La vida en un bacaladero
El libro 'Los vascos y la pesca del bacalao' recupera decenas de imágenes inéditas de la edad dorada de la pesquería
borja olaizola
Martes, 8 de enero 2019, 00:38
No hace falta mucha imaginación para hacerse una idea de las condiciones en las que se desenvolvían las tripulaciones de los bacaladeros de Pasaia que ... trabajaron en Terranova durante buena parte del siglo pasado. Tempestades constantes, temperaturas de hasta 40 bajo cero, trabajo a destajo, hacinamiento en camarotes, racionamiento del agua para la higiene personal, inexistencia de medidas de seguridad, equipamiento precario, ausencia de asistencia sanitaria (el papel de médico lo cubrían los capitanes)... Cualquier sindicalista de nuestros días se echaría las manos a la cabeza al escuchar el relato de una marea a bordo de uno de aquellos bacaladeros. Un vistazo a las fotografías del libro 'Los vascos y la pesca del bacalao', que acaba de ser editado por la empresa Biscay Seafood, proporciona una idea bastante aproximada de las condiciones de trabajo extremas que soportaron los tripulantes de aquellos pesqueros.
El libro, firmado por José María Unsain y Peio Urrutia, da de alguna forma continuidad a la exposición sobre 'La gran pesca del bacalao' que organizó en 2014 el Museo Naval de San Sebastián. «Un recorte presupuestario nos impidió entonces editar un catálogo de la muestra, pero unos años más tarde recibimos la propuesta de la empresa Biscay Seafood para hacer un libro y decidimos aprovechar parte de aquel material», explica Unsain, director del museo en la época en que se hizo la exposición. La publicación resume en su primera parte la historia de las pesquerías vascas del bacalao. Se recuerdan los primeros tiempos, cuando los barcos de la costa vasca empezaron a frecuentar a mediados del siglo XVI las aguas de Terranova en busca de bacalao y ballenas. «San Sebastián y su puerto filial de Pasaia se convirtieron en esa época en el principal centro ballenero de Europa y en uno de los más relevantes de la pesca y comercialización del bacalao». Las pesquerías al otro lado del Atlántico se interrumpieron como consecuencia de las limitaciones que impuso el tratado de Utrecht (1715), así que hubo que esperar al siglo XX para ver de nuevo barcos vascos navegando por aguas de Terranova.
Dinero fresco
El regreso a los grandes bancos de bacalao del Atlántico terminaría marcando una época. «Doscientos cincuenta años después de la paz de Utrecht -escriben los autores del libro- Gipuzkoa se reincorporó a la pesca del bacalao para vivir una segunda época de pujanza. En el primer tercio de siglo nació la compañía Pysbe inaugurando el capitalismo industrial en las pesquerías del bacalao en España (...) El éxito de Pysbe y de las empresas que siguieron su estela impulsarán un desarrollo acelerado del puerto de Pasaia colocándolo como referente de las pesquerías de bacalao a nivel europeo».
Muchas de las fotos fueron realizadas por tripulantes que embarcaban con sus máquinas
A finales de los años sesenta se vivió el máximo esplendor. El puerto llegó a acoger más de un centenar de bacaladeros que empleaban a unos 2.500 tripulantes. «El 'boom' bacaladero trajo prosperidad a toda la bahía de Pasaia. El fin de cada marea aportaba dinero fresco con el que acudir a los comercios y los bares, consumir y gastar después de meses de privaciones. En Trintxerpe, barrio conocido entonces como la 'Ciudad del Dólar', los días se apuraban con alegría y optimismo». La implantación en 1977 de los límites de las 200 millas y las moratorias para la captura de bacalao como consecuencia de la sobrepesca precipitaron una crisis de la que Pasaia aún no ha terminado de recuperarse. Los más de cien bacaladeros que fondeaban en el puerto han quedado reducidos a dos.
El auge y el declive de la pesquería pasan por las más de 200 imágenes que pueden verse en el libro, muchas de ellas inéditas hasta ahora. Las fotografías proceden de diversas fuentes: profesionales, fondos de las empresas bacaladeras, periodistas y hasta los sacerdotes que asistieron a la flota bacaladera en Terranova. Las más valiosas y abundantes, sin embargo, son las que realizaron los pescadores que embarcaban con sus propias cámaras. Las que se pueden ver sobre estas líneas son solo una pequeña muestra.
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