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Desarrollan el prototipo de un camión eléctrico recargable en marcha

La Universidad de Mondragon participa en el proyecto CARDHIN, que aspira a revolucionar la movilidad

Martes, 5 de abril 2022, 19:43

Un sistema similar al de los cargadores de los teléfonos móviles pero con energías renovables y a gran escala, capaz de darle la autonomía necesaria a un camión en marcha. Así es, a grandes rasgos, el proyecto CARDHIN (Carga Dinámica Inductiva y mediante Hidrógeno), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, en el que trabaja desde 2020 la Universidad de Mondragón. Su objetivo es revolucionar el sector de la movilidad con la transición energética como fuerza motora, justo en un momento en el que los costes de los hidrocarburos están disparados.

Los vehículos eléctricos hace tiempo que dejaron de ser algo de ciencia ficción, pero en el terreno de los camiones no se han dado muchos pasos al margen de unos cuántos prototipos. «Al necesitar mucha energía, y debido al alto coste de las baterías, de momento no hay muchos», explica Iosu Aizpuru, profesor de Ingeniería y coordinador del Área de Energía. Él es investigador de este proyecto junto con Iker Kortajarena, estudiante de cuarto del grado de Ingeniería de la Energía. Juntos trabajan en una solución para hacer viable su uso y para fomentar la transición hacia vehículos eléctricos de gran tonelaje, que pasa por montar una electrolinera a gran escala en plena carretera, para que la recarga sea inmediata, sin largas paradas.

Una infraestructura que están diseñando junto a la Universidad de Zaragoza y la Sociedad Ibérica de Construcciones Eléctricas (SICE), creada hace un siglo en Bilbao, y que necesita de la instalación de grandes bobinas bajo el pavimento. «Estamos acostumbrados a que la energía sea transferida por contacto, por un enchufe. Aquí el gran problema es que esa transferencia energética tiene que ser hecha por aire. El camión, que a su vez llevará otra bobina, cuando pase por encima de las que están energizadas en el suelo activará una transferencia mientras permanece en ese tramo del carril», explica Aizpuru.

El sistema de carga inalámbrica dinámica se encuentra en fase de diseño y desarrollo. En el campus Orona Ideo de la Universidad de Mondragón se centran en la parte del vehículo, en cómo recibir la energía. Para ello Iker ha creado una plataforma, dentro de su proyecto de fin de grado, con la que emula a baja escala el movimiento del camión y cómo se produce en él la recarga, teniendo en cuenta todas las variables (si hay baches, si el conductor no está bien alineado...), para maximizar el proceso. «Al final el tiempo que va a estar el camión en el carril es pequeño, y se tiene que aprovechar al máximo».

Todavía está por ver qué potencia se podrá transmitir en una determinada distancia y a una velocidad concreta. Las bobinas subterráneas, de formato rectangular y de metro y medio por un metro, transferirán unos 50 kilovatios cada una. «El objetivo es mantener esa potencia durante todo el carril. Es bastante alta, nunca antes se ha transferido tanta en algo dinámico», explican. Todo un reto y un hito. «El acoplamiento, al ser por el aire, es más complicado. Estamos trabajando para maximizar el sistema y poder aprovechar al máximo la energía», que vendrá de fuentes renovables como paneles solares o molinos de viento. Además, el excedente se transformará en hidrógeno. «Integrar este elemento en la cadena de valor de esta movilidad y la iniciación de las energías renovables para llevar a cabo la inevitable transición energética, con la dependencia que tenemos en Europa de los hidrocarburos, son dos vectores importantes del proyecto».

Composición del pavimento

Su idea está pensada para los camiones, para reducir sus paradas para repostar y también el tamaño de las baterías y con ello su coste, principales hándicaps de estos vehículos pesados en este proceso de transición. «Se podría usar también en coches eléctricos, pero nos hemos centrado más en camiones, al ser grandes consumidores de energía, y al no poder permitirse estar muchas horas parado para cargar. Había que proponer una solución. Lo hemos orientado más a flotas que hagan recorridos durante el día más cortos, pero que pasen habitualmente por una zona de entrega para poder aprovechar y recargarse», indica Aizpuru.

Un sistema que aún estudia sus distintas variables y en el que todavía quedan muchos aspectos por pulir como la composición del pavimento en el tramo en el que se instalen las bobinas. Se está trabajando con un hormigón «un poco más magnético», y que esperan que sea un elemento más de nuestro día a día en un futuro cercano.

Este proyecto, que contribuirá a electrificar el conjunto de autopistas y autovías, testará su viabilidad a finales de 2023 sobre el terreno, en un tramo de casi un kilómetro que se habilitará en Madrid. Este carril de carga dinámica se situará en la avenida Miguel Delibes, en la zona conocida como El Cañaveral, donde se instalarán una serie de bobinas a lo largo de 800 metros, en un trecho recto, sin ninguna curva, con una velocidad actual de 50 km/h y con pendiente ascendente y descendiente de un 4%. Junto a la calzada se anulará un espacio de aparcamientos para la instalación de los equipos productores de energía.

Allí se podrá comprobar de primera mano la funcionalidad de esta infraestructura, ver si es o no realista. «De los resultados que obtengamos dependerá que el proyecto pueda salir adelante, que la industria lo pueda implementar. Estas investigaciones son muy importantes para poder desarrollar las nuevas tecnologías que nos harán falta en el futuro», apunta Aizpuru, quien no oculta que la instalación de todo este sistema en la calzada es costosa. «Comparado con una carretera normal, sí que lo es, al tener que meter las bobinas y todo lo que conlleva, pero por contra puede durar muchos años. Luego habrá que ver y analizar la energía que se ha podido transmitir a los camiones y lo que implica no tener que parar. Será un análisis y una comparativa que puede durar varios años». El proyecto está pensado para zonas de tráfico denso de vehículos pesados «como la Junquera», cerca de la frontera, donde la elevada afluencia de camiones hará que se pueda aprovechar la inversión.

La prueba sobre el terreno se hará en Madrid en 2023

Este proyecto, que contribuirá a electrificar el conjunto de autopistas y autovías, testará su viabilidad a finales de 2023 sobre el terreno, en un tramo de casi un kilómetro que se habilitará en Madrid. Este carril de carga dinámica se situará en la avenida Miguel Delibes, en la zona conocida como El Cañaveral, donde se instalarán una serie de bobinas a lo largo de 800 metros, en un trecho recto, sin ninguna curva, con una velocidad actual de 50 km/h y con pendiente ascendente y descendiente de un 4%. Junto a la calzada se anulará un espacio de aparcamientos para la instalación de los equipos productores de energía.

Allí se podrá comprobar de primera mano la funcionalidad de esta infraestructura, ver si es o no realista. «De los resultados que obtengamos dependerá que el proyecto pueda salir adelante, que la industria lo pueda implementar. Estas investigaciones son muy importantes para poder desarrollar las nuevas tecnologías que nos harán falta en el futuro», apunta Aizpuru, quien no oculta que la instalación de todo este sistema en la calzada es costosa. «Comparado con una carretera normal, sí que lo es, al tener que meter las bobinas y todo lo que conlleva, pero por contra puede durar muchos años. Luego habrá que ver y analizar la energía que se ha podido transmitir a los camiones y lo que implica no tener que parar. Será un análisis y una comparativa que puede durar varios años». El proyecto está pensado para zonas de tráfico denso de vehículos pesados «como la Junquera», cerca de la frontera, donde la elevada afluencia de camiones hará que se pueda aprovechar la inversión.

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