Vox no sabe que hombres y mujeres somos Putin
Microfeminismos ·
Ante todo, feliz 2020. Hoy me toca afrontar la primera entrega del año de Microfeminismos, y como los kilos de más me dejan un poco ... espesa, me permitirán que haga una cosita anecdótica sobre algo que leí y que me hizo bastante gracia. Vamos, una fruslería, que diría Compay Segundo, pero tengan en cuenta que otros también se las han permitido estas navidades. Miren si no a los ideólogos de Vox, que ante el recuento de las mujeres asesinadas por sus parejas el año pasado, ni más ni menos que 55, la cifra más alta en un lustro, insisten en que «la violencia no tiene género» y reclaman derogar las leyes que protegen a las mujeres y retirar los fondos para combatir esta lacra. Bien, pues me toca. Resulta que desde hace años corre por Internet una especie de guía artística para distinguir a los pintores por alguna característica común de sus obras. Al parecer, fue la idea de un individuo al que luego otros internautas fueron agregando aportaciones. Y estos días ha regresado a mí a través de Facebook. Se trata de algo así como instrucciones fáciles para no hacer el panoli cuando se encuentre ante un cuadro, si se tiene la suerte de que sea de un autor de la guía, bastante somera, eso sí.
Por ejemplo, dice el manual , si se halla usted ante un lienzo en el que «todos parecen vagabundos iluminados solo por una farola tenue, es Rembrandt». Si en el cuadro hay «montones de personas pequeñas que parecen normales», entonces se trata de Bruegel. Pero si además de esos montones de personas pequeñas descubre también mogollón de cosas raras, entonces estamos ante el Bosco. Cambiando de tercio, cuando la pintura tiene (y si no los tiene podríamos agregarlos) «algunos Cupidos gorditos u ovejas», estamos ante un Boucher, mientras que si todos los seres pintados «son hermosos, están desnudos y aparecen apilados», ahí tiene usted un Miguel Ángel. No lo dude ante la visión de una bailarina: Degas. Hay unas cuantas más, pero la que me hizo sonreír con más fuerza fue esta precisa indicación: «Si todos, incluidas las mujeres, se parecen a Putin, entonces es Van Eyck». Y si el presidente ruso echara un vistazo a algunos de los cuadros del flamenco le parecería estar ante uno de los espejos donde tanto le gusta admirarse. Aquí reside sin duda el misterio de la igualdad, yo, tú, él o ella, da igual, todos somos Putin.
Vale, ya sé que poco tiene esto que ver con el contenido de la sección. Pero al menos mis delirios no tiene consecuencias graves. Sin embargo, «la actuación de Vox se traduce en que las víctimas miran con mayor desconfianza la protección institucional que se les puede ofrecer y los agresores ven reforzada su conducta». Así habla la magistrada y fundadora de la Asociación de Mujeres Juezas Lucía Avilés. Y el forense exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género Miguel Lorente le apoya: »No se puede decir que el aumento se deba exclusivamente a los mensajes contra la protección de las mujeres que lanza la ultraderecha, pero sí es claro que es un factor que ha influido«. Al parecer, los datos, que hablan por sí solos, no se escuchan en la sede de Vox: entre 2008 y 2016, según el Instituto Nacional de Empleo, hubo más de 500 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas masculinas frente a los 67 hombres fallecidos a manos de sus cónyuges (ya sean homosexuales o heterosexuales), y tan solo un 0,01% de denuncias falsas. Pero en Vox no ven una situación especial, un hecho diferencial, una violencia que sufre una parte de la población, la femenina. Así que, por favor, permítanme hoy a mí la frivolidad.
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