«Vitoria quiere recuperar su casco viejo pero no le acompañan los ciudadanos»
«Admirador» de la zona medieval, el modista gallego se confiesa «muy sorprendido» por su falta de vida
ÁNGEL RESA
Domingo, 1 de febrero 2009, 03:51
Adolfo Domínguez eleva la conversación al rango de interesante. Sólo le puede la desmesura cuando se entusiasma con «los pequeños detalles». Hace muchos años que conoció Vitoria, ciudad que cataloga entre «las admirables de España» y donde tiene cuatro tiendas, dos de ellas en la Correría. Se confiesa devoto del casco medieval y enormemente sorprendido por su falta de vida. Orensano que diseña ropa de «calle-calle», primer modisto que cotizó en Bolsa y propietario de comercios en los cinco continentes, asegura que su apuesta por la capital alavesa es firme. «No peligra para nada».
-Se le ha puesto a usted como ejemplo para revitalizar el Casco Medieval de Vitoria. 'Ojalá vengan más Adolfo Domínguez', se ha oído en la ciudad. ¿Se considera un pionero?
-Hombre, en Vitoria, quizás. En otros sitios, no. Nosotros intentamos abrir tiendas en los cascos históricos porque me gustan mucho la arquitectura y la memoria de las ciudades. Me encantan las que son capaces de conservar su historia. Hay algunas que la han destrozado, que son como nómadas. Y te pongo ejemplos, Murcia o Alicante, donde cada generación arrasa lo que ha hecho la anterior. Son ciudades anodinas. Vitoria tiene un casco histórico admirable. Y lo que siempre me sorprendió es que lo tiene y no lo vive.
-La orografía no ayuda porque se alza en una colina.
-Mira, Cáceres tiene ese mismo problema. Y, en cambio, ha integrado el casco histórico en la ciudad. Insisto en que me sorprende que el de Vitoria se haya abandonado en manos marginales, prácticamente. Es un caso atípico dentro de una ciudad armónica y bonita, con ensanches muy bien hechos y una calidad de vida alta. En cambio, el corazón no lo vive. Resulta curioso.
-Además de su gusto por las zonas medievales, todo empresario se instala en un sitio porque vislumbra rendimiento económico. ¿Qué vio concretamente en la Correría?
-Las oportunidades aún tienen que venir. En realidad es una inversión a largo plazo, esperando que se sumen más y, sobre todo, que el propio habitante de Vitoria recupere su casco histórico. No sé por qué hay una reticencia, aún menos cuando existe una obra admirable, que es la recuperación de la catedral. Sería fantástico que eso se extendiera a todo el casco. Pienso que Vitoria lo llegará a hacer y que los negocios en la Correría, económicamente, tienen que acabar resultando, aunque ahora mismo nuestra operación en Vitoria no es rentable.
-¿Qué otras inmersiones ha realizado en centros históricos?
-En Pamplona la tienda funciona fenomenal. Abrimos otra espectacular delante de la catedral de Granada, estamos en el caso histórico de Sevilla... Siempre que salen oportunidades así las aprovechamos. Depende de ayuntamientos, algunos creen que los usos comerciales en esas zonas no son lícitos. En fin, una mentalidad muy antigua, cosas sorprendentes. Y resulta que en Vitoria el Ayuntamiento quiere, pero no le acompañan los ciudadanos.
-Usted ha anunciado el cierre de nueve tiendas y siete franquicias.
-El año pasado abrí más metros cuadrados que nunca, pero claro, cuando haces eso hay tiendas que se vuelven obsoletas. Igual abro una de mil metros y tengo que cerrar dos antiguas porque se quedan viejas o pequeñas o porque te doblan el alquiler... Cierras esa y te mueves a otra.
El café, en la Correría
-¿Corre riesgo su apuesta por Vitoria?
-Para nada. Yo estoy dispuesto a sostener las dos de Correría. La calle es tan bonita... Cuando quiero tomar un café voy allí y no a otro lado. Me parece tan absurdo no recuperarla...
-¿Abrirá la tercera en la Correría según la expansión que sugirió en su día?
-Como va tan quietecita... Creo que en este momento es suficiente quedarme como estoy. Pero también advierto que si la Correría se moviera mucho, seguiría abriendo tiendas ahí. Como mis locales en esa calle son en propiedad, aguantaremos para siempre.
-¿Qué le parece la política municipal de comprar lonjas para alquilarlas a los comerciantes?
-Me parece de un voluntarismo admirable. Es algo así como decir, 'como los ciudadanos no van, los poderes públicos tenemos la obligación de recuperar'.
-En su opinión, los vitorianos deben entonar el 'mea culpa'.
-En este aspecto, sí.
-Después de tantos años de dar vueltas a la regeneración de la zona, el Ayuntamiento ha colocado al frente del casco histórico al 'vendedor' de la catedral. ¿Un acierto?
-Lo ha hecho tan bien en la catedral que me parece un acierto absoluto.
-Gonzalo Arroita ha informado de que en 2008 se establecieron cincuenta actividades nuevas en el casco, las mismas previstas para este año. ¿Un buen ritmo?
-Absolutamente, caray. Ahora, e insisto, la clave está en que sean los propios ciudadanos quienes obren la recuperación. Normalmente los poderes públicos van por detrás de los ciudadanos. Pero en este caso van por delante, actúan de locomotora.
-Añadía Arroita que para 2014 será difícil encontrar una lonja vacía en el casco medieval. ¿Optimismo ZP?
-No, no. Es que ha sucedido en otros lados. Cuando hay voluntad de hacer las cosas se consiguen.
-¿Y la locomotora del proceso es la catedral?
-La actuación en la catedral tiene una envergadura que te mueres. A mí fue lo que me atrajo al casco histórico. Y prefiriría que las obras no terminaran nunca. Mira, no tengo claro que lo que ha hecho Barcelona con la Sagrada Familia sea un acierto. Tal como la dejó Gaudí de preciosa, yo no la hubiese tocado. No creo que acabada sea mejor.
-Antes le hablaba del acceso difícil a la zona medieval de Vitoria...
-Yo no me lo creo, la pendiente no disuade. He conocido ciudades con cascos históricos de acceso más complejo. En Vitoria tiene que haber otras razones sociológicas. Los que vivís ahí sabéis por qué es. Visto desde fuera resulta tan atípico...
-¿Le gustan estética y funcionalmente las rampas mecánicas?
-Yo no las veo mal. Se las criticó, pero es que no siempre hay que hacerlas del mismo estilo.
-Rampas con frecuentes ataques vandálicos.
-Algún fragmento de la sociedad quiere que las cosas se queden como están, los nostálgicos de las cavernas. Ese es un problema que tiene que solucionar la ciudad de Vitoria y la sociedad vasca, convencer a esa gente de que el futuro no es tan amenazador. Yo no creo que fuera de la tecnología y de la ciencia exista futuro de ningún tipo.
Ciudad admirable
-Se supone que iniciativas como la de Ken Follett incluyendo la catedral de Santa María en su último libro ayudan a 'vender' Vitoria. Sinceramente, ¿en qué grado es conocida esta ciudad?
-Yo la conozco desde hace muchos años y a mí no me la tienen que vender. Vitoria me gusta, es de las ciudades admirables de España con ese grano que debe solucionar, el casco histórico. Otra bella desconocida es Zamora. Este país tiene lugares que te caes. Y no sólo capitales. Trujillo, Plasencia, Allariz al lado de donde yo vivo, Mondoñedo... Nuestros ancestros pudieron fallar en algunas cosas, pero no fallaron al hacer pueblos bellísimos.
-¿El binomio comercio-hostelería es la fórmula para revitalizar un enclave deprimido?
-Sin duda, pero hay más cosas. Se trata de recuperar la vida, los pequeños oficios, los talleres... A mí no me gustan los centros comerciales, aunque estamos en algunos. Hay que hacer de la ciudad un centro comercial. Una panadería, una tienda de vinos, una floristería, un zapatero... Eso es la vida, la vida son los pequeños detalles. Hay que poner los estímulos fiscales para recuperar esas cosas.