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Ya sé que a nadie le importa pero yo estuve viendo con mi padre los terrenos donde iba a venir Michelin. Tuve que esperar algún ... tiempo pero he llegado a ver la fábrica y comprender lo importante que era que viniera para el futuro de Vitoria.
Estuve en el puente de Ali cuando pasó el primer tren electrificado y en Estarrona viendo bajar el primer avión a Foronda. El aeropuerto me lo conocía de sobra, por un plano antiguo en el que teníamos dibujadas las pistas. Las dos. La terminal actual era para carga. El aeropuerto iba a ser importantísimo, capaz de admitir aviones transoceánicos o de la OTAN.
He visto cumplirse una enorme cantidad de expectativas que teníamos los de Vitoria de antes previendo cómo iba a ser la Vitoria de después. Tengo que reconocer una salvedad. Estaba convencido de que iba a ver soterrado el ferrocarril, ahora sé que no lo voy a ver, de lo que me alegro.
Pero, en general, las cosas han ocurrido en plazo, quiero decir en mi plazo. Ahora empiezo a verlas y verlos de otra manera. A las cosas y a los plazos. Ahora me empieza a dar igual.
He leído que el tranvía a Zabalgana empezará a funcionar en 2027. Primero, no me lo he creído y, segundo, a qué voy a ir yo a Zabalgana, a esa edad. He leído que, a partir de 2035, ya no se podrán fabricar coches de combustión. ¡Y a mí qué! Yo ya no podré conducir más que el taca-taca, y con suerte; de estar.
Total que quitado algún cuidado puntual sobre qué vaya a ser a corto plazo, lo demás pues, eso, porque como a todo se le ponen fechas que ya no me interesan...
El presidente de Gobierno, sin ir más lejos, lo ha fiado todo al 2050; concretamente. Para entonces, dice, ya habrá terminado su proyecto de mejorar España muchísimo. Tiene su plan para lograrlo, lo ha expuesto por escrito y ese es el plazo. Ha calculado muy bien porque, habiendo nacido en 1978, él tendrá entonces 78 años y estará en lo mejor de su larguísimo gobierno. A mí, sin embargo, ya se comprenderá que me dé igual
He leído también una noticia francamente descorazonadora. Ahora, hoy, nos enteramos de que los franceses no se van a molestar en traer su AVE hasta nuestra frontera antes de, por lo menos, 2055. Definitivamente me importa un bledo en lo personal, ya se pueden ustedes imaginar por qué. Pero en lo anímico me encorajina mucho. Antes de empezar con lo de traer el tren súper rápido hasta aquí había que haber pensado en que luego pudiera seguir hasta allí. Ese tren tenía que haber sido un Madrid-París que dejara en nada al correo, postas de carruaje y caballos/mulas que en el siglo XVIII recorría la distancia en un boleo y permitía tener comunicadas a las dos cortes borbónicas como si se tratara casi de la misma. La noticia me ha recordado a cuando se hicieron las vías de ancho distinto para que los trenes no pudieran pasar la frontera directos. O a los de aquel pueblo que hicieron un puente y esperaron a que el río pasara por debajo.
El esfuerzo tremendo que se está haciendo, con todas sus consecuencias, económicas, ambientales, para que el AVE pase por el País Vasco no puede terminar en que atraviese Vitoria y llegue a Bilbao o a Donostia. Era, es, la conexión del eje Noratlántico y todas esas cosas. Temas de altura que se resuelven en cumbres a las que acuden los máximos mandatarios reales o republicanos y, en una conversación informal, los resuelven. '¡Oye! y ¿lo del tren?...' 'Nada, nada, eso está hecho. Te echo una a que llegamos nosotros antes a Burdeos que vosotros de Burgos a Vitoria'. '¡Venga!, ¡hecho!'
Total que como dijeron, ellos no, sus personajes, Cervantes, Tirso de Molina o Zorrilla: '¡Cuán largo me lo fiais!' Esa parece la norma. Una norma comodísima para el que tiene que tomar decisiones. Porque lo hace a sabiendas de a que a él, como a mí, qué más nos da. Quitando el presidente Sánchez, perdón por la bromilla, la mayoría de los dirigentes que firman las decisiones lo hacen sabiendo que si el plazo es suficientemente largo ellos ya no van a tener nada que ver con el resultado. Y eso sí que es algo que no es de 'a mí qué.' Eso es algo que a mí me preocupa muchísimo. Porque si algo sale mal de lo se que prevé para el año la txinpirintaiga, ya no habrá manera de hacer recaer las responsabilidades sobre nadie que tuviera que ver con el inicio del asunto.
Un gobernante ejerciendo de tal le pone una denuncia a alguien por lo que sea. Como el juicio va a durar, con seguridad, más tiempo que el que él va a estar en el cargo, cuando salga el resultado si va en su contra la responsabilidad de haber perjudicado a esa persona ya no será suya porque él inició el proceso desde una posición de autoridad que ya no tiene. Ahora ha vuelto a ser una persona civil sin más.
En resumen que por más que trate de engañarme las cosas me preocupan, aunque se fíen para largo. Me fastidia mucho que por el tema de las alforjas, como dijo el alcalde Urtaran, el tranvía a Zabalgana no vaya a llegar hasta por lo menos el 27, cuando podía estar ya muy en marcha. No aguanto que el presidente de la República francesa y la incapacidad política de los gobernantes de España hayan llevado la comunicación del AVE con París hasta la consumación de los siglos. Ya sé que !a mí qué!, pero, mientras...
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