Inteligencia artificial por todos lados
Los informáticos Concha Bielza y Pedro Larrañaga expusieron en Bilbao el presente y futuro inmediato de las 'máquinas pensantes'
Michihito Matsuda quedó el tercero de diez candidatos en las últimas elecciones a la Alcaldía de Tama (Japón). «Su programa, solo tenía dos puntos ... fundamentales: transparencia y acabar con la corrupción», destacó ayer en el Palacio Euskalduna el informático Pedro Larrañaga. «¿A las elecciones del domingo no se presenta ningún robot?», le preguntó irónicamente su colega Concha Bielza. «Yo creo que no», respondió él. Porque Matsuda es un androide dotado de inteligencia artificial (IA).
Larrañaga y Bielza son investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y dialogaron ayer en Bilbao sobre inteligencia artificial en el acto inaugural de la XIX Semana de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. En el encuentro, organizado por Innobasque, pasaron revista a los avances en ese campo desde tiempos de Alan Turing, el matemático inglés considerado el padre de la IA que lideró los trabajos que permitieron a los aliados descifrar el código de la máquina Enigma y romper el secreto de las comunicaciones militares nazis.
En 1956, dos años después de la muerte de Turing, una decena de pioneros puso las bases de la IA en la conferencia de Dartmouth (Estados Unidos). Auguraron que «en dos décadas iba a impregnar todos los sectores de la sociedad», recordó ayer Larrañaga. La IA en la que pensaban Marvin Minsky, Claude Shannon y los otros ocho genios era la fuerte, una superinteligencia capaz de hacer todo lo que hace el ser humano y mejor que el ser humano. Como, en el noviembre de 2019 alternativo de Ridley Scott, hace el replicante Roy Batty (Rutger Hauer) en 'Blade runner'.
La IA que ya nos rodea es la llamada débil, con robots que saben hacer solo una cosa, sea conducir, cocinar o diagnosticar enfermedades. Especialistas tontos, pero especialistas. «La IA sirve para mejorar el bienestar de la sociedad», dijo ayer Bielza tras exponer cómo pueden cambiar nuestras vidas esos expertos no humanos que, en parte, ya forman parte de nuestras vidas y de nosotros. El alpinista chino Xia Boyu, por ejemplo, coronó en mayo del año pasado el Everest a los 70 años caminando sobre sus piernas biónicas.
Doctor robot
La biomedicina es un campo abonado para de IA. Además de intervenir en el desarrollo de fármacos y el diagnóstico genético, pronto la habrá a cargo de las tareas de recepción y enfermería en centros sanitarios. Y no solo eso. El robot médico Xiaoyi aprobó en noviembre de 2017 el equivalente chino al examen MIR con 96 puntos por encima de la media y ya ha hecho prácticas en hospitales. En unos años será común que el médico humano cuente con el asesoramiento de una IA a la hora del diagnóstico, dijo ayer Larrañaga. «Robots y humanos pueden colaborar en determinadas tareas», confirmó Bielza.
Las 'máquinas pensantes' ya traducen para nosotros en internet, vigilan las calles en China -donde ya hay un Gran Hermano tecnológico que premia o castiga al ciudadano según cómo se porte- y pronto nos llevarán en coche de un lado a otro. A los participantes en los Juegos de Tokio, vehículos autónomos 100% eléctricos los trasladarán el próximo verano entre la villa olímpica y sus lugares de competición. «Este año IBM ha lanzado un robot tertuliano», anunció Bielza, quien añadió que «en China ya hay presentadores de informativos de televisión virtuales».
La generalización de la IA tendrá un gran impacto en el mercado de trabajo. Según el Foro Económico Mundial, hasta 2022 hará desaparecer 75 millones de empleos, pero se crearán 133 millones, sobre todo en el campo de las tecnologías de la información. El año pasado los puestos de trabajo ocupados por humanos suponían el 71% del total, pero en 2025 los robots darán el sorpaso y serán el 52% de la mano de obra. Los operarios humanos de cadenas de montaje y repartidores de correo lo tienen negro, pero también los contables y los directores generales.
Hay muchas incógnitas sin resolver. «¿Los robots deben cotizar a la Seguridad Social?», preguntó ayer Larrañaga. «Quién es el responsable de un accidente de un vehículo autónomo?», lanzó al aire Bielza. Robots dotados de IA podrían convertirse en armas letales, y un 'software' que asesora a los jueces estadounidenses sobre la probabilidad de reincidencia del acusado está sesgado en contra de los negros. Los dos expertos creen que hay que dotar a la IA de una suerte de ética basada en la justicia, la transparencia, la privacidad, el no mal uso y la responsabilidad. «Pero no está claro cómo se implementa eso», reconocen.
Invertir en la innovación disruptiva
«La IA tiene un gran potencial transformador», dijo ayer Manuel Salaverria. El presidente de Innobasque cree que, además de mantener la innovación incremental -la que mejora productos o servicios ya existentes-, hay que apostar por «la más disruptiva, la que conduce a nuevas propuestas de mercado». En esa línea, considera que la asignatura pendiente es la financiación privada. «Debemos avanzar en la captación de fondos públicos y privados», coincidió ayer el lehendakari, para quien «ha llegado el momento de un nuevo impulso a la ciencia y tecnología» en Euskadi, la comunidad autónoma española que más invierte en I+D+i. «El progreso social y económico está unido a los nuevos productos y soluciones que derivan de la innovación disruptiva», aseguró Iñigo Urkullu.
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