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Los participantes en la iniciativa admiran la ermita de Eskolumbe. s. l. de p

Las ermitas cerradas brillan durante su apertura por un día

Una treintena de personas participa en la última jornada de Ermitaraba, en la que el retablo de Eskolumbe fascinó a los asistentes

Domingo, 9 de octubre 2022, 01:05

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pez de pariza

vitoria. «¡Menuda maravilla!», «Una preciosidad». «Está perfectamente conservada». Estos fueron solo algunos de los piropos que recibió el santuario de Eskolumbe por parte de los asistentes a la salida que realizó ayer la asociación Raíces de Europa en el marco de la iniciativa Ermitaraba que desarrolla en colaboración con EL CORREO. Su cuarta edición ya ha terminado y ha resultado todo un éxito, como prueba la treintena de personas que participó en la última marcha, en la que también disfrutaron de las ermitas de Oiardo, Larrazkueta, Tortura y Catadiano (ubicadas en Urkabustaiz y Kuartango norte).

Pero la de Eskolumbe fue anunciada como la «joya» de la jornada y no defraudó. Solo por un día –como el resto de templos que se visitan con esta iniciativa– abrió sus puertas a los visitantes. El santuario, al que se llega a pie desde el pueblo de Catadiano, fue construido entre los siglos XVI y XVII. «En una zona tan rural como esta llama mucho la atención la existencia de un retablo plateresco tan bello como este», reflexionaba José Alipio Morejón ante el grupo. Doctor en Historia del Arte y director de Raíces de Europa, fue el encargado de ejercer de guía durante toda la mañana. Aunque en esta parada contó con la colaboración de Marta Fernández de Jauregui, que explicó algunos detalles como la parte derecha del retablo, obra del escultor Juan de Ayala. «Es una obra de gran expresividad, composiciones muy armónicas y rostros que expresan emociones», detalló. En otros puntos se podían observar figuras desnudas, muchos ángeles y dos grandes tallas que representaban a Adán y a Eva. «En un momento de puritanismo fueron retiradas por estar desnudas y luego volvieron a colocarse», deslizaron los expertos provocando varios comentarios entre los asistentes.

Inma Mota fue una de las que ayer no quiso perderse la salida. «He sido muy montañera y he hecho el Camino de Santiago. Este tipo de iniciativas me parecen estupendas para conocer nuestro patrimonio y así pasas también la mañana de sábado», compartía esta vitoriana, que el fin de semana anterior quedó fascinada con la iglesia de Gujuli. Como ella, muchos eran repetidores, pero también había varias caras nuevas. «Esto funciona mucho por el boca a boca y queremos que cada vez venga más gente. También estamos abiertos a sugerencias», aseguraba Morejón. De momento ya se está preparando la próxima edición, que arrancará en mayo pero para la que todavía no están definidas las rutas. Otra de las joyas que se pudo visitar ayer fue Tortura que, pese a su nombre, fue toda una delicia para los participantes. Allí ya se han colocado las réplicas de las siete tablas del retablo, mientras que las originales permanecen en el Museo de Arte Sacro. «En el piso inferior se observan imágenes de diferentes santos y en el superior se puede ver la vida de la Virgen», detalló el guía.

Antes de llegar a estos dos escenarios, el autobús también hizo paradas en Oiardo y Larrazketa. La segunda es una ermita desacralizada y reconvertida en centro social del pueblo. «Fueron los propios vecinos los que se encargaron de restaurarla, de recuperar la bóveda y todavía se ven restos de la policromía», describió Erlantz Sobrevilla, que ayer ejerció como voluntario.

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