Los 1.900 usuarios de los rocódromos de Vitoria piden soluciones seis meses después de su clausura
El desencuentro entre el Ayuntamiento y la única firma que puede dar el servicio deja a los aficionados sin instalaciones «cuando más las necesitamos»
Judith Romero
Sábado, 23 de febrero 2019, 01:35
Permiten calzarse los pies de gato con garantías y adquirir unas competencias imprescindibles para desenvolverse en la montaña con seguridad. Por eso tienen tantos usuarios, ... cerca de 1.900 vitorianos que practican con asiduidad en los rocódromos públicos. Que practicaban. Hasta hace seis meses. Desde el pasado 1 de septiembre las instalaciones municipales de Vitoria están clausuradas por falta de quién las gestione. El obligado concurso púbilco para adjudicar su gestión ha quedado desierto hasta en tres ocasiones por los desencuentros entre las condiciones que plantea el Ayuntamiento y las que reclama la única empresa que presta el servicio en Álava. Aficionados y profesionales se han visto obligados a buscar alternativas para sus entrenamientos. Como poco, hasta a abril o mayo no abrirán, porque en breve se lanzará un nuevo concurso. Pero nadie puede garantizar que será así mientras la paciencia de los centenares de aficionados se agota. Piden soluciones.
«Quienes se dedican a esto, ya sean amateurs o profesionales, lo hacen de forma muy intensiva», explica a EL CORREO Julio Alberdi. Aficionado a la escalada desde hace cincuenta años, entrena entre tres y cuatro días a la semana para mantenerse en forma. «El invierno es uno de los momentos en que más falta hacen los rocódromos, el mal tiempo nos obliga a seguir entrenando a cubierto y nos impide salir a las rocas», señala a su vez Gorka Hernáez, uno de los fundadores del grupo de tecnificación para jóvenes escaladores Zutikan. Ellos y otros aficionados han encontrado alternativas en instalaciones privadas –como algunos gimnasios–. No se resignan a tener que detener su entrenamiento hasta que el buen tiempo les permita volver a las rocas los fines de semana.
«Será difícil recuperar las dinámicas de los niños de 6 a 12 años que venían a los cursillos»
Iñaki Garai | Arabako Rokodromo Teknikariak
Vitoria cuenta con una envidiable red de rocódromos públicos. Tiene tres. Dos de ellos, en Hegoalde y Ariznabarra, son utilizados por unos 1.900 usuarios diferentes cada año. El tercero, en Salburua, aún no se ha podido estrenar. Cuando se estaba a punto de abrir estalló el conflicto entre el Consistorio y Arabako Rokodromoen Teknikariak, la empresa adjudicataria de su gestión hasta julio de 2018.
Parte del desacuerdo se debe a la propuesta municipal de reducir los horarios de estas instalaciones en algunas franjas. «Cuando pasamos de dos a tres rocódromos con el de Salburua pensamos en reorganizar los horarios, dejando solo uno abierto en los momentos de menor afluencia», apunta la concejala de Cultura y Deporte, Estíbaliz Canto. Los datos de asistencia de Ariznabarra y Hegoalde apuntan a los tramos horarios comprendidos entre las tres y las cuatro de la tarde y entre las diez y las once de la mañana como algunos de los más débiles.
«No todo el mundo puede costearse un gimnasio como alternativa, tienen que reabrirlos ya»
Juanito Oiarzabal | Montañero
La asistencia a los dos espacios en uso hasta el pasado verano sigue patrones diferentes. El rocódromo de Hegoalde abría sus puertas a diario. En julio de 2018 tuvo una media de 43 usuarios cada jornada y 70 un mes antes, en junio, cuando aún no había terminado el curso escolar. Por su parte, Ariznabarra cerraba las tardes de los domingos y durante los fines de semana de verano. En mayo del año pasado registró una media de 105 usuarios diarios, cifra que descendió a 70 durante la temporada estival. Para atender los tres rocódromos sin pausas, la empresa reclamaba trabajar 2.000 horas más de las 7.000 propuestas por el Ayuntamiento. No hubo acuerdo y los concursos públicos quedaron reiteradamente desiertos.
La clave
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105 fueron los usuarios que el rocódromo de Ariznabarra registró en mayo de 2018 de media cada día. Cerraba los domingos por la tarde. En verano, cuando se clausuraba todo el fin de semana, se contabilizaron 70.
Sin negociaciones
«Cerrar un rocódromo no es únicamente poner un candado a una instalación deportiva. Teníamos cursillos con niños de entre seis y doce años, estas son dinámicas que serán difíciles de recuperar», lamenta Iñaki Garai, socio de la cooperativa que prestaba el servicio, quien sostiene que los ocho trabajadores de la empresa se ven abocados a un ERE. «Con la apertura de Salburua sería necesario contar con un trabajador y medio más», insisten desde la antigua adjudicataria. No obstante, fuentes municipales aducen que «negociar con empresas las horas de servicio que tienen que dar supondría un precedente peligroso». «Nosotros no sacamos concursos para que queden desiertos, nos gustaría abrir los rocódromos en abril o mayo», añade Canto.
«Este habría sido mi cuarto año entrenando, tengo 16 y la escalada es mi pasión»
Amalur Pascual | Alumna de Zutikan
El Ayuntamiento ya redacta una nueva contratación que se hará pública en los próximos días y mantiene su intención de ofrecer un contrato a más largo plazo más adelante. De esta manera, y tras una concesión para 15 meses, en septiembre de 2020 podría plantearse que una única empresa gestione de forma integral el conjunto de los rocódromos. «Creemos que esta fórmula da la oportunidad de ofrecer más servicios que los cursos para escolares y la escalada», valora la edil.
«Si Vitoria quiere ser 'ciudad del deporte' no se puede permitir tenerlos cerrados»
El cierre de los rocódromos municipales afecta a amateurs de la escalada, escolares e incluso a profesionales de la talla de Juanito Oiarzabal. «Ahora entreno casi exclusivamente en el gimnasio K2, pero no todo el mundo puede permitirse un centro privado», lamenta el montañero. El hombre que coronó catorce 'ochomiles' se declara confundido con «este 'impasse' que nos tiene sin entrenar en invierno, cuando más falta hace». «Los centros cívicos también abren muchas horas y nadie lo cuestiona», plantea.
Además de una afición y una herramienta para conquistar montañas, la escalada enseña valores y disciplina. Amalur Pascual, miembro del grupo de tecnificación para jóvenes escaladores Zutikan, descubrió su pasión en el rocódromo de la Ikastola Barrundia. «Este habría sido mi cuarto año escalando en Ariznabarra, pero con el cierre no he podido seguir entrenando», lamenta esta alumna a sus 16 años. «Es posible que los chavales que podían aspirar a algo hayan perdido su oportunidad, este era el espacio de las jóvenes promesas», apunta Borja Donnay, su entrenador. Este grupo ha entrenado en su larga trayectoria a profesionales como Iker Pou o el eibarrés Patxi Usobiaga. Irati Anda también fue una de sus instructoras. «Estoy deseando que todo se solucione y los reabran. Es un deporte que apasiona, nos enseña a ayudarnos los unos a los otros y en el que cada vez participan más mujeres», anima Pascual.
Daniel Pérez, de la plataforma que organiza las movilizaciones, asegura que continuarán mientras los rocódromos sigan cerrados. «Si Vitoria quiere ser la 'ciudad del deporte', ¿cómo podemos darle la espalda a uno que va a ser olímpico en 2020?», se pregunta este aficionado. «La mayoría ya no podemos entrenar nada, para salir a la roca hace falta que sea fin de semana, tener el día libre y que haga bueno», detalla.
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