Oleada de robos en pueblos de Álava
«Furgoneta sospechosa delante de mi casa»La «psicosis» es tal en Zigoitia por la oleada de robos que en cuanto ven a un extraño alertan a más de 280 vecinos
«¿Tenéis localizada una furgoneta Renault gris metalizada? Es la tercera vez que pasa por delante de mi casa muy despacio». La pregunta la lanzó ... en la tarde del jueves un vecino de Murua. En cuestión de segundos, el mensaje llegó a 286 vecinos del municipio de Zigoitia. Un puñado de ellos ya estaban prestos para acudir en su ayuda si resultaban ser ladrones. A raíz de los reiterados episodios de robos sufridos durante el invierno y parte del otoño, los residentes decidieron crear el grupo de WhatsApp 'Alerta Zigoitia' para avisar y también pedir ayuda ante la más mínima sospecha de otro asalto a una vivienda.
Si algo caracteriza a los pueblos es que todos los vecinos se conocen. Y este contexto, esta se ha convertido en la mejor baza para tratar de frenar nuevos hurtos, una especie de escudo que no siempre resulta exitoso. Según avanzó el viernes EL CORREO, entre noviembre y enero en la cuadrilla de Gorbeialdea se han producido 35 robos en viviendas, la gran mayoría en Zigoitia, conformado por 18 pueblos. «La gente está muy involucrada y esa colaboración está siendo vital para intentar que no haya más. Si sales a pasear con el perro o dar una vuelta en bici aprovechas para vigilar», explican los vecinos, quienes prefieren mantenerse en el anonimato «porque no queremos que se sepa dónde vivimos».
La «psicosis» ha sustituido a la apacible vida de postal en unos pueblos en los que a la más mínima algunos desconfían de una cara desconocida o incluso de un vehículo de una compañía de telecomunicación. «No hace mucho aparcó aquí al lado -señalando hacia el parking del Ayuntamiento- un coche que nadie sabía de quién era. Se preguntó y al ver que era desconocido unos decidieron seguirle. Al final resultó ser un coche secreta de la Ertzaintza», comparte una pareja.
Son las 15.15 horas. Un puñado de vecinos toman café y cañas en el bar de Gopegi, junto al Ayuntamiento. En una esquina, una cuadrilla de jóvenes de repente enmudece al ver a este periodista, al que no preguntan el nombre pero miran con desconfianza. Minutos más tarde, algo parecido sucede en Apodaka, donde cuatro vecinos interrumpen la partida de palas para preguntar al foráneo qué quiere: «¿Te ayudamos en algo?».
«¿Os suena este Renault gris? Es la tercera vez que pasa por delante de mi casa», pregunta un vecino de Murua
Tarde del jueves
«La Ertzaintza con los recursos que tiene hace lo que puede, pero cuando pillan a uno entra por una puerta y sale por la otra»
Javier Gorbeña, alcalde
Están desesperados: «La mayoría de nosotros ha sufrido algún susto». Aún tienen muy presente lo ocurrido a finales de noviembre. Unos ladrones se vistieron de ciclistas para asaltar una vivienda, pero sin suerte. El aviso de un vecino por WhatsApp sacó al pueblo a la calle para reducir a los individuos. «Los mensajes y los audios corrían como la pólvora para informar por dónde iban o qué calles estaban vigiladas». La labor dio sus frutos. «Redujimos a uno en el monte -emplearon incluso gafas de visión nocturna- hasta que llegó la Ertzaintza. «El temor es que nunca sabes cómo pueden reaccionar ellos».
¿Por qué aquí?
Los ladrones han dado palos, o lo han intentado, en Murua, Acosta, San Pedro, Berrícano, Gopegi, Etxaguen... «Hace como tres semanas asaltaron la casa de mi vecina», comenta una residente de San Pedro. Otro evoca cómo dos mujeres abrieron la puerta de una casa «con la excusa de que venían a por chatarra». Incluso el alcalde de Zigoitia, Javier Gorbeña, cuenta que los ladrones también han entrado en las tres casas contiguas a la suya. Y la resignación es que «cualquier día sabes que serás tú al que asalten», confiesa un vecino de Berrikano, más alejado del núcleo urbano y donde hay medio centenar de viviendas.
¿Qué hace que los ladrones sitúen Zigoitia en el mapa? El regidor lo achaca a la orografía: «Vigilar todo el municipio es complicado por las distancias que hay entre pueblos y a eso hay que sumar que estamos pegados a la N-622, en cuestión de minutos puedes estar rumbo a Madrid, Bilbao, Irún o entrar a Vitoria, lo que dificulta la persecución», se lamenta. A lo que suma el factor del anochecer para no ser vistos. «Apenas son cinco minutos y se llevan lo que pueden. A veces no logran un gran botín, pero te dejan en el cuerpo esa sensación de vulnerabilidad», coinciden varios afectados.
Entre noviembre y enero se han producido 35 en la cuadrilla de Gorbeialdea
Número de robos
La policía autonómica puso en marcha a finales de enero un «plan de acción» que se ha saldado con dos detenciones. «La Ertzaintza con los recursos que tiene hace lo que puede; cuando hay oleada intensifican las patrullas, pero cuando se pilla a alguno robando entran por una puerta y salen por la otra», se resigna Gorbeña. «Ahora la cosa está bastante tranquila, pero es un horror. Poco o nada podemos hacer, más que pedir colaboración ciudadana». Incluso los propios regidores de la Cuadrilla cuentan con un grupo de WhatsApp con la Ertzaintza para agilizar la comunicación.
Cae la noche y las luces azules rompen la oscuridad en la calle. Dos patrullas recorren continuamente el municipio. «Se ha intensificado la vigilancia a raíz de la oleada. El último caso del que tenemos constancia fue a finales de enero», reconoce un agente. «Los vecinos nos muestran matrículas o coches que les resultan extraños para que los tengamos controlados por si los vemos. Esta colaboración es vital», reconocen.
Medidas disuasorias
La situación es tal, que los vecinos han intensificado las medidas de seguridad. «Algunos han instalado cámaras, aunque también pueden ser pistas de que tienes cosas de valor en casa, otros han colocado puertas blindadas o setos más elevados en el jardín para frenarles».
Las hay más sofisticadas. «Mira, yo en mi casa he instalado un sensor que enciende las luces de las dependencias de la casa de manera aleatoria y a diferentes horas», confiesa un vecino de Murua. En Apodaka, otro programa la radio «para dar la sensación de que hay gente en casa». A lo que se suman las muchas viviendas que cuentan con luces led continuamente encendidas en el jardín. «Ahora respiramos más aliviados, pero es cuestión de tiempo que llegue de nuevo la temporada. Reforzaremos esa red vecinal para darles caza».
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