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Tres horas de espera para ser los primeros en entregar la carta a los Reyes en Vitoria
Los más pequeños han esperado pacientemente su turno para hablar con Melchor, Gaspar y Baltasar aunque han reconocido que tienen que «obedecer más» a sus padres
A las 12.15 horas se han abierto las puertas del Palacio de Villa Suso para que los Reyes Magos empezasen a recoger las cartas ... de los niños de Vitoria. Los primeros en la larga fila que se adentraba en el Casco Viejo llevaban tres horas esperando pacientes en la calle para asegurarse que Sus Majestades recibían de forma nítida el mensaje con sus deseos.
El fenómeno 'fan' de los Reyes ha tenido su apogeo en esa cola, que iba hasta más allá de Montehermoso y daba buena cuenta del cariño que Vitoria le profesa a Sus Majestades de Oriente. Las familias más madrugadoras tuvieron que esperar esos más de 180 minutos para charlar con Melchor, Gaspar y Baltasar. Así lo aseguraban los padres de las pequeñas Emma, Martina, Cayetana, Olivia y Candela, que aguardaban con vestidos conjuntados su turno para charlar con los Magos.
Ellas son de las que todavía no quieren saber nada de tecnología. Sus peticiones eran íntegramente analógicas: «una bicicleta», «un hospital de Playmobil», «una casita», «plastilina de Bluey» y «unos calentadores de bolsillo». Que viva el pragmatismo. Candela, la más pequeña de todas, pecaba de sinceridad cuando se le preguntaba qué hay que mejorar para que los Reyes pasen con más regalos el año que viene: «Hay que obedecer a papá y a mamá».
No muy lejos de ellos estaban Martín y Alex, de siete y cinco años. Presiden el club de fans de Baltasar y Alex admite que «tenemos que decir menos palabrotas» pese a que Martín niega que salgan tacos de su boca. «Martín quizá no se acuerda, pero yo tengo muy buena memoria. Un día Martín estaba haciendo un parking de coches, le fui a poner otro y se cayó. Me gritó y me pegó dos tortas», revela el más pequeño de los dos hermanos. «Pero ya me estoy portando mejor», replica el mayor a instancias de su madre.
Mikel y David son apasionados de Lego. Cada uno ha pedido un juguete de la marca, aunque David, que respira alavesismo por los cuatro costados, también quiere unas zapatillas de fútbol, juguetes y un peluche. Aun así, llevan sus cartas para cerciorarse de que sus peticiones llegan a los Magos. Mikel reconoce que tiene que obedecer más a sus padres porque sólo lo hace «a veces», pero David contrataca: «Es que ellos nos dicen las cosas dos veces, pero nosotros se las decimos tres y no nos hacen caso». Y para que apunten los Reyes en el menú cuando lleguen a sus casas, adelantan que habrá roscón de nata y de chocolate, porque Mikel lo quiere del primer tipo y David del segundo, pero los dos quieren con relleno.
Al final de la cola, pasado ya Montehermoso, los últimos eran Jare, Zoulija y Hamed. Jare es la única que le ha pedido algo concreto a Sus Majestades: un reloj. Zoulija y Hamed prefieren ver «sorpresas» al paso de Melchor, Gaspar y Baltasar. De los tres, cada uno tiene un rey favorito, así que la cosa aquí está más reñida. Para que la sorpresa para Hamed sea mayor, sabe que la clave está en «hacer las tareas». «Hay que mejorar». Los pequeños, de cinco años ella y de cuatro él, sonríen antes de volver a mirar de frente a la larga cola.
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