Bueno, pues ya está aquí el típico verano: un pilón de doctrina, algún brote de violencia juvenil, y una mayoría social silente que sigue currando, ... qué le vamos a hacer, y no puede irse ni a Cádiz ni a Plentzia. Bueno, al menos podemos entretenernos en la contemplación de las singularidades estivales del entorno, que tienen algo de hipnótico por estrafalario y ceporro.
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Como episodio inaugural estuvo lo de Arrigorriaga. En ese municipio gobernado por Bildu vetaron a la orquesta Vulkano porque las chicas iban claramente hipersexualizadas, lo recordarán. Totalmente a favor. Proclamo que la igualdad real solo llegará cuando la ropa y el calzado de hombres y mujeres sean igual de cómodos y recatados. Fuera impudicias. Con algunas excepciones, claro. Por ejemplo, en los concursos de drag queens. Y en las carrozas del Orgullo. Y cuando sean mujeres multimillonarias como Beyoncé o J.Lo quienes decidan enseñar cacha. Y en todas las demás manifestaciones donde la hipersexualización no denota sometimiento al patriarcado sino empoderamiento y libertad. ¿Cómo distinguir las manifestaciones buenas de las malas? Ni idea. Habrá que contratar un estudio multidisciplinar.
Entre tanto, Vulkano actuó el pasado sábado en la villa marinera e hipersexualizada de Santurtzi con gran éxito de público. Fue más gente a ver el akelarre machista que a ver a Gatibu, a Rosario y a Chenoa. Chenoa llevaba mucho escote, por cierto. Apúntese en la lista de amenazas para la juventud vasca.
Esa misma noche un montón de jóvenes posiblemente poco sexualizados hostió a unos policías en Azpeitia después de que multasen a uno de ellos por haber hecho una pintada en un contenedor de pilas. Se lio parda allí. La alcaldesa, de Bildu, dijo que mal lo de pegar a policías, pero también mal por la Ertzaintza, que había desplegado un operativo muy exagerado. A quién no le ha pasado alguna vez eso: que vas por la calle y ves un coche policial y ni te fijas, pero ves dos o más y ya te empieza a subir como una furia vengadora por las tripas y terminas a mamporros con la autoridad uniformada.
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Como es conocido, Bildu tiene un modo creativo de analizar el hecho violento en general. Salió el lunes su secretario de acción política, que es el jefe de Sortu, poniendo el énfasis en una dualidad, a su juicio, chocante. Por un lado, destacó el jaleo que se ha montado por una pintada en un contenedor de pilas (que antes de salir en la tele ya podían haberle contado lo que vino después de la pintada, lo del ataque a la comisaría y lo de dar candela a policías).
Por otro lado, censuró el silencio atronador con el que quieren ocultar un estudio sobre torturas todos los partidos políticos y los medios de comunicación, bloque como se sabe monolítico y homogéneo, cohesionado por su simpatía hacia la tortura y el mal. Es que los de Bildu siempre han sido muy mirados para lo de los derechos humanos y el respeto a la integridad física del prójimo.
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También hubo peleas multitudinarias en Barakaldo protagonizadas por otra facción de la juventud vasca, quizás con inquietudes diferentes a las de Azpeitia pero con similares niveles de comprensión lectora. Los mismos niveles de comprensión lectora, y de lecturas en general, que tendrán los que anduvieron insultando a los de una txosna de bereberes por moros y por robamóviles.
Es un poco todo lo mismo: aliviar el aburrimiento, la apatía y la falta de talentos buscándose un enemigo al que darle manteca. Eso une mucho y entretiene. Normal que siga pasando. Y lo que nos queda. Por si faltasen ideas, en las grandes citas festivas volverán a definirse en los espacios habituales las buenas causas a defender y los enemigos a combatir. Que esa es otra particularidad local: combinar kalimotxo y reguetón con la divulgación del nuevo catecismo mientras la mayoría social silente ve el panorama como quien ve una farola o un fenómeno meteorológico, como algo consustancial al momento y consabido. Si acaso, esa mayoría silente deja caer un poco los párpados preguntándose cuándo la dejarán en paz, escapando así, insensatamente, de la verdad revelada.
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