Preocupación en Nanclares por el acuífero de Subijana tras el terremoto
El alcalde de Iruña de Oca pide a instituciones y expertos que informen a la población sobre los efectos del seísmo
Los vecinos de Iruña de Oca apenas han pegado ojo esta pasada noche por el seísmo que tuvo su epicentro en este municipio alavés. «Nunca ... hemos vivido algo así», confiesan los vecinos aún con el susto en el cuerpo en declaraciones a EL CORREO.
El alcalde, Michel Montes, así como muchos residentes, expresan su preocupación por lo que consideran una «falta de información» de las instituciones sobre el fenómeno, y muestran su inquietud al mismo tiempo por la posible afección del terremoto al acuífero de Subijana.
El regidor se muestra «preocupado» a este respecto ya que el enclave natural es extenso (con 15 kilómetros cuadrados) y porque «ninguna alta institución me ha contactado» para dar explicaciones. Es «preocupante», subraya. Sin embargo, rechaza relacionar el suceso con las obras de la cantera, que ha centrado la polémica por el rechazo que suscita entre los residentes. Muchos pensaron en un primer momento que podía estar vinculado, aunque puntualizan que «a esa hora no había ninguna actividad». «Al principio nos dimos un buen susto, pero luego nos dijeron que se trataba de un terremoto».
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Con todo, el responsable municipal hace un llamamiento a la «tranquilidad y el sosiego» a la ciudadanía, pero reclama que las autoridades y técnicos den explicaciones sobre el suceso para «informar y tranquilizar» a la población. También afea que no hayan llegado alertas a móviles, solamente los de la aplicación Android que se envían de forma automática cuando detecta que muchos móviles se mueven en una misma localización, según señala. En su caso, escuchó «dos explosiones» y un temblor fuerte, con el que «parecía que estaban dando patadas a la mesa», describe.
Durante la mañana, tanto a Nanclares como a Trespuentes han acudido patrullas de la Ertzaintza para realizar labores de vigilancia y tranquilizar a la población.
Falta de información
En el pueblo muchos residentes se quejan igualmente de la falta de información. «Estas cosas se estudian, podían haber avisado o informado», comentan en el bar Bobby's, donde el seísmo centra la conversación del desayuno. «Oí un ruido como de una explosión cuando estaba en la cama. El gato dio un brinco» , relata María Emilia López corcuera, que a sus 70 años señala que no ha pasado por algo así nunca.
«En la vida he vivido algo así», dice León, otro vecino. «Mi cama bailaba, los perros no paraban de ladrar y los gatos salieron corriendo», cuenta Andrés Blanco. Sus canes ya se inquietaron con anterioridad a comenzar el temblor, «se les notaba nerviosos». Ander y Asela, que viven en un primero, han apreciado esta mañana los efectos del seísmo en el salón. «Había una grieta pequeña que se ha reabierto», comparten estos padres de dos hijas. La mayor «salió corriendo al pasillo, pensaba que se caía de la cama».
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