Fiestas sin nombre
El pasado 16 de marzo de 2019, EL CORREO publicó un artículo presentando el cartel anunciador de las próximas fiestas de San Prudencio y de ... la Virgen de Estíbaliz. Rápidamente surgió el debate y proliferaron las críticas en las redes sociales, no tanto centradas en el cartel en sí -obra de Daniel Urraca y con claras referencias vasquistas a nuestro pasado más reciente-, sino por la desaparición de las alusiones a los dos patronos de Álava. En su lugar, se diluía el origen religioso de las romerías en un genérico «Fiestas de Álava» que, según su autor, era lo que solicitaba el concurso convocado por la Diputación.
La celebración de la fiesta de San Prudencio está documentada, al menos, desde finales del siglo XV, aunque ya figuraba anteriormente en los calendarios mozárabes. En 1580 se fundó la Cofradía del Señor San Prudencio, actualmente denominada Cofradía Amigos de San Prudencio. En 1644, Álava tomó a San Prudencio como su patrón y ya entonces comenzó a celebrarse su festividad el 28 de abril. El origen de la retreta que da paso a la fiesta en la víspera es difuso: algunos eruditos locales la ubican en la Edad Media, otros en la época napoleónica. Al parecer, esta tradición está relacionada con la costumbre de que, en los días de fiesta, los pregoneros avisaban del cierre de las murallas, repitiendo los toques varias veces. Tras desaparecer dicha costumbre, fue recuperada en 1879 en el Ayuntamiento, llegando incluso a tocarse en la plaza de Santa María, junto a la catedral, donde antiguamente se realizaba la procesión del patrón de Álava.
La Diputación Foral de Álava concibió la festividad de San Prudencio tal y como la conocemos actualmente. Así, en la década de 1970 -cuando estaban al frente de las instituciones provinciales personas provenientes del carlismo y de la tradición vasquista y foralista-, se codificaron buena parte de las costumbres relacionadas con esta fiesta, como por ejemplo el pregón anunciador, la tamborrada, o el aurresku que suele bailar el diputado general tras la eucaristía celebrada en la basílica de Armentia.
Si, tal y como indicaba el locutor de Radio Vitoria José María Sedano, el patrono de Álava «es un santo identificado con la idiosincrasia alavesa», no lo es menos la Virgen de Estíbaliz. Aunque la patrona celebra su fiesta el 12 de septiembre, la tradición indica que en Álava estaba prohibido vengar las injurias, por lo que cada 1 de mayo los litigantes se reunían en Estíbaliz y, «ante las autoridades civiles y religiosas, dirimían sus contiendas luchando con armas reglamentadas, y poco peligrosas, hasta que uno de los querellantes era herido». Según los cronistas posteriores, muchas veces ni siquiera se llegaba al duelo porque en la misa previa a los Desagravios, tras escuchar la homilía del sacerdote animando a perdonarse mutuamente, «los que antes eran encarnizados enemigos se abrazaron en las gradas del altar y depositaron en ellas sus armas».
Por su parte, la restauración de la Cofradía de Estíbaliz en 1918 ayudó a fomentar su devoción, y lo mismo sucedió con la costumbre de los Recorridos, en la que una réplica de la imagen recorría los pueblos de cada Hermandad. A pesar de haber sido olvidado durante muchos años, el equipo de Álava Medieval ha logrado recuperar el cerro de Estíbaliz como espacio cultural, a la vez que ha actualizado la fiesta del 1 de mayo, dotándola de la calidad y la dignidad que merece.
Álava es un Territorio Histórico que destaca por el gran número y la significación de sus fiestas, que reflejan -en buena medida- su fuerte identidad local. Muchas de estas fiestas hunden sus raíces en tiempos remotos, lo que explica que la celebración de buena parte de ellas vaya unida una determinada invocación religiosa. Como es lógico, el modo de celebrarlas ha ido adaptándose a los tiempos. Esto no significa que -independientemente de las creencias de cada persona, en una sociedad secularizada como la actual- debamos olvidar su origen. El término 'Fiestas de Álava' diluye el significado histórico y simbólico de las de san Prudencio y Estíbaliz: y es que también son fiestas alavesas las de la vendimia, el san Juan 'Degollao' en Agurain, o los carnavales de Zalduondo. A mi juicio, debemos actualizar nuestras fiestas y tradiciones, pero siempre respetando sus raíces, dado que forman parte de nuestro patrimonio. En esta labor, las instituciones tienen un papel esencial, tal y como lo demuestra la Historia.
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