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Varios cubos repartidos por el gimnasio recogen las goteras de una cubierta que sufrió más daños durante el temporal de nieve.
Las goteras y los defectos de construcción se acumulan en el colegio Cervantes

Las goteras y los defectos de construcción se acumulan en el colegio Cervantes

El centro, inaugurado hace año y medio, sufre desde hace meses problemas de humedad que se agravaron con el temporal de nieve

salvador arroyo

Miércoles, 11 de marzo 2015, 00:21

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Es el último de los centros educativos públicos que ha abierto sus puertas en Miranda. Lo hizo hace apenas año y medio y requirió una inversión superior a los 3,6 millones de euros. Fue uno de los grandes proyectos de la Junta que se salvaron de los recortes en pleno pico de la crisis, y vino a sustituir a una instalación, más céntrica, pero con muchas carencias que hoy, vacía, no tiene aún un uso alternativo.

El nuevo colegio Cervantes se enfrente a las consecuencias de un proceso de construcción que se ha revelado poco pulido. Las goteras se multiplican en su gimnasio; hay humedades en varias aulas y otras estancias; se levanta el firme de cemento; parte del vallado interior de madera se agrieta y la pintura está desconchada;el portero automático sufre fallos continuos y se han fundido varias lamparas por unas conexiones eléctricas que, al parecer, no estuvieron atinadas.

«Tenemos una lista de deficiencias bastante larga», explica el director del centro Ángel Bolaños. El edificio se encuentra, lógicamente, dentro de un periodo de garantía y se ha informado de la situación tanto a la DirecciónProvincial de Educación como a la propia Consejería de Educación, titular de la instalación. «El tema es un poco más complejo. El mantenimiento lo lleva una empresa que creo que es filial de la constructora. Entonces, claro, hay un conflicto de intereses». Bolaños dice que «la filial no quiere reconocer en algunos casos que se trata de defectos de construcción o de utilización de materiales inadecuados o lo que fuera».

Durante meses las comunicaciones por carta han sido una constante. Y se ha dado solución puntual a alguno de los fallos.Pero los que se consideran como más graves continúan sin resolverse. «En el caso de las goteras se nos ha estado dando largas». Y se han agravado. Los temporales de las últimas semanas, especialmente la nevada que golpeó a la ciudad a principios de febrero, han multiplicado el número de filtraciones en el gimnasio, fundamentalmente.

«Empezamos con dos o tres goteras y, al parecer, por el peso de la nieve ahora tenemos muchas más». La situación llevó, incluso, a que un grupo de padres suspendiese un cursillo de futbito para los más pequeños por temor a que se produjeran caídas. «Han aparecido manchas de humedad también en unas zonas en las que antes no había, como en infantil».

Sin portero automático

Pero hay otros problemas, de menor impacto, en principio, y que, aunque se «comunicaron hace mucho» siguen sin solución. El acceso al colegio habilitado mediante portero automático con videovigilancia «no duró ni dos días. No tenemos siquiera un timbre para que el conserje pueda abrir a alguien que llama desde el exterior. Vienen, lo reparan y se vuelve a estropear a la vuelta de dos o tres días. Y así llevamos año y medio», se lamenta Bolaños.

El asfalto interior de cemento gravilla se está también descomponiendo «como consecuencia del frío y la nieve». Se han detectado también problemas derivados del mal funcionamiento de algunas bombas de la sala de presión. La solución técnica buscada permite evitar que existan cisternas en los baños. «Pero algunas válvulas se han estropeado; también una electroválvula que alimentaba un radiador de calefacción»; otros radiadores tienen pérdidas. La lista es interminable. «Se han resuelto las cosas más pequeñas; las de más fácil solución. Las que requieren una inversión mayor o requieren más trabajo son las que creo que están más desatendidas». Las explicaciones de la empresa de mantenimiento no convencen a la dirección del centro ni tampoco a los padres. «Se nos dice que es por mal uso o porque se ha cubierto el ciclo de vida útil de algunos elementos cuando llevamos aquí año y medio».

Levantado en un solar de 11.719 metros cuadrados, cedido por el Ayuntamiento, próximo al Centro Cívico Raimundo Porres, su construcción se adjudicó en 3,6 millones de euros (con una baja del 13,4% sobre el importe de licitación fijado por la Consejería de Educación) a la empresa Sacyr.

El colegio es de doble línea, lo que significa que oferta seis aulas para Educación Infantil y 12 para Primaria, 2 para cada uno de los 9 cursos; un total de 18 clases con capacidad para albergar a más de 500 alumnos (a razón de 30 por aula). Las instalaciones están divididas en dos secciones, una por cada línea, con accesos independientes a las zonas de ocio.

También en el exterior se evidencian desde el mismo día de la inauguración problemas que los padres, a título particular, intentan resolver.Se ha procedido ya a limpiar la zona destinada a jardines y huerto escolar, plagada de matojos y malezas. El sistema de riego por goteo está fijado, pero no funciona en todas las zonas. Además, parte del arenero del patio infantil está cerrado porque la tierra está compactada y los pequeños no pueden jugar. Se requiere su rastrillado y volteo para aligerarla.

También la entrada de maquinaria que no está a disposición del centro. Se ha solicitado apoyo a la Concejalía de Obras del Ayuntamiento. Y en principio, la tendrán para acondicionar los distintos espacios una actuación similar estaría también programada en el Príncipe de España. El Consistorio contactará con la Consejería de Educación, titular del edificio y, por tanto, la que debe hacer valer el periodo de garantía de las obras realizadas por Sacyr, para informar de estas posibles actuaciones.

«Los padres de 1ºB de Infantil hemos comprado varios palés de tierra, semillas y bulbos con los que pretendemos realizar un pequeño jardín donde los niños planten sus propias flores y coloquen un cartel con su nombre y el de la planta u hortaliza que siembren. Además, se ha propuesto plantar unas flores bajo un bloque de hormigón situado en la entrada principal en el que se lee CEIP Cervantes», explica una de las madres.

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