La vitrina del Bibat ya no está vacante, sino Bacante; es decir, 'conteniente la imagen de Baco'. A partir de ahora, las 'bacantes' podrán oficiar ... sus ritos y bailar sus danzas bacanales en honor de un Baco o Dionisios, auténtico. Y los alaveses, más prudentemente, según nuestro estilo, celebrar que la cabecita, media en realidad, de Arkaia-Suestatium se encuentra por fin donde debió hacerlo desde el principio. En el Museo de Arqueología, el lugar en el que, a partir de ahora, todos podremos disfrutar de ella y de su belleza.
Porque, si algo me ha tenido fastidiado durante todos estos años, aparte de la tristeza de haberla tenido en mis manos y no haber sido capaz de evitar que acabara en otras más egoístas, es que, además de que formara parte de nuestro patrimonio, era, es, muy bonita.
Es por esto por lo que mi alegría al conocer que ya está en el Bibat ha sido doble. Porque está donde debía pero también porque, desde ahora, los estudiosos van a poder reestudiarla sin problemas, con tiempo. Quiero pensar que una vez devuelta va a ser más fácil conocer las circunstancias de su hallazgo. Algo que tiene un enorme interés.
Porque la arqueología necesita de todos los datos posibles para poder hacer bien su trabajo. Se le llama contextualizar. Los arqueólogos necesitan situar perfectamente cualquier hallazgo en sus coordenadas espacio temporales. Cualquier elemento de antigüedad, y esto es muy importante que se entienda, tiene valor o no si se conoce, o no, la unidad temporal en la que ha aparecido. Fuera de ella, deja de tenerlo. A veces es difícil de entender pero para la arqueología el problema fundamental de que el Baco de Arkaia estuviera en manos privadas era la imposibilidad de conocer mejor dónde y cómo había sido hallado. Ahora, se abren nuevas expectativas. La posibilidad de acceder al lugar en el que apareció e intentar aplicar en él el método arqueológico.
Una vez devuelta va a ser más fácil contextualizarla, una tarea fundamental para los arqueólogos
Afortunadamente, en Arkaia no se ha dejado de hacer arqueología, casi desde que apareció la cabecita. Hay una larga serie de actuaciones que, por razones de protección del yacimiento combinadas con la necesidad de que la vida del pueblo siguiera su curso se han ido sumando, siempre bajo el amparo y responsabilidad de la Diputación Foral de Álava. En estos momentos, en Arkaia se sigue trabajando. Restaurando el patrimonio estructural puesto al descubierto en el transcurso de las campañas que tuve ocasión de dirigir, entre 1976 y 1981, que dieron origen a una completa publicación memorial de lo que allí había ocurrido más una fenomenal puesta al día realizada por arqueólogos de la siguiente generación.
El interés que está poniendo ahora mismo el pueblo de Arkaia es modélico en este sentido. Y, a buen seguro, que la noticia va a reconfortar a las personas que al labrar sus fincas han ido encontrando piezas y las han donado, sin esperar más recompensa que la de colaborar en el conocimiento de los primeros pasos del lugar en el que viven y han vivido sus antepasados desde los tiempos de los romanos, por lo menos. Desde cuando Arkaia se llamaba 'Suestatium', la ciudad de los Caristios.
No puedo terminar sin hacer una mención a que, en el fondo, el que la pieza haya vuelto a la luz pública tiene que ver con el hecho de que nunca se haya dejado de intentar que lo hiciera y, en este sentido, los últimos responsables de Cultura de la Diputación Foral de Álava han tenido su buena parte de culpa, pero también para este periódico; pues no cabe duda de que su involucración en el tema ha sido parte determinante para que las cosas hayan llegado a su buen fin. Enhorabuena pues para todos. Lo digo sin jactancia, para mí que me dejé los veranos excavando en Arkaia y para todos los que ahora siguen trabajando allí, enhorabuena para el propio Arkaia porque la cabecita siempre será suya y enhorabuena para la fuerza social de este medio de comunicación, con el que tengo el gusto de colaborar.
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