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«Fue difícil encontrar esta solución. Habitualmente recurre a ampliar con un barrio que baje hacia el ensanche en las ciudades. Lo que se suele llamar espolón. Pero en esta ocasión creé algo nuevo para beneficio de la ciudad y sobre todo para que volviera la luz». Desde uno de los miradores de Los Arquillos, el actor Juanjo Monago se mete en la piel del arquitecto Justo Antonio de Olaguíbel (Vitoria, 1752-1818) y habla de esa conexión entre la parte más alta de la colina, en la que surge la ciudad, y la zona llana, considerada una gran obra que salvó 22 metros de desnivel.
Monago, también historiador que ha sido profesor durante años en la EPA Paulo Freire y en la cárcel de Zaballa, revive al personaje hoy en un encuentro teatral en la iglesia de San Vicente (20.00 horas, entrada libre hasta completar el aforo) amenizada por el violinista Xabi Otxagabia. Saca así de la maleta la vestimenta que llevaba tiempo sin ponerse porque siente que nunca es mal momento para recordar al arquitecto. Ya lo hizo en 2012, en 2021 y ahora de nuevo.
Desde el pasaje de Los Arquillos, una de esas grandes obras que marcaron el siglo XVII en Vitoria, explica que fue parte de un proyecto mucho más amplio que Olaguíbel se propuso. Partió como un encargo del Marqués de la Alameda, alcalde ilustrado de Vitoria, para diseñar la actual plaza de España. En lugar de ello, ideó un 'megaproyecto' que conectaba cinco niveles escalonados que van desde la escalinata que desemboca en la plaza del Machete hasta la plaza donde se sitúa el Ayuntamiento de Vitoria.
«Él no contempló que hubiera viviendas en la zona de los Arquillos», apunta Monago acerca de esa obra también conocida como el 'acueducto vitoriano'. Monago subraya que no murió con galones, a pesar de que hoy en día a Olaguíbel se le encuentra como el gran 'creador' y alma urbana de Vitoria. «Fue enterrado en una fosa común en el cementerio de Santa Isabel y su cuerpo no se ha encontrado», dice mientras plantea que eso pudo obedecer a un conflicto con las instituciones de la época. Otro aspecto curioso de su carrera es que «no se casó, no tuvo hijos y vivió toda su vida con su hermana en la calle Pintorería».
A pesar de que a Monago, de 60 años, se le identifica generalmente con personajes históricos como Olaguíbel o Félix María de Samaniego, confiesa que no quiere encasillarse. «También quiero que se recuerde la interpretación que hago de los cuentos de Edgar Allan Poe; el personaje de un drogadicto carcelario o el de 'hijo p… bipolar'», señala acerca de algunos de esos otros papeles menos populares.
Eso sí, no niega que disfruta cuando le toca sumergirse en las biografías y estudiar grandes personajes. «Me encantaría hacer Iradier, el compositor de 'La Paloma' o Iradier, el explorador», cuenta este cómico que empezó su carrera hace un cuarto de siglo y casi siempre ha actuado solo. Entre esos proyectos con otros agentes sobresale un homenaje a Olaguíbel en 2011 en el que participaron algunos de los actores alaveses más reconocidos como Gorka Aginagalde, Unax Ugalde y Karra Elejalde.
¿Cómo vería hoy Olaguíbel la Vitoria contemporánea? Monago se lo piensa. «El eje del reloj sigue siendo el mismo (Machete, Los Arquillos, plaza de España). Se ha ampliado en varias áreas. A veces a mi entender no del todo bien pensado. Pero desde aquí se vive, se divierte y se conoce», apunta este artista que señala que actuar en una iglesia tiene que ver con poner en valor el patrimonio religioso. Y es que Olaguíbel también se encargó de diseñar las torres de Vírgala Mayor o dirigir la obra de la iglesia de San Andrés de Elciego, entre otras.
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