El exjefe de ETA que recuperó su cartera perdida en la comisaría donde la banda puso una bomba
Jurdan Martitegi acudió hace unos días a la Ertzainetxea de Zarautz a recoger su billetero extraviado y entregado a la Policía por un vecino
Jurdan Martitegi Lizaso, que fue considerado jefe militar de ETA desde finales de 2008 hasta el mismo 18 de abril de 2009, cuando fue arrestado ... por la Policía francesa en la localidad de Perpiñán, perdió la cartera hace unos días en Zarautz durante un permiso penitenciario. Vizcaíno de Durango, su familia dispone de una vivienda en esta localidad guipuzcoana, a la que él suele acudir.
Martitegi fue condenado a 139 años de prisión por el atentado contra la casa cuartel de Calahorra (La Rioja) y suma varias penas más por actos de kale borroka en las fiestas de Galdakao y por la quema de un concesionario de Citroën, entre otros. También se le relacionó con el lanzamiento de 'cócteles molotov' contra la comisaría de la Policía autonómica en Amorebieta y con la colocación de un explosivo en los juzgados de Durango, su pueblo, entre otras 'ekintzas'. En estos momentos cumple condena en tercer grado en la cárcel de Martutene (Gipuzkoa), lo que le permite hacer algunas salidas los fines de semana.
Cumple condena en Martutene, pero está en tercer grado y acude de vez en cuando a la casa de su familia en Zarautz
Pues bien, el pasado domingo 15 de junio un ciudadano se presentó en la comisaría de Zarautz, ubicada en la calle Gipuzkoa, para entregar una billetera con documentación y algo de dinero que se había encontrado tirada en la calle. En un primer momento, los agentes no se percataron de a quién pertenecía el monedero y el tema pasó desapercibido. Sin embargo, uno de los responsables operativos de la Ertzainetxea revisó el DNI del propietario y se llevó una gran sorpresa. Se trataba de uno de los etarras más reconocibles por su gran altura, Jurdan Martitegi, de 1,90 metros. Antes de alcanzar la cúpula de la organización terrorista tras las caídas de 'Gurbitz' y 'Txeroki', dirigió el 'comando Vizcaya' junto con su amigo Arkaitz Goikoetxea tras la tregua de 2006.
En 2014 se declaró «orgulloso de su militancia» en la banda durante un juicio
En aquella etapa negra, la Ertzaintza se convirtió en uno de los objetivos prioritarios de la banda. Según se publicó entonces, este dúo ordenó presuntamente a los miembros del talde 'Hegoak' que atentaran contra la comisaría de la Ertzaintza en Zarautz, aunque también se les llegó a atribuir directamente la colocación de una bomba en la sede policial, si bien Martitegi nunca ha llegado a ser acusado por la Audiencia Nacional por este caso, que sigue abierto.
Sin heridos
Fue el 25 de septiembre de 2007. Dos jóvenes saltaron la tapia de la comisaría en plena madrugada y dejaron junto al edificio una mochila que contenía una olla cargada con cinco kilos de amonal-amosal con enorme capacidad destructiva. Nadie se percató del peligro durante una hora, hasta que estalló. Por suerte, sólo se registraron importantes daños materiales. Ninguna persona resultó herida.
Durante el juicio en la Audiencia Nacional, en marzo de 2014, por el atentado en el cuartel de Calahorra (La Rioja), después de alegar que no reconocía al tribunal «para juzgar a la resistencia vasca», Martitegi se declaró «orgulloso» de su militancia en ETA y asumió todas las «acciones político-militares» de la banda «en su medio siglo de historia».
Pues bien, 17 años después, Martitegi cruzó la puerta de la comisaría policial para recoger su cartera. Tal como marca el protocolo, en estos casos de servicio público se rellena una hoja de incautación y se entrega una copia a quien realiza la entrega del objeto sustraído. En caso de que nadie lo reclame, el ciudadano podrían quedarse con el dinero. Los ertzainas llamaron al titular del DNI y le avisaron del hallazgo para que, si quería, fuese a retirar sus enseres.
El exjefe de ETA se presentó en la base policial a las ocho de la tarde de ese domingo, se identificó y una vez le entregaron la cartera, se marchó. Algunos policías veteranos observaban con perplejidad que el etarra había regresado al escenario en el que él mismo o sus subordinados habían colocado una bomba casi dos décadas antes.
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