El Bombero Torero, agotamiento festivo y 62 kilos de calabaza

Se conoce el proyecto de la 'Y vasca' para enlazar Vitoria, Bilbao e Irún. El 28 de febrero de 1989, EL CORREO publicó el trazado, de 139 kilómetros, 76 de túneles y una inversión de 157.000 millones de pesetas tras el acuerdo del Gobierno vasco y el central. Se preveía acabar la obra en ocho años.

«Hasta la bandera», titulaba EL CORREO la crónica taurina correspondiente al viernes 10 de agosto de 1979. Y la foto lo corrobora. Ni un hueco libre quedaba en el tendido de sol, por lo que en el de sombra el respetable tuvo que estar aún más apretado. El popular espectáculo 'El Bombero Torero' logró llenar un año más la plaza de toros de Vitoria, lo que contrastó con la «floja entrada» del resto de la feria de La Blanca. La parodia cómico-taurino-musical, como rezaba en el cartel, era una variante de la tauromaquia de carácter divertido que se recreó durante décadas en el coso vitoriano y servía para cerrar el programa taurino de la feria. El bombero Manolín, junto a los «8 enanitos», retomó el espectáculo que ya llevaba su padre Pablo Celis desde 1948, y tras 69 años de historia, en 2017 anunció su despedida de los ruedos. El pasado mes de marzo Manuel Celis falleció a los 87 años. El espectáculo atraía a muchísima gente y llegaba a dar más de cien funciones cada año, en España y América.

El 4 de agosto de 1979, y tras cinco años de trabajos, el Ayuntamiento inauguró los parques del Norte, Arriaga, Aranbizkarra y plaza de Santa Bárbara, recientemente renovada. Con ello se triplicaba la superficie de zonas verdes que Vitoria tenía en su casco urbano hasta la fecha.

¿Quién mejor que dos empresas vitorianas vinculadas al sector del automóvil como Imosa y DKW para organizar un 'rally' por Álava con vocación de espectáculo y continuidad? Fue una idea genial y, claro, atrajo a numeroso público embaucado por esos bólidos de hace seis décadas aquella mañana de domingo del 1 de julio de 1962. La carrera sobre el asfalto, como era de esperar, ofreció emoción, tanta como que el accidente de uno de los turismos, sin mayores consecuencias que las propias del vuelco y con su piloto (Brückman) y su asistente (Cascos) afortunadamente ilesos, decantó el triunfo para el Renault 'Gordini' de Hergueta-Madurga en el I Rally Imosa-DKW. Se reservaron 267,350 kilómetros de la red viaria, repartidos en tres tramos para los 38 inscritos. El primero, Vitoria (Comandante Izarduy)-puerto de Vitoria-Logroño-Laguardia-Herrera-Vitoria; el segundo, Vitoria-Mondragón-Vitoria y el tercero, Vitoria-Opacua-Maestu-Vitoria (aeropuerto General Mola). En la foto, el 'rally' a su paso por Bernedo.

En junio de 1962, el Ayuntamiento de Vitoria adquirió tres autobuses de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid para su uso en el servicio urbano de pasajeros. La flota se ampliaba a siete vehículos y las cinco líneas mejoraban con ello sus frecuencias, de una hora a media.

Una calabaza descomunal que dio un peso de 62 kilogramos en la balanza atrajo las miradas incrédulas y desató comentarios de lo más variopinto entre las decenas de curiosos que se acercaron a contemplarla en persona a un establecimiento de bebidas en Iturritxu, en Vitoria, cuyo propietario, el transportista extremeño Pedro Álvarez, la mostró al público cual pieza de caza. La gigantesca cucurbitácea ahí estuvo un tiempo expuesta, admirada, después de haber sido plantada, regada y recolecta por Pedro en su huerta de Almendralejo (Badajoz), de donde era natural. La homérica hortaliza, traída a Vitoria en noviembre de 1984, daba un diámetro de 1,55 metros y una envergadura superior al doble. De acuerdo al testimonio del agricultor afincado en la capital alavesa, en su huerto pacense esperaban a ser recogidos otros ejemplares, hermanos de esta e incluso de mayor tamaño. La hermosa que se ve en la fotografía se destinó a la producción de decenas de kilos de morcilla de calabaza, especialidad gastronómica que incorpora carne de cerdo.

A las puertas del invierno de 1984, ecologistas alaveses pusieron el grito en el cielo por el riesgo de desaparición del buitre de los riscos y cielos de Valderejo a consecuencia de la construcción de una pista forestal. Se había detectado la disminución de seis parejas de aves.

No siempre ha tenido Mendizorroza el moderno aspecto de hoy, aunque de la solidez de sus estructuras y la comodidad que ofrece al público sea mejor ni escribir. El estadio actual es la consecuencia de la gran reforma y ampliación que se acometieron en sus gradas, entrañas y terreno de juego en el verano-otoño de 1998 después del ascenso a Primera el 3 de mayo. Fue tal el desaguisado constructivo, en tiempo, forma y despilfarro, que incluso la tropa de Mané se estrenó en una categoría de la que el Alavés se había ausentado 42 años jugando la primera jornada de la Liga 1998-99 ante el Betis (1-1) ¡¡¡en San Mamés!!! Cuando ya pudo reaparecer en su campo patas arriba del paseo de Cervantes, el seguidor sufrió incomodidades varias hasta bien entrado el curso, mientras se remataban las obras. El 4 de octubre, el equipo recibió al Racing (0-1) y los abonados de Principal, levantada sobre las ruinas de la General, siguieron el fútbol sin techumbre, con amenaza de lluvia, aunque afortunadamente el paraguas aguantó plegado. Cada previa de partido, una inspección técnica evaluaba el estado de la instalación, acotaba los espacios de uso prohibido al público y determinaba el aforo. Aquella tarde se redujo a 17.400 espectadores, aunque entraron 16.000.

La procesión de San Roque del 30 de agosto de 1998 acabó con el patrón de Llodio lastimado por una caída de su peana al suelo cuando marchaba portado por cuatro cofrades de vuelta a su ermita. Geroa se encargó de reparar los desperfectos de la talla, esto es, restituir la cabeza, una mano y la cola del rabo del perro que le acompaña.