'The Longest Road on Earth': Emociones a flor de piel con el Mejor Videojuego Vasco del noveno Fun & Serious
La obra de Braingwash Gang y TLR Games ya está disponible para ordenador, iOS y Android
Recientemente terminé la lectura de 'La increíble historia de la Game Boy', de Florent Gorges. Devoré su ensayo en un fin de semana por los gratos recuerdos que guardo de la máquina; la primera que cayó en mis manos con apenas 7 años y la que me convenció para apegarme profesionalmente a este sector.
En su obra, Gorges recalca la inferioridad técnica de la portátil frente a sus competidoras y cómo ésto no le resultó impedimento para triunfar. La clave radicó en una generación de jugadores que idealizaron cuantos cartuchos cayeron en sus manos. Es el poder de la nostalgia: todo se rememora mejor de lo que fue por asociarlo a las intensas sensaciones de la infancia. Por esto mismo, hoy día, son muchos los jugadores desencantados que buscan refugio en los catálogos de sus años mozos.
El último segmento de 'The Longest Road on Earth', elegido Mejor Videojuego Vasco durante la última edición presencial del Fun & Serious Game Festival, apela precisamente al niño que un día fuimos. Controlamos a un pequeño reno antropomórfico, quien se abre al mundo entre castigos al rincón, sus primeros paseos por la gran ciudad agarrado del brazo de su madre o las escapadas rurales junto a un progenitor muchas veces ausente. Braingwash Gang y TLR Games, responsables del título, prescinden de todo contexto para regalarnos estampas cotidianas de éste y otros personajes, con el mero propósito de tocarnos la fibra. Y lo consiguen.
Porque detrás de unas mecánicas aparentemente anodinas, como poner una cafetera al fuego, pedalear o echar un vistazo al frente en el transporte público, se ocultan pequeños rompecabezas emocionales que nuestro cerebro resuelve automáticamente. Empatizamos al instante con la monotonía, la frustración o las ilusiones de unos protagonistas que, sin tener nada de especial, terminan encontrando consuelo en los pequeños placeres de la vida.
Transmitir tanto sin diálogos y bajo un apartado gráfico minimalista (un conseguido pixel art en tonos grisáceos) supone el gran logro de The Longest Road on Earth, máxime cuando el esquema de control se ha limitado en grado sumo: avanzamos a izquierda y derecha e interactuamos con un sólo botón, sea mediante pulsaciones breves, mantenidas o reiteradas. La idea es que cualquiera pueda alcanzar los títulos de crédito, pues la habilidad no tiene cabida en un desarrollo que a muchos les costará identificar como videojuego. Algo sobre lo que ya advierten sus artífices, quienes prefieren describir la obra como «un videoclip jugable».
Y es que la banda sonora es una de las patas que sustentan el proyecto (si no la más importante). Cada uno de los cuatro capítulos encierra seis temas interpretados por Beatriz Ruiz-Castillo ('Beícoli'), joven cantautora de voz aterciopelada y brillante futuro. Acordes e imágenes empastan maravillosamente, contribuyendo a un aura mágica que nos mantendrá pegados al ordenador (o smartphone) durante las dos horas que se prolonga la partida. Por supuesto, se hace impepinable jugar sin prisas y auriculares en ristre, cuando The Longest Road on Earth saca lo mejor de sí.
Recalcamos que no es un juego para todo el mundo, aunque difícilmente decepcionará a quienes decidan darle una oportunidad. Una vez completado, algunos repetirán segmentos para deleitarse con los detallados escenarios (repletos de referencias e incluso guiños a otros colosos del desarrollo patrio) y mejorar su composición de lugar. Al fin y a la postre cada historia está sujeta a tantas interpretaciones como jugadores, quienes no dudarán en contrastarlas.
Nuestra valoración
The Longest Road on Earth es un proyecto intimista desarrollado para apelar a nuestras emociones más primarias; aquellas que nos suscitaron (y aún suscitan) determinados acontecimientos del día a día.
Se trata de un título nulo en palabras y desafío. Limitado en contexto y abierto a múltiples interpretaciones, que termina de maravillarnos con su fantástica banda sonora. 120 minutos que merecerá la pena invertir.