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Recreacionistas guardan sus armas antes de partir.

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Recreacionistas guardan sus armas antes de partir. Rafa Gutiérrez

La lluvia impide la recreación de la batalla napoleónica en Arriaga

El destacamento de soldados franceses ofreció a cambio explicaciones sobre su vestimenta, armamento y modo de vida

José Ángel Martínez Viguri

Domingo, 8 de abril 2018, 00:48

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El agua de lluvia anegó ayer el campo de batalla en el parque de San Juan de Arriaga e impidió el previsto escarceo bélico entre tropas napoleónicas y aliadas. El aguacero chafó la réplica a pequeñísima escala de la refriega acontecida en 1813 en Vitoria y alrededores y dejó desconsolados a los recreacionistas y descompuestos a los curiosos que, desafiando a la meteorología, se proveyeron de paraguas y chubasqueros para asistir a un momento histórico apasionante.

No pudo ser. Muy a su pesar, el sargento del destacamento francés, el regimiento 100, asentado en terrenos de Lakua desde el viernes, dio órdenes a sus infantes de que se mantuvieran en sus posiciones de retaguardia. La Asociación Batalla de Vitoria 1813, un colectivo entregado a revivir un pasaje que acabó con la Guerra de la Independencia hace dos siglos, lamentó la suspensión de la contienda. «El agua lo estropea todo, los trajes, los cartuchos de pólvora con los que disparamos, el campo. Así no se puede hacer nada. Es una pena», relató uno de los 'gabachos'. Peor trago se llevaron los recreacionistas invitados de San Sebastián y Burgos, que se volvieron a casa sin 'ensangrentar' sus bayonetas.

A cambio, para complacer a los visitantes que esperaban cañonazos y bajas en las filas enemigas, los soldados de pega abrieron de par en par las puertas de su campamento. Con sus esmerados trajes de época, se dejaron fotografiar con todo aquel que se lo reclamó. A mal tiempo, buena cara, sostiene el refrán. Dieron todo tipo de explicaciones sobre las vestimentas, el armamento y el modo de subsistencia en el fragor de la batalla. En plena guerra, los combatitentes descansaban al raso -nada de tiendas de campaña, solo reservadas a los oficiales- y cargaban con pesadas mochilas con todo lo necesario para sobrevivir o malvivir largas jornadas. Un recreacionista descubrió un compartimento en el gorro, escondite para hacer acopio de pan y cebolla, lo más comestible.

Pero lo que en realidad demandó el personal que se acercó al parque de Arriaga fue fuego a discreción. Y a ello se pusieron los encargados del cañón, de cuatro libras, una pieza muy cercana a la realidad de la artillería de hace dos siglos. Entre salvas, salieron disparos de fusil. El olor a pólvora hizo olvidar la lluvia.

El mercado sigue abierto

Aunque el chubasco estropeó la segunda jornada del Mercado Napoleónico de Arriaga, hoy seguirá abierto con la esperanza de que el tiempo le dé una tregua antes de cerrar a la noche. Más de cien puestos y ambientación musical e infantil invitan al visitante a ruta que despierta los cinco sentidos.

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