«En primera línea lo damos todo»
En su farmacia han cambiado desde el atuendo a los turnos. «Ahora hay dos y ni nos cruzamos. Si cae uno, el otro podrá seguir»
Los clientes de Karmele Mendiaratz peinan canas. El Pilar, donde atiende con su impoluta bata blanca desde hace tres lustros, es uno de los barrios más envejecidos de la ciudad –el 36% de sus vecinos han cumplido los 65– y pese a que los mayores, los más vulnerables al dichoso coronavirus, «tratan de quitarle hierro al tema, en el fondo están preocupados». «Muchos vienen con mascarilla», retrata. También esta farmacéutica y sus tres compañeras despachan con boca y nariz tapadas y sus manos envueltas en guantes, con los que les cuesta «un poquito más cortar los precintos». «La vida te enseña que hay situaciones que llegan y toca hacer frente. Nosotras sabemos que tenemos que venir a trabajar, prima nuestra labor sanitaria», expone como filosofía laboral para este escenario inédito.
Sin embargo, en su farmacia de Portal de Arriaga no se trabaja como hace un par de semanas. Los clientes habituales ya se han dado cuenta de que el expositor se ha movido de sitio «para diferenciar dos zonas» y evitar que los compradores se relacionen. Eso sí, «la gente ya se queda por iniciativa propia en la calle» hasta que se libera alguno de los mostradores. Mendiaratz también ha dado una vuelta a los turnos y ha organizado un par –con la mitad del personal en cada uno– que sólo se comunican por teléfono. En ningún momento se cruzan en esta pequeña botica. «Así, si cae uno, el otro puede seguir trabajando», explica mientras apura la última media hora antes de echar el cierre.
«Hay situaciones en la vida que llegan y toca hacer frente. Nosotras tenemos que trabajar, prima la labor sanitaria»
KARMELE MENDIARATZ
La farmacia baja ahora la persiana a las 19.30, dos horas y media antes de que el Covid-19 condicionara cada gesto, porque «a partir de cierta hora ya no se ve a nadie en la calle». A quienes sí salen les pide que acudan «sólo a por algo que de verdad necesitan». Sus baldas evidencian cuáles son los artículos más demandados: los geles desinfectantes llegan «a cuentagotas» a su almacén, no ha habido botes de alcohol en toda la pasada semana y las mascarillas están «agotadas».
«En la gripe A hicimos acopio de productos pero la situación no llegó a este nivel de contagio», recuerda tras la mampara que instalaron hace unos días. «Todo el mundo tiene que poner su granito de arena pero los que estamos en primera línea lo damos todo», advierte. Mendiaratz reivindica el papel de las farmacias en la crisis sanitaria pero también en momentos de calma como «un servicio público que llega a una población muy grande, incluso a los pueblos más pequeños donde no hay médico».