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Coja al complejo por las orejas... ¡de soplillo!

Coja al complejo por las orejas... ¡de soplillo!

Los pabellones auriculares prominentes son motivo de burla en la infancia y, en ocasiones, afectan a la autoestima, pero se puede corregir

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Martes, 8 de junio 2021, 00:06

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Aunque querernos y aceptarnos, tal y como somos, es una máxima que todos deberíamos seguir, los cánones de belleza impuestos por la sociedad a veces nos complican conseguirlo. Así, cuando hay algo en nuestro aspecto que se 'sale' de la norma, es común que destaque a ojos de los demás y provoque, en muchos casos, complejos en nosotros mismos.

Las orejas prominentes, también llamadas orejas de soplillo, son uno de esos rasgos que provocan disconformidad o malestar en algunas personas por meras cuestiones estéticas. De hecho, es una característica que comparte el 5% de la población, según el estudio 'Escucha a tus orejas' realizado por el laboratorio Allergan en 2016, en el que hasta un 77% de los encuestados aseguró que se sentirían mejor con unas orejas más ordinarias. Asimismo, más de la mitad reconoció haber sufrido bromas relacionadas con el tamaño y forma de sus pabellones auditivos, y hasta el 46% aseguró que dichas burlas habían dañado su autoestima.

En el mejor de los casos, las orejas prominentes se disimulan con el cabello o con algún accesorio, como cintas o sombreros, pero a veces no es suficiente para eliminar el complejo. De ahí que muchas personas prefieran pasar por el quirófano a soportar el sufrimiento psicológico que les genera, especialmente en la infancia, al ser este un motivo de acoso escolar.

De hecho, en el ámbito público, esta cirugía solo está indicada en la infancia, precisamente con el fin de prevenir problemas psicológicos y sociales durante la etapa escolar. «En la edad adulta, se considera una cirugía con finalidad exclusivamente estética, por lo que solo se realiza en el ámbito privado», expresa el especialista en Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial Luis Ferrán de la Cierva, de la Clínica Dres. Ferrán (Murcia) y miembro de la plataforma Top Doctors.

Aun así, la edad mínima a la que se indica la otoplastia (procedimiento para cambiar la forma, la posición o el tamaño de las orejas) son los cinco años. «Es cuando podemos considerar que el cartílago ha madurado lo suficiente en tamaño y forma», explica Ferrán. Por el contrario, «no existe una edad máxima a la que se contraindique esta cirugía, que es muy poco invasiva y exenta de complicaciones severas».

Lo que se hace, en términos generales, es «pequeñas resecciones (extirpación) de cartílago cuando existe exceso del mismo o suturas (uniones) sobre el cartílago para conformar los pliegues auriculares naturales que no se han desarrollado durante el crecimiento», explica el especialista. «El cartílago se aborda mediante una incisión retroauricular (detras de la oreja), por lo que la cicatriz queda oculta», añade. La duración de la intervención es variable en función de cada caso, pero suele rondar entre los 45-90 minutos por oreja.

Una banda para dormir

No es una cirugía complicada, pero «las orejas finas y con menos cartílago tienen más riesgo de sufrir complicaciones», señala el cirujano plástico Marcelino Roca Castán, que detalla que la otoplastia «se realiza bajo anestesia local en la mayoría de los casos, pero que a los niños se les interviene bajo anestesia general». Lo principal, señalan los expertos, es analizar estéticamente cada oreja y planificar el procedimiento más idóneo a emplear en cada caso, dado que existen más de 250 técnicas diferentes. Todo ello con vistas a ser lo más conservador posible, no dañar los tejidos y darle una estructura y apariencia a la oreja lo más ajustada a los gustos y necesidades individuales.

- Y, ¿a quién es más frecuente ver en consulta, hombres o mujeres?

- En mi experiencia no hay grandes diferencias, expresa Ferrán.

En cambio, Roca afirma que recibe más hombres que mujeres en consulta. Él rememora su caso más curioso. «Fue un varón que decidió operarse a los 65 años. Lo hizo porque, tras toda una vida ocultando sus orejas de soplillo bajo una larga melena, empezó a quedarse calvo y su aspecto le acomplejaba tanto que se pegaba las orejas con pegamento. Al final decidió operarse, pero se había provocado tal úlcera (herida en carne viva) con esa técnica 'casera' que tuvo que esperar tres meses antes de realizarse la otoplastia para que se le curase la llaga».

Sin llegar a tal extremo, existen otras alternativas frente a la cirugía para quien no quiera enfrentarse al quirófano, como los implantes de titanio y níquel o los adhesivos de silicona, aunque «no son soluciones permanentes», advierte Roca.

En cuanto al postoperatorio, «es algo doloroso, especialmente en los adultos, y las orejas molestan en torno a los 10 días tras la cirugía», dice Ferrán. Para proteger la herida y favorecer la cicatrización, se coloca un vendaje alrededor de la cabeza durante una semana. Una vez retirado, se aconseja utilizar una banda en la cabeza para dormir durante un mes, con el fin de evitar movimientos o tirones de las orejas al girarse en la cama.

«Hay un riesgo de entre el 50-60% de que los pacientes tengan que volver a ser intervenidos porque, por la noche, se les dobla la oreja y se les saltan los puntos», sostiene Roca. A su vez, «deben realizarse curas cada 12 horas, tomar un antibiótico profiláctico durante unos días para evitar la posible infección de la herida y los medicamentos analgésicos necesarios para aliviar las molestias», agrega Ferrán.

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