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Un año más, las campanas de la iglesia de San Pedro han anunciado con exquisita puntualidad que hoy, 28 de abril, Álava entera está de ... fiesta porque toca honrar a su patrón. A las nueve de la mañana, justo con el último tañido del badajo, los ataviados trompeteros, atabaleros y txistularis de la Diputación Foral se han arrancado con sus instrumentos de viento y percusión desde la escalinata de la Casa Palacio de Provincia para interpretar el 'Zortziko San Prudencio'. Es el temprano y ceremonioso anuncio de la fiesta que ya se empieza a trasladar del centro de Vitoria al pueblo de Armentia, donde se combinarán hasta el anochecer los actos litúrgicos propios de la fecha (misa pontifical y procesión con la talla del santo) con los profanos (mercado y romería).
En una mañana con niebla presagio de sol, la música del 'Zortziko San Prudencio' ha congregado frente a la Diputación a unos cuantos alaveses, no muchos, casi siempre los mismos, que convierten su interpretación en una cita familiar, entrañable, aunque muy poco conocida por la sociedad alavesa. La ha presidido, como de costumbre, el diputado general de Álava, Ramiro González, acompañado de los diputados forales Ana del Val e Iñaki Gurtubay. Al término de la música, en una pose que prueba la complicidad y sencillez del momento, las autoridades, los intérpretes y los asistentes a la alborada se han agrupado en las escalinatas del palacio foral para prestarse a la tradicional fotografía de familia. Dentro, en una noble dependencia del edificio que construyó el arquitecto Martín de Saracibar, les aguardaba a todos ellos un sencillo tentempié mañanero de cordialidad, unos bizcochos mojados con licorcito.
También conocido como 'Zortziko Álava', la obra la compuso José Fresco Lizundia, que ejercía de subdirector de la Banda Municipal de Vitoria cuando desapareció a principios del siglo XX y creó en su lugar la Banda Santa Cecilia. La pieza se estrenó la mañana del 28 de abril de 1906. La que hoy se escucha es una versión arreglada para su interpretación al txistu porque la original era orquestada.
Pero el origen del zortziko en honor al patrón de las tierras de Álava, inicialmente llamado 'San Prudencio, gure patroyari', se remonta en realidad a finales del siglo XIX. La animosa letra, que incita a comer platos típicos alaveses y pasarlo bien, se atribuye a Esteban Cuadra, un vitoriano muy conocido de la época que regentaba el concurrido estanco 'La perdiz' en la calle Postas, frente al edificio de Correos y Telégrafos.
Como todo lo que surge de la espontaneidad y se mantiene a lo largo de los años, además de sus tres denominaciones, el zortziko también se ha prestado a reinvenciones o cambios en lo referente a su letra, más bien a sus ingredientes. La más creíble, al menos la contemporánea, es la que canta: «Buenas tortillas de perretxikos con huevos frescos y buen jamón, que son los útiles más convenientes para este día de animación. Arriba todos los alaveses de alma sencilla y buen corazón, celebren fiestas a San Prudencio, a San Prudencio que es su patrón».
En este sentido, el músico y divulgador local José Mari Bastida, 'Txapi', recuerda la existencia de al menos dos variaciones que se habrían introducido en la coplilla a lo largo de los años. De una de ellas se sabe por Tomás Alfaro Fournier en su libro 'Vida de la Ciudad de Vitoria', que escribe como arranque de la obra de Cuadra: «Cuecen tortillas de perrechicos, buenas chuletas y buen jamón». En un artículo anterior publicado en el periódico 'La Libertad' en 1897, y por tanto cercano en el tiempo al surgimiento de la popular canción, se expresa que la tonadilla arranca con: «Buenas tortillas de perrechicos, cordero en salsa y buen jamón». Como se puede apreciar, entre las tres versiones apenas hay detalles culinarios que cambian. La actual apunta a «huevos frescos» y en las anteriores, en su lugar, se sirven «buenas chuletas» y «el cordero en salsa». Eso sí, de los famosos caracoles por San Prudencio nada se cuenta. La ausencia da a entender que en su momento no era un manjar propio de estos días. Luego si es así, los moluscos terrestres se sumaron a la fiesta y a las mesas alavesas en fechas más recientes.
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