Batería baja, vibración fantasma... los síndromes tecnológicos que 'atacan' más a los jóvenes
Los teléfonos móviles pueden motivar conductas incapacitantes, advierten los expertos
A los muchos vaivenes y preocupaciones asociados a la adolescencia, la mayoría de los jóvenes suman la ansiedad que les provoca vivir en una sociedad ... eminentemente digital. Dispositivos conectados como los smartphones hacen que experimenten miedos e inseguridades y en ocasiones una dependencia tecnológica excesiva que puede desembocar en síndromes psicológicos. Estos son algunos de los más extendidos:
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Ansiedad por batería baja
Habiéndose convertido los teléfonos inteligentes en dispositivos para todo, la posibilidad de que se apaguen a mitad de la jornada sin tener un cargador a mano despierta cada vez más temores. Este síndrome de batería baja no solo viene motivado por la desconexión de las redes sociales (que también), sino más bien por el agobio de tener que manejarnos por la vida sin móvil. ¿Sabré llegar a tal sitio si me quedo sin GPS? ¿Y si a algún familiar le ocurre algo y me entero horas después? Interrogantes como éstos hacen que muchas personas, sobre todo las más jóvenes, comiencen a sudar al ver que el indicador de carga de sus dispositivos baja del 20%.
Nomofobia
Relacionado con lo anterior, la nomofobia es el síndrome por el que los jóvenes sienten angustia al verse desprovistos de su teléfono. Teniendo en cuenta que la mayoría han crecido pegados a estos dispositivos (de media, reciben el primero a los 12 años), el hecho de salir de casa sin smartphone es motivo suficiente para volver sobre sus pasos. No pueden permitirse pasar el día sin saber qué están haciendo sus amigos en las redes sociales porque, aunque en muchos casos los tengan a unos pupitres de distancia, una cosa son las interacciones del mundo físico y otras las del digital, del que necesitan formar parte como mecanismo de socialización. La nomofobia también suele darse (en forma de gritos y llantos) cuando los padres les castigan sin móvil.
FOMO y FOBO
'FOMO' (siglas en inglés de 'Fear of Missing Out') se refiere al malestar que experimenta el adolescente por sentir que está perdiéndose algo de lo que todos sus amigos son partícipes a través de las redes sociales. Esto le hace llevar a cabo actividades que usualmente no haría simplemente para poder comentarlas online. Por su parte, FOBO ('Fear of Being Offline') designa el temor a quedarse sin conexión a Internet en cualquier contexto.
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FOMO y FOBO
Más que una percepción, es un hecho: los jóvenes no realizan llamadas telefónicas y llegan a incomodarse si las reciben (especialmente sin previo aviso). Esto se explica por la llamada 'telefonofobia' o ansiedad a hablar por teléfono, que según el psicólogo Luis Torres, «obedece a la incertidumbre de no saber de qué va a tratar la conversación y a la necesidad de dar una respuesta en el acto, sin tiempo para meditarla». Por este motivo se han popularizado las notas de voz en WhatsApp: se escuchan antes de enviarse para poder volver a grabarlas si fuese necesario.
La vibración fantasma
Al vivir expuestos a estímulos digitales constantes, el cerebro puede engañarnos haciéndonos creer que el teléfono nos reclama. Es lo que se conoce como 'ringxiety' o síndrome de la vibración fantasma, una ilusión sensorial por la que podríamos jurar que nuestro smartphone acaba de emitir un zumbido... sin que lo haya hecho realmente. Una variante de este fenómeno es el síndrome de las notificaciones fantasma, exacerbado por la irrupción de los relojes inteligentes: creemos haber recibido una notificación que no es tal, lo que nos lleva a girar la muñeca más veces de lo necesario al cabo del día.
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'Doomscrolling'
Aplicaciones como TikTok o Instagram viven del 'scroll', el gesto de deslizar el dedo hacia arriba para ir consultando un carrusel interminable de fotos y vídeos. Aparte de los minutos (horas incluso) que esto nos hace perder al cabo del día, puede afectar al estado de ánimo del adolescente si lo que encuentra no son más que noticias de carácter negativo o violento (conflictos bélicos, enfermedades incurables, crisis financieras...). Los expertos lo denominan 'doomscrolling'.
'Vamping'
Cada vez más jóvenes le roban las horas al sueño por consultar el móvil después de meterse en la cama (el llamado 'vamping'). ¿Su consecuencia? Fatiga crónica fruto de un tiempo de descanso ineficaz e insuficiente, lo que puede afectar tanto al estado de ánimo como al desempeño académico.
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El doble check azul y la actualización compulsiva
Otro problema de la Generación Z es pasarse las horas actualizando sus redes sociales de forma compulsiva: las publicaciones disponibles nunca son suficientes y, como si de un juego de azar se tratase, vuelven a cargar su 'timeline' por si encontrasen algo nuevo que les produzca satisfacción. Ese control obsesivo también se da en WhatsApp, cuando se dedican a controlar si sus mensajes han sido vistos por la otra persona y, en caso de ser así y no haber obtenido una respuesta inmediata, a especular con los motivos.
Dismorfia, adicción al 'like' y problemas de identidad digital
La imagen perfecta que muchos creadores de contenido muestran en redes sociales lleva al abuso de filtros en las publicaciones propias, lo que genera problemas de autoestima e identidad digital: los usuarios más jóvenes sienten una discrepancia entre su yo real y el que proyectan en las redes, especialmente si observan que sus fotos más naturales obtienen menos 'me gusta'. Este es quizás el punto al que mayor atención deben prestar los padres y madres, ya que puede desembocar en graves trastornos alimentarios y de salud mental.
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