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La última semana ha resultado especialmente convulsa en la industria del videojuego. Varias fuentes confiables del sector insistieron en que Microsoft tenía pensado anunciar un cambio radical en su estrategia corporativa: sus títulos exclusivos acabarían lanzándose en las máquinas de la competencia. El rumor fue creciendo cual bola de nieve y llegó a afirmarse que la marca Xbox sería reemplazada por una división nueva ('Microsoft Gaming'), ya desvinculada del negocio de las consolas.
No ayudó que Phil Spencer (cabeza visible de Xbox) se limitase a emplazarnos a una retransmisión prevista a siete días, justo cuando la mayoría de cabeceras especializadas abrían con el titular de que Xbox Series X y Xbox Series S han vendido menos de la mitad de unidades que PlayStation 5 en lo que llevamos de generación.
Finalmente, la última entrega del podcast oficial de Xbox calmó las aguas hace unas horas, cuando el propio Spencer reafirmó su compromiso con el negocio de las consolas. Los juegos exclusivos seguirán siendo una prioridad para la compañía, al igual que un repositorio por suscripción (Xbox Game Pass) que los acogerá de lanzamiento y que, también contraviniendo los últimos rumores, no recalará en las plataformas rivales.
Sí que se anunció que cuatro exclusivos de Xbox (con más de un año de antigüedad) se lanzarán en PlayStation 5 y Nintendo Switch para ampliar sus bases de usuarios. Un movimiento que no resulta nuevo para la multinacional propietaria de Minecraft y Call of Duty, que también podríamos ejemplificar con la irrupción de 'Ori The Collection' en la consola híbrida de Nintendo. La idea es darle una segunda vida a esos juegos que rinden por debajo de lo esperado y cuyo desarrollo cuesta una pequeña fortuna.
Conseguir esto último pasa indubitablemente por los títulos de corte multijugador (a lo 'Fortnite'), diseñados para articular comunidades que los transiten durante años, actualizaciones mediante. De ahí que 'Sea of Thieves' y 'Grounded' suenen con fuerza entre los misteriosos tránsfugas de Microsoft: si los usuarios de Switch y PS5 casan con sus propuestas, el 'pool' de usuarios se triplicará junto a los beneficios de Xbox. Firma, recordemos, cuya hoja de ruta pasa por estar en la mayoría de pantallas posibles: consolas, ordenadores con Windows, e incluso televisores y teléfonos móviles gracias a su plataforma de 'cloud gaming', donde los juegos se retransmiten al más puro estilo Netflix (sin descargas, instalaciones ni actualizaciones).
El detonante de estos movimientos fue la pandemia de la COVID-19, con la paralización de las cadenas de suministro, fabricación y transporte al borde de una nueva generación de consolas. Tanto Xbox Series como PlayStation 5 llegaron al mercado en cantidades ínfimas, lo que impidió satisfacer la demanda. Esto motivó que los típicos desarrollos intergeneracionales (lanzados simultáneamente para PS4 y PS5, o Xbox One y Xbox Series) se convirtiesen en la tónica; incluso a día de hoy, con títulos de renombre como 'Like A Dragon: Infinite Wealth' siendo comercializados para todas las plataformas.
Con unos parqués de consolas de nueva generación tan exiguos, los estudios no han podido permitirse el lujo de trabajar en superproducciones exclusivas que saquen jugo a sus interioridades: los juegos resultan cada vez más caros de materializar y no queda otra que rentabilizarlos al máximo.
Este panorama es el que, en definitiva, ha hecho que muchos usuarios se lo piensen dos veces antes de renovar las viejas consolas que tienen por casa: ¿para qué gastarse una media de 500 euros en 'lo último' si la mayoría de novedades siguen lanzándose en los sistemas de hace 6 años?
Ha calado la impresión de que PS5 y Xbox Series resultan meras versiones vitaminadas de sus predecesoras, más que una vuelta de tuerca para la industria (atrás quedaron el salto a la tercera dimensión o la llegada del juego online). Esto ha acelerado un cambio en las reglas del juego y el negocio, algo que refrendan la mayoría de analistas: si antes la prioridad de los fabricantes era vender consolas a pérdidas para recuperar con creces la inversión despachando juegos (mayormente exclusivos), ahora pugnan por conseguir que esos juegos lleguen al mayor número de usuarios, sin importar los circuitos sobre los que se ejecuten.
Sonadas y especialmente convulsas resultaron las adquisición de Bethesda Softworks y Activision Blizzard por parte de Microsoft, en su intento por convertirse en la editora de juegos más importante del mundo (ya supera a Apple en capitalización bursátil), pero tampoco los de PlayStation se han dormido en los laureles. La compra de Bungie, creador de la franquicia 'Halo', tendrá como consecuencia el lanzamiento de una propuesta multijugador para Xbox ('Marathon'). Sony conseguirá así el doble de usuarios potenciales y un incremento en sus cuentas de resultados si es que la propuesta cuaja.
Tampoco es casual que, en las últimas semanas, varios directivos de la multinacional japonesa hayan hecho hincapié en la necesidad de llevar las grandes exclusivas de PlayStation a otras plataformas. Hasta la presente, títulos como 'God of War', 'Horizon Forbidden West' o 'Marvel's Spider-Man' han llegado a Windows (algo impensable hace unos años). De hecho, juegos aún por lanzarse ya se anuncian directamente para PlayStation y ordenadores, como el remake de 'Until Dawn': «PlayStation seguirá siendo nuestro producto principal, pero expandiremos sus experiencias de juego a tantos espacios como sea posible», declaró el director ejecutivo de Sony Group, Kenichiro Yoshida, a finales de enero.
La única compañía que parece aferrarse a sus propiedades intelectuales es Nintendo, cuya estrategia sigue siendo desligarse de las últimas especificaciones técnicas para vender consolas sin pérdidas. Esto, a su vez, contiene el presupuesto de sus grandes exclusivas, muchas de las cuales tan sólo necesitan de unos personajes ya icónicos para vender a espuertas (sirva de ejemplo la estratosférica acogida de 'Super Mario Bros. La Película').
Con todo lo expuesto, no extraña que tanto Microsoft como Sony hayan insinuado la proximidad de un 'borrón y cuenta nueva' en el terreno del hardware: los de Spencer ya han confesado trabajar en la próxima Xbox («supondrá el mayor salto técnico jamás visto entre generaciones de consolas»), mientras que en Sony consideran que PlayStation 5 «está a punto de entrar en la segunda mitad de su ciclo comercial», algo que pocos pocos usuarios han percibido por su exiguo catálogo propietario. Sea como fuere, los grandes fabricantes de esta industria siguen dejando caer migas de pan hacia un futuro inevitable: la guerra de consolas que iniciasen Nintendo y SEGA es cosa del pasado; lo jugaremos todo en cualquier parte y dispositivo, independientemente del sistema de entretenimiento que tengamos conectado al televisor del salón.
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