La sustitución de 'San Prudencio' por 'fiestas de Álava' enfrenta a Diputación y Obispado

«Yo no puedo juzgar las intenciones, pero si se omitía a San Prudencio y a Nuestra Señora de Estíbaliz resulta una carencia grave que descafeina las fiestas», explicó ayer el propio prelado Elizalde a ELCORREO. «No se puede obviar que el hecho religioso forma parte de la fiesta. Que vivamos en un Estado aconfesional no significa que los ciudadanos carezcan de sentimientos religiosos», recalcó. Y es que el prelado considera que el pliego de la Diputación supone «pasar olímpicamente» de las motivaciones que tienen esas fechas concretas para los alaveses y trata de «ignorar» cuáles son «las raíces de nuestra tierra».

Así, Juan Carlos Elizalde se suma a las protestas anónimas y de reconocidas figuras de la sociedad alavesa, también de historiadores, que censuran que los requisitos del cartel anunciador han intentado generar «unas fiestas en abstracto», alejadas de las motivaciones religiosas de las que partieron. «Es una omisión grave que molesta a muchos ciudadanos. Esto es como querer eliminar nuestro pasado y la historia que durante siglos se ha levantado en este territorio. Es un timo», remata el obispo, sin querer valorar la gestión de los responsables políticos en la materia.

Los portavoces del Departamento que dirige la peneuvista Igone Martínez de Luna reconocen que las reacciones registradas en los últimos días –el 'feedback'– ha provocado que recapaciten sobre su idea inicial. Argumentan que se simplificó en 'fiestas de Álava' por un mero asunto de diseño gráfico y con el objetivo de «dar una mayor claridad a la imagen evitando tanta cantidad de texto» como ha sucedido en años anteriores. De hecho, arguyen que uno de los aspectos que se valoró positivamente en la obra ganadora es que se aúna «en la composición las imágenes del Santuario de Estíbaliz y de la Basílica de Armentia», que efectivamente están presentes, lo mismo que una simplificada imagen de San Prudencio. De la misma manera se vieron con buenos ojos los guiños al constumbrismo vasco mezclado con elementos del cómic. Las mismas fuentes no descartan que el próximo año se regrese al criterio tradicional y se vuelva a requerir a los artistas incluir como texto principal –o tal vez secundario– que se concrete el significado religioso de las fiestas. Todo se valorará a partir del 2 de mayo, cuando concluyan los actos programados.

No es la primera vez que el protocolo foral choca con la religiosidad. Aún se recuerda la firme decisión de la fallecida Xesqui Castañer (PSE) de suspender en 1999 los actos litúrgicos previos al pleno de Santa Catalina, que ya no se celebran. De hecho, esta sesión especial también ha perdido su denominación religiosa –ahora se llama Pleno Tradicional de Noviembre–. A la talla de la Virgen que presidía el hemiciclo alavés también se le buscó una mejor ubicación.

Sin embargo, y pese a la nueva polémica, el Gobierno foral mantiene su agenda tradicional. El 28 de abril tiene pensado asistir a la tradicional misa y participar en el aurresku de honor al patrón. Su actividad tan sólo variará respecto a años anteriores en que no se entregará la Medalla de Álava en el centro-museo Artium por coincidir con la jornada de las elecciones generales. El acto se convertía en una recepción a la sociedad del territorio y se quiere evitar que los discursos se puedan entender en clave política.

Elizalde, en cualquier caso, no quiere 'adueñarse' en exclusiva de la fiesta que congrega a miles de alaveses. «En la predicación de algún año ya he dicho que el hecho religoso es parte de la fiesta. No todo el mundo tiene por qué participar en ello de la misma manera que no todos van a los conciertos o comen perretxikos», apunta el obispo, que recuerda que Álava «socialmente es lo que es, entre otras razones, por la influencia de la religión cristiana. Es algo que no se puede obviar», zanja.