Cartas de aliento contra la soledad de los más mayores
Destinatario anónimo. 480 alumnos de colegios alaveses envían misivas a usuarios de hospitales y residencias
Buenos días. Soy una alumna del colegio Inmaculada Concepción. Sé que no estás pasando por un momento fácil y por eso quiero decirte que nunca ... te rindas, esta enfermedad no va a poder contigo. Tú puedes con esto y mucho más. Desde aquí te mando mucho apoyo». Así, con estas escuetas palabras de ánimo, empieza una de las 512 cartas destinadas a personas solas que se encuentran en residencias, enfermas en hospitales o solas en sus domicilios. Hasta 480 niños y jóvenes se han sumado a esta iniciativa promovida por la Diócesis para llevar palabras de aliento desde los colegios a las personas más mayores.
'Acompañar desde el Corazón' es el nombre de la iniciativa y su objetivo es «escribir cartas a enfermos que en los hospitales y residencias que permanecen en esta fase de su vida en total soledad y desesperanza, dolor y tristeza», explica Sor Daniuska Rodríguez, religiosa y médica responsable del área de Salud en la Diócesis. Son mensajes que no tienen que ser muy largos, pero sí «cargados de esperanza y consuelo para quien la reciba independientemente de su fe o creencia».
La soledad no deseada se ha convertido en un problema de primer orden, que se ha hecho más visible a raíz de la pandemia. Para favorecer una mejor salud física y psicológica de estas personas o simplemente darles una pequeña alegría, jóvenes alavesas como Martina Pérez, de 14 años, se animaban a escribir su propia carta, aunque reconocía que fue difícil de primeras, pues el destinatario es anónimo. «Solo me dijeron que era una persona enferma», asegura la joven.
Martina no sabe dónde fue a parar su sobre, pero espera deseosa la respuesta. Por lo pronto, la semana pasada mantenía un encuentro con Tomás Listal, una de las personas que han tenido la alegría de recibir una de estas misivas. Extrabajador del matadero de Vitoria, el hombre se mudó a sus 79 años a la residencia Burgelu tras fallecer su mujer. «Aquí estoy de maravilla», dice ahora con una sonrisa de oreja a oreja». Ahora pasa la recta final de su vida feliz junto a un montón de compañeros por los que se siente arropado y muy apreciado en esa nueva rutina de paseos y charlas por los jardines de su nueva casa.
«Una idea magnífica»
«He de decir que al principio no creía mucho en esta idea de las cartas, pero cuando le di a Tomás la carta se emocionó y se puso a llorar. Entonces me di cuenta de que era una idea magnífica», sostiene Jose Luis, voluntario de la Diócesis en la residencia. Así lo aprecia también Sor Daniuska, que anima a «poner la mirada en una una humanidad herida». «Esta pandemia global nos ha despertado bruscamente del sueño de la omnipotencia avisándonos de que no podemos controlarlo todo», destaca.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión