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Vitoria se transporta a la época del medievo
La primera jornada del Mercado Medieval llena el Casco Viejo de artesanía, comida, buen ambiente y personajes sacados de los cuentos de hadas
Ania Ibañez
Viernes, 26 de septiembre 2025, 21:35
La 'almendra' medieval vuelve a sus orígenes. Este viernes se inauguraba una nueva edición del Mercado Medieval de Vitoria en una tarde soleada que ... invitó a miles de vitorianos a acercarse a la plaza del Machete para dar la bienvenida a los distintos personajes que animarán las calles del Casco Viejo hasta mañana. Saltimbanquis, duendes y personajes del medio oriente entretuvieron a los viandantes amenizados por la música de las gaitas y la percusión de los tambores. Hasta se pudo disfrutar de una pequeña pelea de espadas entre dos caballeros recién salidos de la época del Rey Arturo.
Una vez el mercado quedó inaugurado, los personajes de ensueño comenzaron su pasacalles, iluminando la mirada de los más pequeños. «¡Mira los duendes, aita!», exclamó una pequeña en brazos de su padre, maravillada por el iratxo ataviado con un enorme gorro de seta que saludaba a los curiosos. Tras el 'paseíllo' medieval los visitantes se dispersaron para disfrutar de los distintos puestos, entre ellos el de Iván Bisceglie, un artesano italiano que hacía una demostración en vivo de cómo trabajar el cuero.
«Vine al Mercado Medieval de Vitoria hace trece años», explica mientras marcaba un cinturón. «Es especial por el entorno antiguo, nos transporta a una época en la que trabajos como el mío eran habituales y respetados», añade Bisceglie. «Por suerte, en el País Vasco se aprecia mucho la artesanía, es un público muy agradecido», destaca sobre su experiencia en distintos mercados de este tipo en su país natal, Francia y otras partes de España.
Aún así, hay puestos que se han modernizado, llegando a vender los codiciados muñecos Labubu que hacen las delicias de los más pequeños. «Es una pena porque hay puestos que venden cosas de Aliexpress», se lamenta Jara, que recorría los puestos junto a su madre, Liria Alonso. «Venimos todos los años y siempre nos paramos en el puesto de fuets», explica la progenitora mientras se hacía con estos embutidos del puesto Impero Gourmet, que lleva tres años parando en Vitoria.
Les atendía Miguel Gutiérrez, quien cortaba el manjar para darlo a probar a los curiosos que pasaban por su puesto. «Llevamos 70 años fabricando los fuets en Girona», expone el tendero. «No cogemos un fuet y lo rebozamos simplemente. Tiene un proceso de curación con distintas especias e ingredientes para darle un buen sabor».
Entorno «mágico»
Otra de las comidas más cotizadas son los crepes de chocolate. La familia compuesta por Naiara, Rubén y la pequeña Liana disfrutaban del dulce tras haber hecho sus compras. «Siempre venimos a los puestos de cristales», dicen exhibiendo pulseras con distintas piedras preciosas. La más pequeña había comprado «un cuarzo rosa en forma de corazón» porque «me ha gustado mucho».
«Normalmente venimos los sábados, pero hemos preferido venir hoy -por ayer- por si había menos gente», algo que no se había cumplido del todo ya que las calles de la 'almendra' estuvieron a rebosar. Aún así no habían sido los únicos en tener ese pensamiento. Begoña, que iba a comprarle un bizcocho a su madre Marisol, aclaró que «siempre vengo los viernes porque es cuando mejor se pueden ver los puestos». Una cita ineludible para ella «porque es algo único que pasa una vez al año, y encima cada vez hay más cosas».
Una de las novedades era el puesto 'Enui', de jabones y ungüentos artesanos. Aunque su dueña, Esti Caballero, ya había aterrizado en Vitoria el año pasado. En esta edición ha inaugurado un taller de cosmética natural. En él elaboran un champú sólido Itsaso, Ana Belén y Tatiana, quienes acaban de conocerse pese a charlar como viejas conocidas.
«Es la magia del mercado», explica Caballero sobre la amistad naciente de las chicas mientras les da indicaciones sobre el secado del champú. «Una vez me vino una chica que llevaba ocho meses buscando el ungüento del dolor que elaboro», contaba la artesana. «Era lo único que podía calmarle el dolor la rodilla, que la tenía bastante mal. Nos acabamos abrazando y todo». Lógico en un Mercado Medieval en el que «se crea un entorno mágico que es una maravilla».
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