700 pacientes con esclerosis múltiple atendidos al año
El bilbaíno es uno de los centros de referencia a nivel estatal para el tratamiento de esta dolencia
Aunque por su nombre puede sonar similar y algunos primeros síntomas tener cierta semejanza, la esclerosis múltiple y la lateral amiotrófica son enfermedades totalmente distintas ... , tanto por el rango de personas a las que afectan como por su evolución. El Hospital de Basurto es uno de los centros de referencia del Sistema Nacional de Salud para el tratamiento de la primera de estas patologías. Atienden al año a 700 pacientes de Euskadi y de comunidades próximas.
La provoca un mal funcionamiento del sistema inmunológico, que ataca a la mielina, una capa que envuelve los nervios. El resultado es una deficiente transmisión de los impulsos nerviosos. Su manifestación es mediante brotes y estos pueden dejar algún tipo de secuelas físicas. Entre sus síntomas más habituales está la pérdida de visión, la debilidad muscular o los problemas de equilibrio y coordinación. Una pista clave es la edad. El paciente tipo es una persona de 20 a 40, con mayor prevalencia entre las mujeres.
En las dos últimas décadas el avance que se ha logrado en el tratamiento de esta patología es muy grande. «Contamos con doce tipos de fármacos inmunodepresores que moderan la enfermedad e incluso la llegan a cronificar. La gente se mantiene estable», explican Cristina Llarena y Natalia Roncero, neurólogas de la Unidad especializada en Esclerosis Múltiple del Hospital de Basurto.
En estos poco más de veinte años también se ha avanzado muchísimo en la detección. «Antes el paciente daba muchas vueltas hasta que era atendido por un neurólogo. Ahora llega antes. No es una patología desconocida. Hacemos reuniones con los profesionales de Atención Primaria para que estén alerta ante la llegada de personas con síntomas compatibles. Si les llega a la consulta una chica joven que empieza con problemas de visión en un ojo es probable que tenga Esclerosis Múltiple», indica Roncero.
Reducir los brotes
Como en otras enfermedades la identificación temprana es fundamental. «Nuestra labor es reducir tanto la tasa anual de brotes que sufren estos pacientes como su evolución hacia la discapacidad», señala Llanera. Cuanto antes se determine el problema mayor efecto tendrán las terapias farmacológicas y rehabilitadoras y menor deterioro sufrirá el afectado. Fruto de este gran avance es también el cambio en la perspectiva de vida del enfermo. «Antes veías que ibas a acabar en una silla de ruedas. Ahora no. Aunque la evolución es impredecible la mayoría hacen vida medianamente normal y tienen una calidad de vida aceptable».
El futuro se presenta aún mejor. Según explican las expertas, hay en marcha varias investigaciones para desarrollar nuevos medicamentos que, a diferencia de los actuales que frenan el deterioro, persiguen lograr un efecto regenerador sobre la mielina para «recuperar lo dañado». De lograrlo sería un paso clave hacia la cura de esta enfermedad.
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