Las «reinas de Zabalgana» rompen con la soledad no deseada
Diez mujeres de más de 60 años se reúnen cada jueves en el centro cívico del barrio más poblado, y uno de los más jóvenes de Vitoria, para acabar con el aislamiento. «Con ellas ya no conozco la tristeza», confiesan sus asistentes
«Ciudad de acogida». Laudelina -Lali, como prefiere que abrevien su nombre- Martínez define con esas palabras a Vitoria. Lo hace, en realidad, a ... través de un verso libre que ha recogido en un poema dedicado a la capital alavesa, donde habita desde hace una década y lo recita con orgullo delante de una decena de mujeres con las que se reúne cada jueves en el centro cívico de Zabalgana.
La mayoría, como ella, se han asentado en la gran urbe después de vivir en otros puntos de España y del extranjero. Y, juntas, demuestran que lo que escribe Lali es certero: por unos motivos u otros, y antes o después, Vitoria les ha acogido. Todas ellas -Antonia, Crescen, Pili, Carmen, Juana, Gladis, Juli, Toñi y Judith- superan los 60 años y en el distrito más poblado de la ciudad, Zabalgana, han encontrado múltiples zonas verdes y casas adaptadas con ascensor. Sin embargo, hay algo aquí que echan en falta. No es fácil conectar con el vecino. «No hay comunicación. Yo llevo diez años aquí y no les conozco las caras», certifica Juli Delgado, originaria de Cáceres y con otros tantos años de residencia en la localidad vizcaína de Bermeo.
Esa falta de redes -patente, sobre todo, en estos distritos tan extensos y recién consolidados- se suma al envejecimiento, la pérdida inevitable de familiares y a una lista de ausencias invisibles a simple vista que arman una dolencia que cuesta asumir. Lo que les pasa, como a muchas otras, es que sufren los achaques propios de la soledad no deseada.
No es fácil reconocer ese problema, ponerle nombre y, menos aún, enfrentarlo. De su diagnóstico advirtieron en un principio las profesionales sanitarias de su centro de salud, adonde acudían estas pacientes a menudo. Luego, esos trabajadores, conscientes del problema, les derivaron al servicio social de Base del centro cívico y, para plantar cara a ese sentimiento de aislamiento se conformó este grupo semanal, que dinamiza la psicóloga Virgina Gámiz.
«Ahora paseamos todas las tardes y el fin de semana vamos al centro: de tiendas y a por un chocolate»
Pintan, escriben, reciben charlas o, simplemente, dedican una mañana a charlar. «Me río mucho con ellas. Sólo por el hecho de estar aquí, ya estoy bien», traslada Juana, que se mudó en 2001 al territorio alavés desde República Dominicana. «Yo he estado un poco 'depre'. Me he pasado dos años casi sin salir de casa... Pero ahora ya no», confiesa sincera, en la misma línea, Crescen Contreras, que ha vivido toda su vida en Galdakao. «Con ellas ya no conozco la tristeza. Son la bomba. A veces no me puedo creer esto que me ha pasado, me ha tocado la lotería. Son una compañía tan bonita... como si fueran mis hermanas», se deshace también en elogios para sus compañeras Pili Fernández, oriunda de Labastida.
Grupo de WhatsApp
Lo cierto es que sus encuentros se perciben como un subidón de autoestima. «Esta es la alegría de la huerta», apuntan sobre Antonia Alegre. «Mírala, que no tiene ni una arruga», dicen de Pili, cuando se vuelve tímida al pedirle participar en una fotografía. «Ellas son las más entretenidas», agrega Judith Fernández, de Caracas (Venezuela), que califica Vitoria como «un paraíso», mientras colorea de azul las ramas de un árbol en un lienzo que terminan, poco a poco, entre todas.
Así, si se les sondea por su pasado, sus raíces e historias difieren. Pero si han logrado conectar es porque todas, de alguna forma, están viviendo el mismo presente. Por eso mismo, también esos encuentros ya no sólo se quedan en las paredes del centro cívico.
Las enfermeras del centro de Salud fueron las que alertaron del problema a los servicios sociales
A través de un grupo de WhatsApp nombrado 'Las reinas de Zabalgana' comparten su día a día, se envían fotos de viajes familiares cuando se marchan de la ciudad y, lo más importante, se citan a diario para hacer planes. «Estamos todos los días en la calle. Por las tardes, entre semana, vamos a andar por Armentia, el Anillo Verde... El paseo Cervantes también es muy bonito. Y los sábados cogemos el autobús y nos marchamos de tiendas al centro, tomamos un chocolate caliente con churros y a las nueve de la noche, como buenas personas, a casa», cuentan dicharacheras Antonia y Crescen, que en cuestión de meses se han hecho inseparables y se apuntan a todo.
«Al principio no nos conocíamos y ahora, fíjate tú. Es que aquí vive mucha gente joven. Es difícil hacer amistades en el barrio con nuestra edad, por eso antes no salíamos mucho», explican.
Fue en 2023 cuando el Ayuntamiento impulsó el programa 'Receta centro cívico' en Zabalgana (hoy también está presente en Salburua), para tratar de mejorar la salud de los vitorianos en estos espacios municipales. Por eso, y tras la alerta que realizaron las enfermeras del centro de salud, «podemos decir que misión cumplida», se congratula la concejala de Centros Cívicos, Miren Fernández de Landa. «Una vez más estas instalaciones actúan de eje vertebrador del barrio poniendo en contacto a personas y ayudándoles a solucionar sus problemas».
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