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Óscar Pereiro es atendido tras caerse en el col del Agnello, durante el Tour 2008. :: EFE
Ciclismo

Pereiro no sale del col del Agnello

Una secuela de la caída que le echó del Tour 2008 puede impedirle despedirse en la próxima Vuelta

J. GÓMEZ PEÑA

Lunes, 16 de agosto 2010, 10:23

«Estoy vivo», dijo Óscar Pereiro al abrir los ojos tirado sobre una curva del col del Agnello, en el Tour de 2008. Acababa de volar sobre ese giro. Venía de arriba, de elegir en un parpadeo entre saltar por encima del guardarraíl o chocar contra él. Entre el abismo o el corte del acero. «Si pasas por debajo igual pierdes una pierna o un brazo. Acerté», contó. Se salvó pese a aterrizar a plomo sobre el piso. Cuando salió del hospital se tatuó sobre la tremenda cicatriz del brazo izquierdo la fecha y el lugar de su segundo nacimiento: 'Colle Agnello 2008'. Pero en la mano derecha iba oculto el golpe que ahora le puede apartar de la Vuelta a España y, así, acelerar su despedida como ciclista.

«Llevo una semana sin entrenarme. No puedo ni abrir con llave una puerta. Espero llegar a la Vuelta, pero... Difícil, de verdad», declara. La vieja caída del Agnello le ha dejado provisionalmente manco. «Tengo un bulto interóseo que afecta a los extensores de los metacarpianos de la mano derecha», explica como si leyera el parte médico. Su equipo, el Astana, le ha inscrito en el Tour de Limousin que arranca mañana. Pereiro no se ve. «La única solución es operar», pronostica. Eso supondría el adiós. «Quería irme con una victoria de etapa en la Vuelta, pero...». Tenía esa meta, tiene 33 años y, si no recupera su mano, no tendrá esa oportunidad.

La de Pereiro es la historia de alguien capaz de ganar el Tour (2006) sin capacidad para tal gesta. Eso le talla. Mide su enorme mérito. Y lo sabe: «Tuve la suerte de vencer ese año. Una ocasión entre un millón. Ganar esa carrera no estaba al alcance de un corredor de mis características. Pero yo lo conseguí. Después me estanqué». De hecho, fue su última victoria y le llegó por la descalificación de Floyd Landis, el estadounidense menonita hinchado de testosterona.

La otra cara del éxito

Aquel inesperado triunfo desorganizó su vida. Su logro no fue reconocido oficialmente hasta año y medio después. «No me dejaron ni salir de amarillo en el Tour siguiente. Perdí la ilusión. Me sentía peleado con el mundo. No disfrutaba», recuerda. En 2008, el Agnello quiso darle la puntilla al pasarle por el guardarraíl. Esquivó ese final. Pero en el Tour 2009 se vino abajo; derruido y sin fuerzas abandonó en los Pirineos. Eso fue en julio. «En septiembre, tenía ya decidido dejar el ciclismo. Lo tenía asumido aunque no quería irme con esa imagen, la de un abandono».

Vivió unas semanas como un ex ciclista. «Sentí una liberación. Por fin, si quería comer un plato de chorizo con patatas podía hacerlo. Y se acabó lo de estar todo el día vigilado por los controles antidopaje». Andaba ya a vueltas con su futuro. ¿Actor? Le gusta. Quiere meterse un día en la pantalla; ponerle rostro a algún personaje de su serie favorita: «Águila Roja». En eso, le llamaron Contador y el Astana. Una oportunidad más. Tenía pensado correr esta Vuelta y cerrar su capítulo ciclista. Quizá ya esté archivado. Quizá tenía que ser así: a Pereiro todo le ha pasado en el Tour, la carrera que supo atar sin tener cuerda para tanto y la que casi le mata en el Agnello.

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