Los gestos que nos hemos perdido

La presidenta de la Asociación Española de Comunicación no Verbal, Sonia El Hakim, explica que el principal gesto que no hemos podido ver durante este tiempo de mascarillas es el de la «sonrisa social», que tiene un papel fundamental en las buenas relaciones entre las personas. «La sonrisa social es la de cortesía, la que utilizamos cada dos por tres, cuando te cruzas con la vecina y le sonríes, que solo se hace con las comisuras de los labios porque no corresponde con una emoción verdadera de alegría, sino que más bien muestra una buena intención, y que se escondían detrás de las mascarillas». Ese será uno de los gestos que se recuperan hoy en las calles. «La gente decía 'mira, mejor no ver las caras, así somos menos hipócritas'. Pues no, es absolutamente necesaria esa sonrisa para tener una convivencia pacifica. Es el aceite que engrasa la convivencia porque nos llevamos mejor con personas que la utilizan, ya que nos transmite una buena intención hacia nosotros: te sonrío porque me quiero llevar bien contigo», incide El Hakim.

Más complicado ha sido detectar otras «emociones genuinas que se expresan, además de en la zona ocular, con la boca e incluso gestos con la nariz», detalla. Por ejemplo, al expresar tristeza se elevan las comisuras de los labios, ademas de bajar las cejas, y no se ve con la mascarilla. Lo mismo ocurre con el miedo o la sorpresa, expresiones en las que se abre la boca. O la ira, que lleva muchas veces a apretar los labios o, incluso, mostrar los dientes. Una de las sensaciones que no se han percibido por la mascarilla ha sido la del asco porque su gesto característico es arrugar la nariz.

A pesar de todo, la experta sostiene que no hemos perdido tanta información con las mascarillas porque «la emoción verdadera, la genuina, donde mejor se ve es en la región ocular». «Falseamos más las emociones en la boca que en la zona de los ojos, esto es debido a que desde que somos muy pequeñitos tenemos la capacidad de poder hablar, eso no ocurre con la región ocular que es mucho más difícil de manipular a voluntad, de levantar una ceja o hacer algunos movimientos. Si sabemos dónde mirar, se podían percibir las emociones», argumenta.

Sonia El Hakim resalta que la mascarilla ha puesto trabas a la comunicación porque, además de ocultar gestos, ha entorpecido que se escuche la voz. «Ha sido necesario hablar más alto porque se perdía claridad», añade. La experta en comunicación no verbal avanza que «tardaremos cerca de dos años» en recuperar esos otros gestos tan importantes que se han perdido: los besos y los abrazos en el saludo. Aunque se eliminen las restricciones, las distancias, las mascarillas... y se venza al virus habrá que quitar el miedo a acercarnos, a tocarnos.