Los alaveses del Día D

Los más de veinte kilómetros de costa normanda son un hervidero desde el lunes. Tanques Sherman, jeeps o camiones blindados serpentean por sus idílicas carreteras. Se suceden campamentos calcados a los establecidos aquel 1944. Recios soldados teletransportados por alguna máquina del tiempo se mezclan con miles de turistas y curiosos. Las redes sociales hierven de imágenes.

En una granja ubicada en Pointe du hoc, frente al canal de la Mancha, se han establecido Fernando Lavilla y otros once alaveses. La mayoría van enfundados en los trajes de la 101 División Aerotransportada estadounidense. «Hasta me había sacado la licencia de paracaidista para lanzarme este año, pero al final, entre las enormes medidas de seguridad y que el clima no iba a ser el más adecuado, se han suspendido nuestros saltos», cuenta este recreacionista sobre su vigésima presencia en el frente galo.

Es tal la expectación por este aniversario que Fernando y sus amigos reservaron sus habitaciones «el año pasado». Desde hace semanas no queda una cama libre en la zona. Su mujer, Mari Cruz Báez, ejerce de enfermera. El miércoles conoció a un veterano estadounidense de aquella batalla. A sus 96 años, este hombre se hinchó a firmar autógrafos. Otros 160 supervivientes serán homenajeados hoy.

Tierra adentro, en Sainte-Mère-Eglise, Carlos Camarero y Rubén Alba capitanean otra delegación vitoriana. Son cinco miembros de la asociación recreacionista All American. Pertenecen a la 82 División Aerotransportada, también americana. Los que se colaron tras las líneas enemigas alemanas. Armados con ametralladoras -sin munición real- han interiorizado tanto el papel que hasta han abierto trincheras a golpe de pala.

«Recreamos las 24 horas del día». Duermen en camastros. Comen de rancho. Completan exigentes marchas en formación. Incluso hoy protagonizarán una escenificación que se retransmitirá en directo por la primera cadena de la televisión francesa. «Participaremos en la operación de los 'pathfinders', que son los soldados que se lanzaron primero para marcar al resto qué objetivos tomar», disecciona Camarero, cuyo uniforme es un calco del usado el Día D.

Lavilla, que se ha traído un jeep original construido en 1943 y usado en esta contienda bélica, se aficionó desde niño. «Con los soldaditos de plomo y los de plástico», refresca. Camarero es un enamorado de la historia. «Empiezas a leer, conoces gentes con los mismos gustos y al final te animas».

La mirada de Lavilla destila envidia sana ante el tinglado montado en estos parajes, inmortalizados por Spielberg en la taquillera 'Salvar al soldado Ryan'. Este vitoriano se acuerda de la Batalla de Vitoria, cuya recreación boquea en un peligroso limbo. «En 2013 estuvieron organizadores de Waterloo, nos dijeron que si ellos tuvieran las campas de Olárizu multiplicarían por diez sus beneficios. No entiendo por qué nuestras instituciones no le sacan jugo a nuestro mayor hecho histórico».