunda parte como revulsivo.
El extremo andaluz ha estado en el centro de los rumores de salida durante todo el verano y partió desde el banquillo, pero se mostró incisivo cuando saltó al césped. Lo hizo mediada la segunda mitad. Junto a Stoichkov. Poco antes había salido Hugo Novoa, que actuó por delante de Carlos Vicente. Cambios que dieron frutos notables. La mano del entrenador. Porque los tres reanimaron el ataque de un conjunto albiazul que empezaba a acusar la lógica fatiga del partido inaugural, marcado generalmente por la falta de frescura de los futbolistas.
Iago Aspas fue letal donde perdonó Villalibre para decantar un duelo que el equipo albiazul hacía suyo
Muy vertical el carrilero derecho, que gozó de una ocasión que el mismo había gestado con una gran arrancada. Activo entre líneas el gaditano, debutante en Primera División con 30 años, cuya presencia cambia la fisonomía del equipo: entró por Guridi, en la mediapunta, pero si el azpeitiarra ejerce de tercer centrocampista el sanroqueño lo hace de segundo delantero. Cambio de registro. Versatilidad para una línea de creación con muchas variantes. Mimbres para la esperanza de un equipo que en Balaídos mereció mejor suerte.
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