El Cristo milagroso de Abetxuko
Es una de las imágenes más veneradas y con más fieles de toda la Llanada
Francisco Góngora
Martes, 1 de septiembre 2015, 00:34
En 1835 los agustinos del convento de Santa Catalina de Badaya, en Trespuentes, abandonaron el monasterio a causa de la desamortización de Mendizabal. Un año después, el general liberal Zurbano lo mandó quemar después de que un grupo de carlistas se hiciera fuerte en él. Según algunas crónicas, en 1840, una de las obras de arte más veneradas, un impresionante cristo que se encontraba en el interior del convento, fue llevada a la ermita románica del pueblo de Abetxuko.
Se trata de una talla del siglo XVI, de tamaño natural y una gran calidad artística. Presenta un aspecto sereno y tiene un tratamiento anatómico muy cuidado con la cabeza ligeramente inclinada con mechones de pelo colgando a ambos lados. Según la descripción de Edurne Martín Ibarrarán en su libro 'Santos Cristos en Álava', presenta una gran expresividad en el rostro con la boca y los ojos entreabiertos. Los pliegues del paño de pureza son duros. Se presenta recogido a la derecha y anudado a la izquierda, cayendo a ambos lados. Lástima del oscurecimiento de la policromía en en toda la talla debido a la oxidación de barnices y repintes.
Tirón popular
Sin duda, estamos ante uno de esos cristos venerados por la feligresía de toda la Llanada alavesa con un enorme tirón popular. Ya antiguamente, los pueblos cercanos al antiguo convento (Villodas, Mendoza, Trespuentes) acudían ante el Cristo cuando había escasez o abundancia de agua. Se le atribuyeron casos prodigiosos desque que fue trasladado a su templo actual. Se cuenta que "a pesar del temporal de lluvias que se desató en el camino, ni la imagen ni sus acompañantes se mojaron".
Era tal la devoción que en 1949 se inauguró un vía crucis monumental. Acudieron las autoridades pero sobre todo mucha gente de Vitoria y de los pueblos cercanos.
Tiene 16 cruces de piedra de sillerá que costó cada una 800 pesetas. En la base y de frente pone el motivo religioso de las diversas estaciones y, a su derecha, el que pagó la cruz. Fueron construidas por el industrial vitoriano Marcelino Vitoria. Sobre el número romano de la estación hay incrustada una crucecita de madera. Dicen que eran necesarias para ganar las indulgencias. Colaboraron en su pago diversas instituciones y personal particular.
A lo largo de los últimos años se ha dotado a la emita de calefacción y se han realizado algunas reformas. En 1997 se restauró la imagen.