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Arantza Quiroga, en una imagen tomada el pasado mes de junio, antes de la tormenta política que ha conducido a su dimisión.

El autogol de la elegida

Arropada por Aznar, Rajoy y Basagoiti, Arantza Quiroga ha dilapidado en una sola jugada el brillante historial que le convirtió en una promesa del PP

Miguel Pérez

Jueves, 15 de octubre 2015, 02:28

«Si algún día me sintiera incómoda, espero tener la lucidez de irme sin hacer daño al partido». Arantza Quiroga hablaba así hace apenas dos ... años y medio, poco después de su nombramiento como máxima dirigente del PP vasco en sustitución de Antonio Basagoiti. De sus palabras se desprende que los vaticinios en política son tan logrados como los de la pitonisa Montse. Que su marcha obedece a una incomodidad parece más que evidente tras la severa desautorización de su partido a la ponencia de Libertad y Convivencia que ella patrocinaba sola ante el peligro; el peligro externo y, sobre todo, el interno, se entiende a la vista de los resultados.

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