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Una carabela portuguesa en el banco de algas que cubre 2 kilómetros de orilla en la playa de Trengandín. E. C.

Aparecen carabelas portuguesas entre las algas asiáticas invasoras de las playas de Noja

Los arenales de Trengandín y Ris se han visto afectados por un banco gigantesco de esta especie japonesa que dificulta el baño y genera malos olores en plena ola de calor

Silvia Osorio

Viernes, 8 de agosto 2025, 10:47

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Las algas han trastocado el placentero verano en Noja. Con el pueblo hasta los topes estos días y en plena ola de calor, las playas de esta localidad cántabra siguen afectadas por la presencia masiva de este organismo que este jueves comenzó a invadir los arenales de Trengandín y Ris, desprendiendo malos olores y dificultando el baño a centenares de residentes y veraneantes. Además, a lo largo de la tarde entre las montañas de algas han aparecido carabelas portuguesas, lo que complica aún más refrescarse en la orilla.

Según informa este viernes 'El Diario Montañés', el Ayuntamiento ha confirmado que se trata de una especie invasora, en concreto, de la japonesa rugulopteryx okamurae, un alga que ya se ha visto en otros puntos de la costa española desde hace varios años y que crece a una velocidad considerable.

Prueba de ello es que ayer, la playa de Trengandín, la principal del municipio, amaneció cubierta por un gigantesco banco de esta especie que ocupaba buena parte de la orilla de este concurrido arenal. Usuarios y bañistas se quedaron alucinados por la colosal alfombra amarronada, una extensión de aproximadamente 2 kilómetros de largo y 20 metros de anchura, entre la arena seca y la línea de agua.

«Hoy está intransitable, casi nadie se baña, solo algún atrevido que las pisa o en la zona más cercana a las casas», lamentó un vasco que pasa unos días de vacaciones en la localidad. Muchos otros usuarios de esta playa se quejaron de los nauseabundos hedores fruto de la putrefacción. Similar situación se vio en Ris. La marea marrón llegó «hasta las rodillas», aseguró Verónica Ruigómez, la directora del Centro de Buceo Sirenia. «Estoy planteándome cerrar el centro porque ya no se puede ver nada», señaló.

Especies afectadas

Esta experta también explicó que la llegada de esta especie invasora, que se detectó por primera vez en España en 2015 en Ceuta, supone una amenaza para los ecosistemas y la pesca locales por su crecimiento explosivo y la falta de depredadores. Las esporas que deja crecen a velocidad de crucero, de manera a la superficie que no pasa ni la luz ni el oxígeno, lo que asfixia a las especies que se encuentran debajo. «En los últimos buceos hemos visto entre un 30% y un 40% menos de vida de lo que se suele ver bajo el agua». Entre las especies afectadas, se encuentran los congrios, los centollos, las mantas rayas, las nécoras...

Imagen de la impresionante manta de algas este jueves en Trengandín. E. C.

Aunque la gravedad del problema está en la costa sur y este del país, los científicos han detectado la presencia de ejemplares en toda la costa, incluida la del Cantábrico. En la localidad cántabra no es la primera vez que llega. En declaraciones para este diario, la alcaldesa de Noja, Mireia Mazas, afirmó que «los primeros que lo vieron fueron los pescadores, que dieron el aviso en mayo».

Este viernes, la presencia de algas se mantiene en la orilla pero a bastante menor escala. El Ayuntamiento ha comenzado a retirarlas y la cantidad es menor. Sin embargo, el concejal de Seguridad Ciudadana, Roberto Ruiz Hazas, advirtió de la dificultad para eliminarlas: «Se reproduce por esporas, entonces no podemos usar la desbrozadora porque eso solo hace que se esparza», arguyó.

Por el momento, al no ser las algas típicas del Cantábrico que se recogen para diferentes usos, al tratarse de una especie invasora, la solución al problema no es sencilla: «Lo único que podemos hacer por ahora es cribarlas. También en la zona seca de la playa se pueden quitar con una pala especial, que llega este lunes, pero todavía estamos estudiando cómo poder gestionar este problema en conjunto con el resto de las instituciones», indicó el representante municipal.

El pasado mes de julio, esta especie inundó el litoral gaditano. Y no es un decir: en menos de 24 horas, los servicios de limpieza de La Línea de la Concepción retiraron nada menos que 10 toneladas, sobre todo, en la playa de Poniente. Desde mayo, el Ayuntamiento de Cádiz ha hecho lo mismo con otras 1.200. El récord de retirada en un solo día está en 78, aseguran fuentes municipales.

Se trata de una especie invasora muy agresiva que amenaza la flora y la fauna autóctona, y pone en peligro el trabajo de los pescadores, que llevan años reclamando ayuda para ponerle freno. La Rugulopteryx okamurae es originaria de la costa asiática del Pacífico y se cree que llegó al Estrecho de Gibraltar en las aguas de lastre el de algún mercante, las encargadas de estabilizar los barcos. Aunque lo realmente preocupante no es cómo se instaló, sino su facilidad para reproducirse: un solo individuo puede formar hasta 600 nuevos.

Un proyecto vasco investiga sus usos

Su efecto en el ecosistema es fatal: no tiene depredadores, ningún animal se la quiere comer, y acaba con la biodiversidad. Además, el cambio climático juega a su favor al aumentar la salinidad y la temperatura del agua. Los pescadores de la zona del Estrecho aseguran que cuanta más presencia de esta alga parda detectan, menor es la captura, ya que los peces se mueven en busca de otras zonas más propicias para ellos y que estén limpias de estos organismos.

La investigadora de la EHU Iratxe Zarraonaindia Martínez está desarrollando un estudio que permitiría a fortalecer las vides. La científica ha comprobado que algunos extractos de esta especie invasora puede activar mecanismos de defensa en ciertas playas y que estas estén más fuertes ante un ataque de otro hongo. La idea es probarlo después en viñedos de Jérez y La Rioja. El año que viene tendrán los resultados de esta segunda parte del proyecto, lo que podría ayudar a saber qué hacer con las miles de toneladas de esta especie que se retiran cada año del litoral peninsular y que acaban en los vertederos. Otra podría ser su explotación comercial como biomasa, algo por lo que apuesta el Gobierno andaluz, aunque para lograrlo tendrá que negociar con el Ministerio de Medio Ambiente, que es quien tiene la última palabra.

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