Emilio Morenatti, reportero gráfico
«Me centro en las personas que sufren la peor parte de lo que otras deciden»El ganador de dos Pulitzer y reconocido también por el World Press Photo abordará su trayectoria fotográfica el martes en Vitoria
Desde la tragedia humana de las personas amputadas en la guerra de Ucrania al drama de las mujeres paquistaníes desfiguradas con ácido o la mirada ... a la situación de los ancianos durante la pandemia, el objetivo siempre lúcido de Emilio Morenatti (Zaragoza, 1969) cuenta con una trayectoria única. Por algo el fotoperiodista ha sido reconocido en muchas ocasiones, como sus dos premios Pulitzer, el Ortega y Gasset o un galardón y tres menciones de honor en el World Press Photo. Precisamente, el final de la muestra de WPP en la capital alavesa está ligado a la cita en Montehermoso (martes 14, 19.00 horas) con el reportero.
– ¿Qué va a contar al público de Vitoria?
– En mis conferencias suelo hablar de fotografía y de mi trayectoria.
– Tras la última mención de honor del World Press Photo y el también reciente segundo Pulitzer, ¿cómo se ve ahora mismo en el fotoperiodismo?
– Bueno, estoy frustrado por no poder contar lo que está pasando ahora en Gaza. Así es como me siento, básicamente.
– ¿Qué imágenes destaca en su trayectoria?
– La verdad es que es difícil destacar algunas. Como bien decía el maestro (Sebastiao) Salgado, los fotógrafos somos una unidad de producción y yo me siento así. Lo que pasa es que cuando acumulas una serie de fotos y de vivencias en tu trayectoria puedes empezar a darle forma a todo ese trabajo dilatado y destacar las más icónicas de alguna manera y hablar sobre ellas. Las que más me han conmovido o me representan en mi trabajo.
«Cuando muere el periodismo clásicolo hace también esa reputación que lo envuelve. Pasa a ser otra cosa»
– Conmover, tocar la fibra de quien ve la imagen, puede añadir una cierta poética al documento de reporterismo gráfico. ¿Qué importancia tiene dar voz con ella a los ancianos o a quienes sufren amputaciones en guerras?
– Creo que la tiene toda, el periodismo tiene que estar ahí, no para destacar las cualidades del poder sino para todo lo contrario. Para condenar las barbaridades de la guerra, la injusticia o esa vulnerabilidad de la gente. La fórmula del periodismo pasa por centrarme en los que realmente tienen cosas que decir desde el punto de vista de esas injusticias provocadas por enfermedades, guerras o incluso por desgracias naturales. Es centrarte en esas personas que sufren y llevan la parte peor de lo que otras deciden. Son esos daños colaterales de todo lo que provoca el ser humano, ya sea en guerras, en cuestiones de medioambiente u otras.
– ¿Es especialmente importante al labor del profesional en estos momentos de 'fake news' o incluso de imágenes creadas con inteligencia artificial?
– Creo que estamos en un momento muy complicado de verificación de imágenes. Es una etapa muy difícil para todos. Siempre ha habido 'fake news', lo que pasa es que ahora vienen muy bien enmascaradas. A la desinformación se une esa intencionalidad de confundir y la diferencia entre imágenes reales y las que no lo son resulta muy difícil de verificar. Me preocupa especialmente porque nosotros lo único que tenemos en el periodismo es la reputación: si nos la quitan porque las nuevas generaciones no saben quiénes son los periodistas, la cosa se complica para distinguir entre los profesionales y quien fabrica esa información. Cuando muere el periodismo clásico lo hace también esa reputación que lo envuelve. Pasa a ser otra cosa, que ya no es periodismo.
– Hablando de jóvenes, preside usted el jurado del certamen fotográfico del Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria. Imagino que los criterios serán muy distintos a su edición profesional en la agencia Associated Press.
– Claro, los baremos de una agencia como AP cuyas imágenes llegan a miles de periódicos no tienen absolutamente nada que ver con los de un jurado para gente aficionada. Tenemos unos filtros muy importantes cada vez que se hace una fotografía y, cuanto más mediática es la situación, más se examina. El periodismo riguroso se consigue a base de esos filtros, verificaciones y contrastes con los editores, antes de enviar la imagen al cable.
– El equipo fotográfico puede ser más completo o más ligero. ¿Cuáles son sus elecciones como reportero?
– Tengo varios equipos, uno más completo y otro más discreto. Y uno más batallero, más de acción, que incluye un dron para tomar imágenes desde otra perspectiva. No me gustan las lentes largas, por lo general uso un equipo de un 35 y un 50, que simulen un poco la visión del ojo humano. Aunque también suelo tener una lente larga en el coche por si hace falta.
La isla Perejil
– ¿Es aficionado a la cocina?
– Sí.
– Medio en serio, medio en broma, ¿poner perejil en agua le trae ciertos recuerdos?
– Es una etapa muy importante de aquellos comienzos, que marca un hito y un punto de inflexión.
– ¿Cómo fue aquello de coger una zodiac para llegar a la isla que ocupó Marruecos en 2002?
– Eran otros tiempos. Hay un momento en que el periodismo requiere ese grado de inconsciencia. Lo puedes hacer cuando eres joven y te la estás jugando continuamente. Ahora lo mido un poco más. Había una cuestión de actitud, de no tener una barrera. Fue idea mía la de, cuando se retiraron las tropas, coger una barca hinchable e ir allá. Se nos pinchó y tuvimos que llegar nadando. Aquella acción llamó la atención de la agencia AP, que supuso un contrato de un año y, después, de 'staff'. Fue importante y visto en perspectiva, muestra que el periodismo es arriesgar y estar en el sitio. Ahora lo calibro más pero entonces no lo pensaba dos veces.
– Ha pasado por momentos tan fuertes como la bomba en Afgamistán (perdió una pierna) o el secuestro en Gaza.
– Sí, son gajes del oficio, por estar ahí.
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