Alumnos con discapacidad se ven obligados a ir a otras comunidades para estudiar en castellano
La agrupación de familias de escolares con necesidades especiales exige en el Parlamento que no se les obligue a aprender en euskera
La asociación de defensa de los derechos de alumnos con necesidades educativas especiales Lagundu Euskadi protagonizó ayer en el Parlamento vasco una dura y tensa ... comparecencia ante la comisión de Educación. Las representantes del colectivo reclamaron que se permita a estos escolares con dificultades de aprendizaje - autismo, dislexias, parálisis cerebral, problemas de audición y lenguaje, entre otras muchas-, recibir las clases y la ayuda en el aula en castellano, y que se incrementen los «escasos recursos» de apoyo para este colectivo. Describieron varios casos de menores que se han visto obligados a trasladarse a colegios de comunidades limítrofes para poder estudiar en lengua española y de otras familias vascas que recorren hasta cien kilómetros diarios para llevar a sus hijos a un centro con modelo A. «A estos niños estudiar en euskera les condena al fracaso», se quejaron sus portavoces.
Para dar la medida del problema la portavoz del colectivo relató la experiencia de una madre de Balmaseda que llevaba a su hijo afectado de autismo a un colegio público del municipio, con un único modelo D, íntegro en euskera. El centro le comunicó que el pequeño sufría graves problemas de aprendizaje y que le tendrían que integrar en un programa especial, en el que ya no podría sacar ningún título oficial. La familia pidió a la escuela que diese la oportunidad al niño de estudiar en su lengua materna, el castellano, ya que a causa de su autismo tenía problemas de comunicación. Pero rechazó la petición. La madre no se dio por vencida y matriculó a su hijo en el colegio público de Villasana de Mena (Burgos), donde el menor entró con el curso empezado y obtuvo una nota final de 8,5 de media en quinto de Primaria. Y sin ningún apoyo. En sexto volvió a sacar una alta calificación y este año ha pasado al instituto para cursar Secundaria.
«Tenemos muchas fugas de familias a otras comunidades por estos problemas lingüísticos», comentó la presidenta de Lagundu, Raquel García, quien expuso también la experiencia de los padres de una niña de Mendaro, afectada de autismo. «Se han ido a vivir a Santander para que su hija estudie en castellano, porque en Gipuzkoa ya no hay oferta pública de línea A», lamentó.
Las responsables de Lagundu relataron ante la comisión la situación de otra madre «que tiene que recorrer 60 kilómetros al día para poder llevar a su hija a un colegio de Getxo que tiene modelo en castellano». Esta niña pertenece al reducido grupo del 6% de alumnos vascos superdotados, aunque en su caso el éxito escolar resultaba complicado, ya que sufre autismo.
Los técnicos del Berritzegune -centro de apoyo de Educación a los colegios- le hicieron un test en euskera para evaluar altas capacidades y no detectaron el nivel considerado como superdotación. La madre pagó la misma prueba en castellano y dio un 151 de coeficiente. Pese a su inteligencia, la niña no pudo superar el primer curso de Primaria y la familia reclamó su derecho a que estudiara y recibiera apoyos en el aula en castellano, una petición que rechazó su escuela de Ugao, con el argumento de que cuenta con un única línea de enseñanza en lengua vasca. La madre peleó con Educación hasta que le permitieron matricular a su hija en la escuela Larrañazubi, en Getxo, donde está superando con éxito sus dificultades de aprendizaje.
«No hay logopedas»
Las representantes de Lagundu, que agrupa a 120 familias vascas de escolares con necesidades educativas especiales, llegaron ayer a la comisión a petición del PP. Denunciaron que los recursos que dedica el Ejecutivo para apoyar a estos niños en el aula, desde profesionales en Pedagogía Terapéutica a los de educación especial, son «insuficientes». Y recordaron que el número de alumnos atendidos ha crecido un 22% y «no se han aumentado los recursos», a pesar de que el departamento «ha dejado 37 millones sin invertir».
Los afectados censuraron que se pongan «obstáculos» para abrir aulas estables para niños con graves discapacidades. «Con la disculpa de que les integran en clases ordinarias los aparcan al final de las clases sin la atención adecuada. Tenemos en la asociación algunos niños con parálisis cerebral a los que les ponen auriculares con música», criticó Raquel García, que en su día amenazó con una huelga de hambre para que el centro de su hija abriera una de estas clases. «En aulas estables pueden hacer más progresos si cuentan con los medios necesarios», añadió.
La agrupación también cuestionó la formación de los técnicos encargados de evaluar el grado de necesidades educativas de este alumnado. «Los especialistas de los berritzegunes solo están diez minutos con el niño. Deberían ser los profesionales que les atienden a diario los que determinen los recursos», se quejaron. Además, criticaron, en los colegios «no hay logopedas», pese a la «importancia de su labor en el éxito escolar». Sus funciones, denunciaron, las llevan a cabo «maestros con un cursillo».
Las claves
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Presupuesto «Los recursos para las necesidades especiales son mínimos, cuando han sobrado 37 millones»
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Falta de apoyo «A estos niños estudiar en lengua vasca les condena al fracaso», advierten los padres
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