«Alguien con ideas suicidas no es que no quiera vivir, es que no puede»
«Entre los profesionales de la salud mental ha sido un tema que siempre se ha ocultado, y así es complicado poder solucionarlo», asegura
La pandemia ha deteriorado gravemente la salud mental de los jóvenes hasta tal punto que el suicidio es ya la principal causa de muerte entre ... los adolescentes. Coincidiendo con el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se celebra el próximo sábado, Andoni Anseán (Vitoria, 1966), presidente de la Federación Española para la Prevención del Suicidio, aboga por desterrar prejuicios y sacar «la cabeza de debajo de la tierra» para afrontar esta problemática.
- ¿Hablar del suicidio lo previene o genera un efecto contagio?
- Lo que mata es el silencio. La Organización Mundial de la Salud, desde hace ya un cuarto de siglo, viene repitiendo que una de las medidas de prevención más eficaces es una información adecuada. Por tanto, lo importante es quitarnos el prejuicio de que informar sobre suicidios los promueve.
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- ¿Hablamos de ello lo suficiente?
- Todos sabemos lo que cuesta eliminar los prejuicios que suelen estar detrás de un problema y que impiden resolverlo. Una vez somos conscientes de que es un problema más y que tenemos que intentar solucionarlo o disminuirlo, es cuando nos ponemos manos a la obra. Sin embargo, todavía hay muchísimo estigma y mucho miedo a hablar de la conducta suicida. También se junta con que es un tema muy complicado a la hora de hacer un abordaje informativo. Lo más difícil es romper ese muro que hay y que se sostiene sobre el recelo. Los problemas se solucionan sacando la cabeza de debajo de la tierra y afrontándolos.
- ¿Cuáles son esos prejuicios?
- Entre los sanitarios o facultativos de salud mental el suicidio siempre ha sido un tema oculto, apartado, fuera de los programas de formación... ¿Por qué? Porque sigue pesando ese oscurantismo, como pasó durante muchos años con la violencia de género. Son temas que no solo no se veían, sino que se ocultaban. Y así difícilmente se soluciona nada.
«En el suicidio lo que mata es el silencio. Todavía hay muchos estigmas y prejuicios para hablar de este tipo de conductas»
- Euskadi es la comunidad autónoma donde más han crecido los suicidios tras la pandemia. ¿A qué se debe?
- Euskadi venía de una cifras muy bajas en 2018 y 2019. Es más, está siempre un pelín por debajo de la media nacional.
-¿Por qué?
- Eso no lo puede responder absolutamente nadie. Hay determinadas zonas en España que tienen una tasa de suicidios de 30, cuando lo normal es 8. Y cuando te remangas y comienzas a investigar, no acabas de encontrar una explicación. Pero sí sabemos de qué manera podemos prevenirlo. En Euskadi hay suficientes factores de protección, sobre todo social, económico o cultural.
- ¿Existe un perfil de persona que intenta acabar con su vida?
- Existen diferentes perfiles de personas dependiendo un poco de las edades y el sexo. Son dos variables que influyen bastante. En los hombres se registran tres veces más suicidios que en las mujeres, pero en las mujeres se contabilizan tres veces más intentos de suicidio que en los hombres. Esto pasa por ser un fenómeno prácticamente universal.
- Explíquese.
- Los muy jóvenes tienen un montón de intentos de suicidio de muy baja letalidad y, por lo tanto, hay muy poca mortalidad, mientras que los muy mayores tienen muy pocos intentos pero con muy alta letalidad. Si a nivel general hablamos de 20 intentos por cada muerte por suicidio, en los muy jóvenes estaríamos hablando en torno a 200 o más intentos y en los muy mayores tres o como mucho cuatro.
«En jóvenes se dan un montón de tentativas con una baja letalidad, mientras que entre los mayores ocurre al revés»
- ¿No podemos saber, entonces, por qué una persona intenta quitarse la vida?
- Cada caso es diferente. En jóvenes, por ejemplo, podría ser por fracaso escolar, por sufrir bullying, porque le haya dejado la novia, por la separación de sus padres... Lo único que tenemos claro en suicidología es que hay un sufrimiento y se da una desesperanza de que ese sufrimiento vaya a desaparecer. A partir de ahí se entra en una especie de visión de túnel donde cada vez la única salida que se ve es la muerte. Como ve que en principio no va a morir a corto plazo, puede tener ideas de quitarse la propia vida.
- ¿Cómo se le convence de que merece la pena vivir?
- Lo que hay que hacer es dejarle meridianamente claro que los problemas que tiene no son tan graves, eternos y tan magnificados como pueda pensar y que la solución que se está planteando es absolutamente desproporcionada e injustificada. Es una solución permanente para un problema temporal.
- ¿De quién es ese trabajo?
- Una persona que está deprimida se tendrá que poner en manos médicas para que tenga su tratamiento antidepresivo. El abordaje psicológico tiene que ser trabajando las causas que le puedan estar manteniendo ese sufrimiento y esa desesperanza. Es muy importante hablarlo. Yo lo digo muchas veces. Una persona con ideas suicidas no es que no quiera vivir, es que no puede.
- ¿Qué impacto puede tener eso en las familias?
- No solo desarrollar un sentimiento de culpa, sino también el propio miedo. Temor a que pueda pasar cualquier cosa en cualquier momento. Igual que con otros problemas, la primera afectada después del propio interesado es la familia y tiene que ser igual de apoyada y atendida. Son ellos los principales valedores, colaboradores de los profesionales, y garantistas de que esa persona va a estar atendida y supervisada.
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