«Buena» cosecha en Rioja Alavesa influida por la sequía y las lluvias
Los racimos recogidos a partir del 21 de septiembre «requerirán del buen hacer en bodega» para obtener «vinos equilibrados»
La cosecha 2023 de Rioja Alavesa lleva nueve semanas en bodega y los expertos de la Casa del Vino de Laguardia creen que su calidad ... será «buena». El informe final de este órgano que depende de la Diputación subraya que ha tenido que superar numerosas complicaciones meteorológicas como la sequía, pero también la DANA que a principios de septiembre acabó de forma repentina con la última ola de calor del verano y que sobre todo afectó a municipios cercanos al río Ebro.
Los técnicos forales se refieren concretamente al 21 de septiembre en su valoración. Los racimos con carga moderada que se cortaron antes de esa fecha «darán lugar a vinos equilibrados, grado moderado y buena acidez». Los posteriores, sin embargo, «requerirán del buen hacer del trabajo de bodega para obtener vinos equilibrados», sostienen. Aquellos de viñedo viejo, con los que se retrasa a propósito la recolección para destacar sus múltiples matices, «están dando como resultado vinos con cualidades óptimas».
«La uva procedente de vendimias realizadas inmediatamente tras el cese de las lluvias no alcanzó graduaciones muy elevadas, pero se beneficiaron de una mayor acidez y sanidad muy correcta, mientras que en las viñas en las que se esperó hasta octubre mejoró el grado a costa de una acidez más reducida», matizan.
Las tormentas de aquellas semanas de septiembre fueron especialmente abundantes desde Labastida hasta Moreda, produciendo «algunos arrastres de tierra en viñedos y accesos». En otras zonas, en cambio, sirvió para dar «un respiro» tras la última ola de calor del verano, que algunos días incluso superó los 35 grados. «Afortunadamente las altas temperaturas y ausencia de precipitaciones del último tercio de septiembre alejaron los riesgos de botritis y propiciaron una aceleración de la recolección», explican.
Pero la Casa del Vino hace un análisis de todo el año. Debido a las altas temperaturas de invierno de 2022 y principio de la posterior primavera, el «ciclo vegetativo de la vid» iba muy adelantado a finales de abril pero se fue neutralizando a principios de mayo con la llegada de un periodo fresco. A finales de ese mes, en cambio, llegó la floración ligeramente anticipada. «Para esas fechas, y a pesar de la sequía del invierno, la mayoría del viñedo desafiaba la falta de agua en profundidad manteniendo una muestra de uva en general suficiente para cumplir los mínimos de cosecha esta campaña (5.850 kilos por hectárea para variedades tintas), aunque las viñas situadas en zonas más secas y pobres presentaban signos de clorosis, al faltar la humedad necesaria para una correcta solubilización de los nutrientes», señalan los técnicos vitivinícolas.
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